Carlos Salvador (UPN) y Pilar Cortés (PP) se quedaron solos en su rechazo a la propuesta del PSOE, que comienza su tramitación parlamentaria gracias a los votos de PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos, PNV y otros grupos minoritarios
Solo dos voces se comprometieron con la vida durante el debate este martes en el Congreso de los Diputados sobre eutanasia. Fueron el diputado navarro de UPN, Carlos Salvador, y la diputada del PP por Zaragoza Pilar Cortés Bureta. De hecho, estas dos formaciones fueron las únicas que votaron en contra de la toma en consideración de la proposición de ley presentada por el PSOE y que va a ser tramitada gracias a los votos a favor de PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos, PNV, ERC, PDeCat…
Después de que la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, defendiera el derecho a la eutanasia y lo argumentara con base en la autonomía de los pacientes y en una supuesta demanda social, Carlos Salvador fue el primero en posicionarse en contra: «Mi partido defiende la dignidad del ser humano desde su concepción hasta su final natural». Y continuó: «No compartimos esa visión de que hay vidas humanas que, dependiendo de su evolución y desarrollo sean descartables y no merezcan ser protegidas. Para nosotros el derecho a la vida conlleva el deber colectivo de ayudar a vivir, no el derecho, y menos aún el deber de ayudar a morir».
Para Salvador existen alternativas eficaces a la eutanasia como son los cuidados paliativos y, por ello, considera «una grave equivocación» plantearse la aprobación de una ley así sin antes haber universalizado y evaluado los efectos positivos de los cuidados paliativos. También censuró que se diga que existe una demanda social y que los pacientes lo piden porque cree que no es así.
En cualquier caso, se preguntó que si la lógica de la eutanasia es ayudar a morir a quien así lo desee por qué limitar la voluntad de esa persona, su libertad, su soberanía, su derecho a decidir al hecho de estar muy enfermo. «¿Por qué poner obstáculos a esa libertad?», dijo.
Del mismo modo señaló que aprobar la eutanasia, aunque sea con restricciones, no impedirá que estas, con el paso del tiempo, sean cada vez más tenues como sucedió con el aborto. «En su día se aprobó una ley del aborto para reconocerlo en situaciones muy excepcionales. Hoy no necesitamos ninguna razón para impedir la vida de un no nacido. Cuando la sociedad renuncia a defender la vida y asume que se pueden buscar razones excepcionales o bondadosa para eliminar una vida humana, al final, no encontraremos razones para defenderla», agregó.
Salvador hizo, al final de su intervención, dos últimas consideraciones: que una ley de estas características rompe la confianza entre el médico y el paciente y generará más desigualdad, pues la eutanasia no la pedirán los que tienen más recursos o están más acompañados, sino «los que más solos están, los más desfavorecidos, desahuciados; en definitiva, los más pobres».
Por su parte, la diputada popular Pilar Cortés comenzó su turno de palabra diciendo que era «un día triste» porque «hablar de eutanasia es hablar de un fracaso social, es reconocer una derrota política, médica y social ante un enfermo». «Ustedes han dicho que está pensada para casos extremos, pero para esos casos la única solución que damos es la muerta. Es un fracaso que no seamos capaces de ofrecer a esas personas otra salida. Nos negamos a creer que esa sea la solución que podamos dar a esos caso. Y si ahora damos esa respuesta a unos pocos casos, luego lo haremos con más», dijo.
Cortés dijo que la eutanasia, en el fondo, es la acción que menos esfuerzo requiere para un médico y la más económica para un gestor sanitario y añade que si se aprueba irá ganando terreno a los cuidados paliativos y a la propia medicina. «Ha ocurrido así en países donde se ha regulado», añadió.
Por otra parte, apuntó que cuando hay una red de cuidados paliativos, las demandas de eutanasia descienden exponencialmente. Y concluyó: «Nos quedaremos solos y no nos importa. No nos cansaremos de decirlo, el derecho a la eutanasia no aparece en la Constitución ni en ninguno de los convenios internacionales… Y una última reflexión. Es bueno reconocer un bien social en la protección de la vida hasta el final y creo que dejar a nuestro hijos una cultura en la que los enfermos merezcan la protección de todos es una gran herencia».
Fran Otero
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