Último domingo de este mes de noviembre y día de los "Sin Techo"...
Un día en el que debemos recordar nuestra misión con los más necesitados, con nuestros hermanos que no lo están pasando nada bien.
Un día que no debe ser cosa de un día sino de toda nuestra vida.
"SIN TECHO" es el título del artículo que se ha publicado en mi semanal tribuna de INFORMACIÓN SAN FERNANDO en el apartado que dirige y coordina mi buen hermano Pepe Moreno Fraile y que tiene como sola misión el hacernos pensar.
Jesús Rodríguez Arias
SIN
TECHO
La historia de Mario puede ser
que sea la misma que la de Andrés o de Chana y Vanesa. Puede ser que todas
hayan empezado de manera diferente aunque el final ha sido el mismo porque
tanto Mario como Andrés, Chana o Vanesa son “Sin Techo” mendigos o “pordioseros”
como despectivamente los tratan este estereotipada sociedad del “tanto tienes,
tanto vales”.
Cada uno llegó a esta penosa
situación de manera diferente, cada uno tocó fondo en ese pozo donde cuesta
tanto salir a flote, donde se llega casi sin darse cuenta, donde te conviertes
en un proscrito de una humanidad que juzga y condena sin ningún tipo de
escrúpulos y menos misericordia.
Algunos vienen de familias
desestructuradas, otros porque en su juventud cayeron en los brazos de la droga
de la que alguna vez salieron para volver a entrar en un continuo zigzag de
vida, otros vieron como su mundo se caía cuando perdieron el trabajo, cuando de
la noche a la mañana el banco le arrebató todo lo que habían construido a base
de años y años dando el callo, se vieron a sí mismos visitando los comedores
sociales e incluso durmiendo en algún albergue pues ya carecían hasta de su
propia sombra, otros llegaron ahí en un afán de libertad que conlleva
demasiados traumas detrás, otros…
Son los que nos encontramos a
la puerta de los bancos envueltos en mantas, papeles y cartones, son los que
nos encontramos en cualquier plaza, son los que nos encontramos en esos lugares
ruinosos donde “residen” los abandonados por la misma sociedad que no olvidemos
somos nosotros mismos y es que eso de “dormir” debajo de un puente se convierte
hoy en día en una “licencia” literaria más que en una realidad pues no hay
tantos puentes que puedan albergar a tantos transeúntes, a tantos “Sin Techo”.
Algunos se han acostumbrado a
esta vida y prefieren dormir todas las noches al raso y aunque le ofrezcas
cama, techo y comida no lo quieren pues han hecho de su cama un simple cartón y
el techo es el inmenso firmamento. Estos existen y no de les debe abandonar
sino prestar la suficiente atención respetando su libertad.
Otros son alojados por los
albergues que tienen los ayuntamientos, las entidades sociales y también las
religiosas donde se les ofrece un techo donde guarecerse, una cómoda cama donde
dormir cada noche y comida caliente que llevarse a la boca. Después todos pasan
por los comedores sociales donde cobijan en sus entrañas comida decente.
A nivel eminentemente público
se debe ser solidario y humano con la situación de estas personas que aunque
vivan de espalda de una sociedad que antes les ha dado la espalda tienen la
dignidad de seres humanos al igual que tú o yo. A nivel de instituciones de la
Iglesia este compromiso se convierte en obligación pues es el mismo Dios quién
nos confiere servir a nuestros hermanos más necesitados y que según sus
designios son también sus favoritos.
Por eso hay muchos que tocados
y sensibilizados por la situación de nuestros hermanos tan desfavorecidos se
dedican a llevarles comida caliente, mantas, abrigos y hasta ayuda médica por
medio de un facultativo a los lugares donde están y residen a la intemperie así
como los que dedican sus esfuerzos para que en los albergues no les falte ni
gloria bendita que para muchos no es tanto lo material sino lo afectivo de una
palabra de cariño, saberse escuchados, queridos, protegidos o darse una
interminable ducha de agua bien caliente con las que intentan mitigar ese frío
que cala sus huesos hace ya tantos años.
Hoy domingo se está celebrando
en muchos lugares el “Día de los Sin Techo” y por eso he querido desviar la
mirada para hacer ver a los que esta sociedad ha condenado al ostracismo de la
invisibilidad así como a todos los que se dedican en cuerpo y alma a que estén
atendidos como se merecen porque ellos son hijos de Dios y además muy queridos.
Con especial referencia a los que realizan labores voluntarias y mantienen los
comedores sociales como “El Pan Nuestro” o en albergues de transeúntes como
“San Vicente de Paúl” o como la
Asociación “Calor en la Noche” que
desarrollan tan humanitaria labor en nuestra Isla.
Y hoy, permitidme, que dedique
un recuerdo emocionado a la Real y Benemérita Institución de Caballeros
Hospitalarios Españoles de San Juan Bautista a la cual me honro en pertenecer y
donde el Señor me ha abierto los ojos a la más cruda y desnuda Caridad.
Hoy en el “Día de los Sin
Techo” os pido que nuestros esfuerzos y dedicación hacia ellos no sea cosa de
solo un día…
Jesús Rodríguez Arias
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