¡En la oración, levanta el corazón! Pero evita las oraciones complicadas y de bellas palabras.
Que las palabras broten espontáneamente de tu corazón como si estuvieras conversando con un amigo muy querido.
Rezar no es una obligación que es necesario cumplir para "tranquilizar la conciencia".
Reza con amor, sintiendo la vida de cada una de las palabras que pronuncias, para que la comunión con Dios produzca sus frutos.
Que la oración se vuelva en algo indispensable de tu bienestar espiritual.
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