“Amen a sus enemigos y recen por sus persecutores”: es el “misterio” ante el que los cristianos deben conformarse para ser perfectos como el Padre. Es cuanto destacó el Pontífice en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el tercer martes de junio
Gabriella Ceraso - Ciudad del Vaticano
El perdón, la oración, el amor por quien nos “quiere destruir”, por nuestro enemigo: Sólo la Palabra de Jesús puede tanto. Al reflexionar sobre el capítulo V, versículo 43, del Evangelio de Mateo propuesto por la liturgia del día, el Pontífice admitió la dificultad humana de seguir el modelo de nuestro Padre celestial que tiene un amor “universal”. De ahí que haya destacado el desafío del cristiano de pedir al Señor la “gracia” de saber “bendecir a nuestros enemigos” y comprometernos a amarlos.
Perdonamos para ser perdonados
En su reflexión Francisco afirmó que comprendemos que “debemos perdonar a los enemigos”, “lo decimos todos los días en el Padrenuestro; pedimos perdón como nosotros perdonamos: es una condición…, si bien no fácil”. De este modo también “rezar por los demás”, por “aquellos que nos causan dificultades”, “que nos ponen a prueba: también esto es difícil, pero lo hacemos. O, al menos, tantas veces hemos logrado hacerlo”:
“Pero rezar por aquellos que quieren destruirme, por los enemigos, para que Dios los bendiga: es algo verdaderamente difícil de entender. Pensemos en el siglo pasado, en los pobres cristianos rusos que por el sólo hecho de ser cristianos eran enviados a Siberia a morir de frío: ¿Y ellos debían rezar por el gobernante verdugo que los mandaba allá? Pero, ¿cómo? Y tantos lo han hecho: han rezado. Pensemos en Auschwitz y en otros campos de concentración: ellos debían rezar por este dictador que quería la raza pura y mataba sin escrúpulos, ¡y rezar para que Dios lo bendijera! Y tantos lo han hecho”.
Aprender de la lógica de Jesús y de los mártires
Es la “lógica difícil” de Jesús que, en el Evangelio, está contenida en la oración y en la justificación de aquellos que “lo mataban” en la Cruz: “Perdónalos, Padre, no saben lo que hacen”. Jesús pide perdón por ellos, como también lo hace en el momento del martirio, Santo Esteban:
“Pero cuánta distancia, una infinita distancia entre nosotros que tantas veces no perdonamos pequeñas cositas, y esto que nos pide el Señor y de lo que nos ha dado ejemplo: perdonar a los que tratan de destruirnos. En las familias es tan difícil, a veces, para los esposos, perdonarse después de alguna disputa, o perdonar a la suegra: no es fácil. Para el hijo, pedir perdón al papá, es difícil. Pero perdonar a aquellos que te están matando, que quieren destruirte… No sólo perdonar: rezar por ellos, ¡para que Dios los custodie! Es más, amarlos. Sólo la palabra de Jesús puede explicar esto. Yo no logro ir más allá”.
Pedir la gracia de ser perfectos como el Padre
De manera que el Papa Bergoglio subrayó que es “una gracia” que hay que pedir, esa de “comprender algo de este misterio cristiano y ser perfectos como el Padre que da todos sus bienes a los buenos y a los malos”. Nos hará bien – concluyó diciendo Francisco – pensar en nuestros enemigos. “Creo – añadió – que todos nosotros tengamos alguno”:
“Nos hará bien, hoy, pensar en un enemigo – creo que todos nosotros tengamos alguno – en uno que nos ha hecho el mal o que nos quiere hacer el mal o que trata de hacer el mal: en éste. La oración mafiosa es: “Me la pagarás”. La oración cristiana es: “Señor, dale tu bendición y enséñame a amarlo”. Pensemos en uno: todos nosotros tenemos uno. Pensemos en él. Recemos por él. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de amarlo”.
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