El Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, denunció a los “hombres sin escrúpulos” que alimentan la lacra de la drogadicción causando “una herida a nuestra sociedad, que atrapa a muchas personas en una espiral de sufrimiento y alienación”.
El Cardenal Turkson hizo esta afirmación con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Uso indebido y el Tráfico ilícito de Drogas, “instituido por las Naciones Unidas el 7 de diciembre de 1987 para fortalecer la acción y la cooperación a nivel nacional e internacional, de contrarrestar y promover un mayor conocimiento del fenómeno”.
En su mensaje, el Cardenal recordó algunos datos del Informe Mundial sobre Drogas 2017, según el cual, en 2015 “alrededor de 250 millones de personas en todo el mundo habían consumido drogas y, de ellas, 29.500.000 padecían trastornos causados por su consumo”.
En particular, “de los cerca de 12 millones de personas que usaban drogas inyectables, más de la mitad (6.100.000) estarían afectadas por la hepatitis C, mientras que 1.300.000 vivían con la hepatitis C o con el virus VIH / SIDA”.
“Son numerosos los daños causados por el uso y abuso de estupefacientes no solo para la salud sino también para el desarrollo, la paz y la seguridad en todas las regiones del mundo”, aseguró el Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Además, señaló que “el drama desgarrador de las drogas es un mal que amenaza la dignidad y la libertad de acción de cada persona y rompe progresivamente la imagen que el Creador ha moldeado en nosotros”.
“Esta lacra debe ser firmemente condenada porque está alimentada por hombres sin escrúpulos, que, cediendo a la tentación del dinero fácil, siembran muerte truncando esperanzas y destruyendo muchas familias”, denunció.
En su mensaje, enumeró “los factores que empujan a la dependencia de las drogas: la exclusión social, la ausencia de la familia, la presión social, la propaganda de los traficantes, el deseo de vivir nuevas experiencias”.
De entre las víctimas, los jóvenes son los más expuestos a caer en las redes de las drogas: “Inmersos en una sociedad relativista y hedonista, reciben propuestas alienantes: de los valores, de una realidad concreta y encaminada hacia la plena realización de uno mismo”.
Para contrarrestar los factores que empujan a los jóvenes a las drogas, subrayó la importancia de promover “una cultura de solidaridad y subsidiariedad orientada al bien común; una cultura que se oponga al egoísmo y a la lógica utilitaria y económica, y que, en cambio, se incline hacia el otro para escucharlo, en un camino de encuentro y relación con nuestro prójimo, sobre todo cuando es más vulnerable y frágil, como es quien hace abuso de drogas”.
“Debemos proponer a nuestros jóvenes programas educativos eficaces y concretos, que desarrollen su potencial y eduquen sus corazones a la alegría de la profundidad, no de la superficialidad”, indicó
Además de la prevención, también subrayó la importancia de la rehabilitación: “Aunque la prevención sea el camino prioritario, es importante trabajar para la rehabilitación de las víctimas de las drogas en la sociedad, para devolverles la verdadera alegría de vivir, para que no se sientan discriminadas o estigmatizadas, sino aceptadas y comprendidas, para un camino de renovación interna encaminado a la búsqueda del bien”.
Por último, resaltó la necesidad de apoyar a esos jóvenes “deseosos de escapar de la dependencia de la droga” que “se comprometen a reconstruir su vida, mirando al porvenir con confianza”.
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