Ayer nos convocaron la Fundación de Cultura Andaluza y la Cajasol para hablar sobre José María Pemán en Cádiz, nada menos que en la que fue su casa. Hablar de Pemán siempre es un placer, aunque nunca es fácil. Se exigen prolegómenos, disculpas y hesitaciones que no se piden para hablar de casi ningún otro escritor. Yo, de esa dificultad extrínseca, paso. Pero "Pemán escribió tanto", como escribió Antonio Burgos, "que escribió demasiado". La dificultad intrínseca de hablar de Pemán es su obra ingente.
Lo cómodo es recortarle consigo mismo. Hay quien prefiere el poeta al narrador, el orador al dramaturgo o el memorialista al historiador. No creo que sea yo un prodigio de originalidad prefiriendo al articulista, por tantísimas razones, sin descartar la imitativa. Sí pretendo echar mi cuarto a espadas a la novedad sosteniendo que el Pemán articulista no se puede contraponer a ninguno porque era la síntesis de los demás pemanes, en particular, el costumbrista.
El conservadurismo encuentra su expresión normativa más atinada en las costumbres. Las leyes tienen cierto pelo de la dehesa revolucionario y una evidente querencia voluntarista. Romanones, que no se chupaba el dedo, dio un sabio paso atrás, y se conformaba con disponer de los decretos. El auténtico conservador se concentra en las costumbres. Sabe, por instinto, lo que explicaba Antonio Gramsci: la cultura social está por encima del poder político. Nicolás Gómez Dávila abunda: "Basta, a veces, que una sociedad suprima una costumbre que supone absurda, para que una catástrofe repentina le demuestre su error".
Pemán, el católico, el monárquico, el tradicional, se acendraba en sus columnas más consuetudinarias, que sostenía con una sonrisa frívola, no, irónica. Tiene muchos escritos que aún tocan de lleno nuestra actualidad, como "El catalán: un vaso de agua clara"; o el poema "Romancillo de la calle de San Francisco y del General Riego", sobre el cambio politiquero de nombre de las calles, que viene como anillo al dedo a tantas vueltas como estamos dando ahora al Estadio Carranza. Pero el Pemán más importante es y será el más íntimo. Cuando menos parece que habla de política, más la hace. Cuando más habla de su familia o su pequeña ciudad de provincias, más defiende los grandes valores. A nosotros nos quedan pocos usos y costumbres que mantener, pero uno, que no podrán quitarnos, es leerle contra viento y marea.
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