Pedro Sánchez quiere que la eutanasia sea una realidad en España de aquí a dos años, lo que le queda de legislatura. Tiene la voluntad y los apoyos, los mismos que le auparon al Gobierno. El PP votará en contra, aunque el grado de oposición dependerá de quién sea su futuro líder, mientras el diputado de UPN, Carlos Salvador, promete dar la batalla. Dentro del PSOE, los Cristianos Socialistas, no ven «prioritaria» la eutanasia. Y los médicos la rechazan: «Nunca provocaremos intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de este»
Pedro Sánchez va en serio con la eutanasia. La Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia que presentó su grupo el pasado mes de mayo en el Congreso de los Diputados, cuando todavía no había accedido al Gobierno, se ha convertido en su primera propuesta legislativa en el Congreso. Y quiere aprobarla lo antes posible. Él mismo, en una entrevista el pasado domingo en el diario El País, se encargó de confirmar que va a haber eutanasia en esta legislatura: «Ese va a ser también uno de mis principales compromisos. Yo quiero que esta legislatura acabe con una ley de eutanasia en nuestro país y que sea reconocida como un servicio por parte de la sanidad pública, un servicio fundamental».
No se puede decir que el anuncio haya sido una sorpresa, pues tanto en el programa con el que se presentó en las primarias de su partido, como en las propuestas legislativas que ha promovido, ya se podía intuir. Sí ha llamado la atención la celeridad con la que quiere sacar adelante una ley sobre una cuestión tan sensible y que no cuenta con el consenso científico ni social. Y también porque en la Cámara Baja hay una ley de atención y cuidados al final de la vida, que se encuentra en la última etapa de su tramitación.
La pregunta reside ahora en si los dos años que le restan de Gobierno van a ser suficientes para sacar adelante la propuesta. Los votos –los mismos que le auparon al Gobierno más la previsible abstención de Ciudadanos– los tiene y ya dependerá de lo que la oposición, el Partido Popular, pueda retrasarla en el trámite parlamentario, realizando tanto enmiendas totales como parciales, o solicitando la comparecencia de expertos.
Carlos Salvador, diputado de Unión del Pueblo Navarro, asiduo en materia de defensa de la vida en el Congreso, añade otra variable que podría conseguir que no se aprobase: que Pedro Sánchez, animado por las encuestas, decidiera convocar elecciones anticipadas y no agotar la legislatura. Salvador cree que, tarde o temprano, si se mantiene la correlación de fuerzas actual o el PSOE consigue ampliarlas, se aprobará en nuestro país una ley de estas características. Y lo peor, añade, es que no ve a la sociedad con la fortaleza ni con el ánimo para salir a la calle; ni siquiera a la Iglesia, a la que ve «preocupada con otras cuestiones que le afectan directamente».
Desde la Conferencia Episcopal remiten a las declaraciones que hizo su secretario general y portavoz, José María Gil Tamayo, el pasado mes de mayo coincidiendo con el registro de la ley en el Congreso. Entonces, definía la proposición como «un monumento a la insolidaridad, al descarte humano, además de un corredor de la muerte voluntario que se pretende introducir en la sociedad española de una manera artificiosa. No hay derecho –decía– a esta terrible pretensión de legalizar el suicidio en España, que es lo que es en toda regla». Y añadía que a las personas que se encuentran en situación de dependencia o de debilidad absoluta hay que ayudarlas con los cuidados paliativos acordes a la inalienable realidad de la persona.
La ley, de la que se debatió su toma en consideración en el Congreso este martes, quiere introducir un nuevo derecho individual, la eutanasia, que define así: «La actuación que produce la muerte de una persona de forma directa e intencionada mediante una relación causa-efecto única e inmediata, a petición informada, expresa y reiterada en el tiempo por dicha persona, y que se lleva a cabo en un contexto de sufrimiento debido a una enfermedad o padecimiento incurables que la persona experimenta como inaceptable».
Lo que dice la proposición
La propuesta establece una serie de condiciones para solicitar lo que llama con un lenguaje amable «prestación de ayuda para morir» como son tener la nacionalidad española, disponer de la información, hacer una solicitud voluntaria, tener una enfermedad grave incurable o padecer una discapacidad grave crónica y presentar el consentimiento informado. Si se dan estas circunstancias se procedería «a la administración directa de una sustancia a una persona que lo haya requerido y que cause su muerte o la prescripción o suministro de una sustancia a una persona que lo haya requerido, de manera que esta se la pueda autoadministrar para causar su propia muerte».
Otro punto polémico es que la ley, aunque reconoce el derecho a la objeción de conciencia de los médicos, lo hace insistiendo en que es una decisión individual, sin decir una palabra sobre la postura contraria que podrían tomar los hospitales privados católicos. De hecho, en otra parte de la ley se dice que la prestación se llevará a cabo en centro públicos, privados o en el domicilio de la persona solicitante.
Para Álvaro Gándara, médico experto en cuidados paliativos y expresidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, esta propuesta es «un disparate» y no es más que la confirmación «de las amenazas que estamos teniendo desde hace años». Además, no entiende que se promueva una legislación así cuando hay otra ley que está en las últimas fases de su tramitación. «Y ahora se para y se lanza esta otra. Es un disparate», insiste.
En su opinión, que se lleve a cabo esta iniciativa ahora tiene que ver con «la mentira» de que el 80 % de la población está a favor de la eutanasia, porque en ese caso «el 80 % de mis pacientes [que están en situación terminal] son los que me lo tenían que pedir». «Qué casualidad que de los 1.125 pacientes que atendí durante el último año ninguno haya pedido la eutanasia», añade. Y apunta que la cosa cambia cuando se plantea la pregunta a un joven de 20 años, que no piensa en la muerte, y ni siquiera sabe lo que es la eutanasia.
Gándara no es ni mucho menos una voz aislada dentro de la medicina. Hace justo un mes, la Asamblea del Consejo General de Colegios de Médicos (CGCOM) aprobó una declaración sobre eutanasia y suicidio asistido en la que dejan claro que «el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de este». Eso sí, reconoce que tiene la obligación de aplicar las medidas adecuadas para conseguir el bienestar del paciente, aun cuando de ello pueda derivarse un acortamiento de la vida.
De vuelta al terreno político, Carlos Salvador asegura que, aunque no es muy optimista, va a dar batalla política porque ve antagónico que una sociedad que se dice el bienestar ayude a que la gente se muera. También que se haya propuesto la eutanasia sin antes desarrollar con todo el potencial que tienen los cuidados paliativos. «Al fin y al cabo, esta ley, si llega a aprobarse, va a generar más desigualdad. Porque los que van a pedir la eutanasia son aquellos que están en peores condiciones, sin acompañamiento familiar, sin recursos… Una ley así es corrosiva».
Pablo Casado, con la vida
También desde el Partido Popular prometen batalla. Pablo Casado, diputado nacional y candidato a presidir el partido, lo tiene claro: votará en contra y añade que la regulación sobre el testamento vital en nuestro país es «suficientemente libre». «En este sentido, soy conservador y por conservador me considero progresista: no hay mejor forma de garantizar el progreso que la defensa de la vida», añade en declaraciones a Alfa y Omega. Sobre los posibles apoyos con los que puede contar Pedro Sánchez para sacar la ley adelante, sostiene que el presidente del Gobierno «ha demostrado que no tiene escrúpulos a la hora de pactar con la formación que sea». Y lanza un mensaje final: «Si yo soy presidente del PP, puedo garantizar que defenderemos la vida como lo que es: un valor absoluto. Sin complejos y con audacia».
Este semanario también se puso en contacto con las otras dos candidaturas más relevantes, con más opciones de alcanzar la presidencia, –las de Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal–, aunque al cierre de esta edición no habían contestado a las peticiones para que expresasen su posición sobre la eutanasia.
En el propio PSOE también hay posiciones matizadas en esta materia, como es el caso del grupo de Cristianos Socialistas, cuyo coordinador, Juan Carlos González, cree que iniciativas como estas merecen «más sosiego» y, por tanto, deberían pasar «a un segundo plano» con respecto a la mejora de la situación social y de la lucha contra la desigualdad en nuestro país. González es partidario de los cuidados paliativos, de desarrollarlos con mayor calidad para que la persona no sufra en los últimos momentos de su vida… En cualquier caso, pide «tranquilidad y sosiego», porque no se va a plantear «la legalización del asesinato». Él, como creyente, afirma que la vida la da Dios y depende de Él, pero que también existen otras cosmovisiones vitales y que los cristianos «no podemos imponer leyes desde nuestras creencias. Eso sí, defenderemos nuestra visión creyente».
Fran Otero
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