Llegó a ser muy popular decir que la modernización del Islam vendría de mano de las mujeres. ¿Lo recuerdan? Resulta misterioso que haya dejado de decirse, fíjense. No sólo porque tuviese mucha lógica, sino porque ahora, precisamente, se dan heroicos y hermosos gestos (las que en Irán arrostran el peligro de quitarse el velo, las que conducen en Arabia, etc.) que no encuentran el eco que merecen en Occidente, ni siquiera entre las feministas profesionales.
Una variación que deberíamos oír cada vez más es que las mujeres occidentales son las que tendrán que hacer la liberación de la liberación de la mujer. Entiéndaseme: de la liberación impuesta y de carril único, que exige un tipo de mujer determinado y desprecia todos los demás, aunque hayan sido escogidos con la más absoluta independencia y todo el conocimiento de causa por mujeres libérrimas y preparadas.
Para que no parezca que hablo a humo de pajas, un ejemplo. En El País publican un reportaje titulado "Elisa Isoardi, pareja de Matteo Salvini, tal para cual", en el que Lorena Pacho le afea sus fotografías planchando camisas, cocinando o regando las plantas. Pacho, que debe de tener una carrera estelar como periodista, empieza recordando con retintín "la discreta carrera como presentadora" de Isoardi, y luego la califica de "la antítesis oficial de la mujer actual y liberada", sentenciando que "cada vez más gente rechaza el modelo de mujer que encarna". Por lo visto, la consejera municipal del Partido Democrático de Milán, Sumaya Abdel Qader, respondió con fotos de su marido pasando la aspiradora mientras ella leía, y eso sí gusta mucho, aspiradora de la paridad impar.
Yo no rechazo el modelo de mujer de Sumaya ni el de la periodista, sea cual sea. Sólo me choca que tanta liberación haya acabado en tanta imposición. Libres para ser liberadas so pena de rechazo social e ironía pública.
Pero ni un Quijote kamikaze podría socorrer a las damas de esos nuevos apuros. En eso el feminismo es irreversible. Han de ser las mujeres (de hecho, ya están siendo, Camille Paglia, o el desvergonzado movimiento "No somos víctimas" en España) las que se conquisten una libertad más. Sin renunciar a los derechos y libertades ya adquiridos, que aún tienen que extenderse al mundo islámico, pero sin dejar que se transformen en imposiciones categóricas. Sospecho que será uno de los debates y de los retos sociales de los próximos años.
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