Desde hace casi cuarenta años están al servicio de la Custodia de Tierra Santa: las hermanas franciscanas del Corazón de Jesús llegaron por primera vez a Jerusalén el 18 de mayo de 1981 y se establecieron en el convento de San Salvador. Desde ese momento son la columna vertebral de la casa de formación y, junto con otras hermanas de diversas congregaciones, apoyan las actividades de los franciscanos en Tierra Santa.
Al principio las hermanas eran siete: dos trabajaban en la cocina, dos en el orfanato de la Custodia, dos en la enfermería custodial y una, la responsable de la comunidad, se ocupaba de la casa y ayudaba a las demás cuando era necesario. Desde los años 80, muchas cosas han cambiado en la Custodia de Tierra Santa, especialmente en San Salvador. En primer lugar, el gran orfanato con sesenta niños desde los 6 a los 15 años, que se encontraba cerca del convento, ya no existe en la actualidad. Además, los frailes cambiaron y aumentaron las oficinas en las que trabajan muchos voluntarios internacionales. Sin embargo, el apoyo de las hermanas franciscanas del Corazón de Jesús a la Custodia de Tierra Santa no ha cambiado, de forma que aún hoy son un regalo para toda la comunidad de frailes y no solo para ellos.
“En todos los lugares donde prestan servicio se las considera madres a las que recurrir para cualquier necesidad – explica sor Mary Borg, la madre superiora -. Actualmente somos cinco: además de yo misma, dos trabajan en la cocina, una en la enfermería y una en la sacristía del Santo Sepulcro”. Las religiosas realizan sus actividades con devoción y sacrificio, y con el espíritu cristiano de servicio y caridad. Son ellas las que cocinan las comidas de los frailes (con la ayuda de algunos trabajadores locales”, las que atienden la capilla de la enfermería y se ocupan de la lavandería. En el Santo Sepulcro, sor Annaerica dell’Agnese se ocupa de los manteles, las flores y las vestiduras sagradas.
La congregación de las hermanas francesas del Corazón de Jesús fue fundada en Gozo en 1880 por don Giuseppe Diacono y sor Margherita de Brincat. Actualmente tiene casas en Malta, Gozo, Sicilia, Bari, Roma (donde está la Casa General), Ferrara, Londres, Corfú, Jerusalén, Pakistán, Etiopía, Kenia, Australia, Brasil y Filipinas.
Las hermanas que sirven en el convento de San Salvador siguen la regla de la Tercera Orden regular de San Francisco y llegaron a Jerusalén a petición de su congregación. Proceden de Malta, Kenia e Italia, pero lo que les une es la gratitud por tener la posibilidad de vivir en los lugares de la cristiandad. Como recuerda la madre superiora: “Damos gracias siempre al Señor por hacernos vivir en esta Tierra Santa que el beato Papa Pablo VI definió como el quinto Evangelio”.
Beatrice Guarrera
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