domingo, 2 de febrero de 2014

OBRAS DEL PADRE RUPNIK: SANTUARIO DE LA VIRGEN, SALUD DE LOS ENFERMOS EN SCALDAFERRO, ITALIA.



Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos en Scaldaferro
Via Vallazza, 11 – 36050 Pozzoleone Scaldaferro (VI), Italia

Al entrar en la iglesia, incluso si no hay nadie, se ve que se trata de un espacio habitado, poblado, porque entrando en él se entra en una comunión. La iglesia, en efecto, no es otro conjunto de ladrillos, sino la comunión de las personas. 
Por lo tanto, al entrar en este santuario, se percibe en seguida una comunión: se encuentran el Señor, la Magdalena -que dice lo que ha visto en el camino al salir del jardín donde se encontró la tumba abierta- luego un ángel, y también Juan Bautista... al entrar en la iglesia se ven personas concretas. 
La parte nueva del santuario -dedicado a la Virgen de la Salud- en la que se realizó este mosaico se construyó recuperando un muro de la antigua iglesia. La pared ha sido limpiada del yeso, para mostrar la «carne» del muro. Al ver este muro, en cuya pared se ha realizado la parte frontal del mosaico, nos conectamos inmediatamente con la memoria de aquellos que nos precedieron, a una sabiduría que se transmite de generación en generación. Echando un vistazo al muro «abierto» nos conectamos con cuatro siglos antes, con un lugar de la campiña véneta en donde había un establo cuyo pesebre encontramos también. 
En la historia hay dos tradiciones en lo que respecta a la forma de representar a la Virgen de la Salud: una más greco-bizantina que se remite al agua: la Virgen es pintada en un vaso cáliz, como una piscina. Los enfermos que beben y se lavan en el agua de esta fuente curarán; la tradición cristiana siríaca, que es muy rica, se refiere más bien al templo, y para representar a la Virgen de la Salud, utiliza la escena de la Presentación en el Templo. 
En las representaciones del mosaico del Taller del Centro Aletti se han unido a estas dos tradiciones eclesiales. 
Panorámica
Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos
Pozzoleone Scaldaferro
(Vi) - Italia
Marzo 2006

La Presentación en el Templo 
En el contexto de la escena, se vislumbra el templo donde, en el Santo de los Santos, en su parte más interna, detrás del velo, se guardaba el arca de la alianza con las tablas de la ley, signo e instrumento del pacto sellado entre Dios y los hombres, santuario de su divina e insondable presencia. 
En los evangelios apócrifos se relata que María, de niña, entró en el tiempo para tejer su velo. Este relato sirvió a los Padres como una profunda intuición teológica: María niña tejió el velo del templo, luego se convirtió en el Arca viviente de la Alianza y tejió la carne del verdadero templo -Cristo- en su seno. Hasta el momento de la Encarnación, la Palabra sólo se podía escuchar. A partir de entonces, al haberle dado María la carne, la Palabra se puede ver y tocar. 
María y José van al templo para «presentar» al niño al Señor, para consagrarlo. En el rito bizantino, esta fiesta se llama «Ypapanti», es decir, «encuentro»: es el encuentro primario y originante del Padre con el Hijo, pero es también el encuentro del pequeño Jesús con su pueblo. María lo ofrece en las manos de Simeón, hombre justo, que no ha abandonado el templo, ni de día ni de noche, como la profetisa Ana, para esperar la consolación de Israel. El Espíritu los condujo al santuario, visitado quién sabe cuántas veces, y finalmente pueden estrechar en los brazos al Hijo de Dios, al Salvador de Israel. 
Resulta claro por qué esta escena se coloca en un santuario mariano: María, en el antiguo templo, lldevó al nuevo, tejido de su propia carne. María es la «Virgen de la Salud», porque dio la carne a Dios, que a través de esta carne asumida salva a nuestra carne mortal. 
La presentación en el templo
Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos
Pozzoleone Scaldaferro
(Vi) - Italia
Marzo 2006

Jesús cura al paralítico 
Cristo aislado, majestuoso, erguido, está vestido con los colores con los que se representaba en la tradición antigua: tiene una túnica roja, porque es Dios, y está recubierto de azul, el color azul que indica lo humano, para decir que Dios se hizo hombre entre nosotros, con toda la humanidad. 
Y en seguida esta humanidad -que la Virgen como madre le dio- se convierte en principio de salvación de toda la humanidad. Sabemos por los Evangelios que muchos enfermos, poseídos, acudían a él, todo el mundo quería tocarlo. Aquí se ha querido representar la escena de ese paralítico que fue presentado a Jesús, quitando el techo y bajándolo atado a una camilla (Mc 2, 1-12). 
Cristo le dice: «Tus pecados están perdonados». ¿Qué es el pecado? El pecado es la destrucción y la perversión del amor, la destrucción de todas las relaciones y, sobre todo, la distancia insuperable con Dios. Cristo viene y dice: «Tus pecados están perdonados». ¿Quién perdona los pecados? Sólo Dios y aquel a quien se le perdonó el propio pecado sabe que esto sólo lo ha podido hacer Dios. 

Pero la gente empieza a murmurar. Probablemente empezó a decir: «"Pero, ¿qué es esto? ¿Quién te crees que eres? Sólo Dios perdona». La gente no podía ver que Cristo era Dios. Por eso, Él dice al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a casa». Y éste se levanta, toma su camilla y se va, dejando el techo descubierto. 
¿Qué significa todo esto? Que vamos al santuario de la Virgen de la Salud porque nuestra humanidad es vulnerable, está enferma. Incluso quien está sano y robusto en el cuerpo tiene otros tipos de «enfermedad»: quizá tienes relaciones rotas, relaciones violentas, hechas o sufridas, injusticias, ofensas. La humanidad está expuesta al mal y nosotros vamos a La Virgen e la Salud. 
Pero podemos ir allí también porque puede suceder que tengamos un diagnóstico tremendo y no nos consuelan las esperanzas ilusorias de que «después de la operación estaremos mejor». 
Jesús cura al paralítico
Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos
Pozzoleone Scaldaferro
(Vi) - Italia
Marzo 2006

Y entonces se entra en el Santuario. Esta escena nos dice que nosotros también podemos curar. El paralítico no se curó al principio; al principio se le quitó el pecado, es decir, le fue «devuelto» la relación con Dios, se restableció la adhesión a Cristo, se le abrió la posibilidad de amar, fue rehabilitado para el amor, pero no fue curado. La curación es sólo secundaria, y como tal no es lo fundamental. Lo contrario de la muerte, entonces, es la «vida real» (Jn 1, 2), en la que uno puede no participar mientras que todavía está vivo y que puede tener aunque esté en la tumba. 

Descendimiento 
Por tanto podemos no sanar y morir, y sin embargo, estar salvados. No sólo eso, Cristo mismo murió. La humanidad, esa carne que María ha tejido para la salvación del mundo ha muerto, ha sido abrumada por el mal, porque la humanidad está destinada a la tumba. Todos han muertos y también nosotros moriremos como Cristo murió. Pero cuando Cristo muere, es puesto en nuestras manos: en el evangelio se dice que Dios entregó a su Hijo en nuestras manos. Pero éramos enemigos de Dios, una generación perversa y pecadora, y hemos destruido a Cristo, hemos descargado sobre sus espaldas toda nuestra violencia y Él se desplomó. Y a nuestras manos ha llegado muerto. 
El primer gesto de ternura -véase el rostro de José de Arimatea, que también puede ser también el apóstol Juan- del hombre hacia Dios es el de este hombre, que después de que Dios se nos ha dado para mostrarnos la locura su amor y lo que Él se fía de nosotros (mientras que nosotros no nos fiamos de Él, creyendo saber mejor que Él, razonando según el pecado, lo que es bueno para nosotros) hace un gesto de ternura sobre Cristo muerto. 
Entonces José de Arimatea «se convierte en una columna» que sostiene este cuerpo muerto. 
Bajada de la cruz
Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos
Pozzoleone Scaldaferro
(Vi) - Italia
Marzo 2006

Magdalena tien sueltos los cabellos, que se mueves hacia los pies de Cristo. Estos cabellos de Magdalena ya conocían bien los pies de Cristo, al haberlos acariciado y ungido. Pero acariciando al Señor fue salvada y sintió que Cristo le decía: «Tus pecados esta´n perdonados, no peuqes más». Esto no lo había olvidado ya, y desde allí comenzó su curazión. De hecho, la curación comienza con el perdón del pecado. En ese momento nació una mujer nueva. Aquí Magdalena ve las heridas y con su amor loco carga con este peso enorme de Cristo. 
La imagen del descendimiento se ha compuesto sobre la pared detrás del altar donde se celebra, con la intención de mostrar cómo la deposición de Cristo tiene lugar sobre el altar, evocando la tradición antigua. Los sacerdotes bizantinos siguen utilizando un corporal en el que se ha dibujado esta escena, donde, al celebrar, ven a Cristo en la tumba. 
María Magdalena
Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos
Pozzoleone Scaldaferro
(Vi) - Italia
Marzo 2006

Juan Bautista 
Junto a la escena del descendimiento encontramos a Juan Bautista. Está allí porque él señaló a Cristo, diciendo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Aquí parece recordar que Cristo perdonó los pecados a la Magdalena, es decir, que Cristo es ese codero sobre el que «cayó» todo. En efecto, Cristo tomó el pecado, lo absorbió, Él, que no pecó y fue tratado como pecado y finalmente murió. «He aquí el Cordero que toma sobre sí el pecado del mundo». 
Juan Bautista señala aquí también a la Madre de Cristo, la Virgen de la Salud, que está mirando al Hijo, que lleva el pecados de la humanidad, la carne que salvará nuestra carne. 
El Bautista es un asceta, un hombre chupado, del desierto. Está vestido sólo con pieles de camellos. Al verlo, cada uno recuerda el bautismo, ya que fue él quien bautizó a Cristo. 
En esta escena también hay una referencia explícita también al bautismo: el agua que cae desde los pies de la Virgen. En el bautismo, todos hemos sido insertados en el cuerpo de Cristo. Mediante el bautismo hemos engtrado en esta humanidad de Cristo, que murió -y todos moriremos- y por lotanto hemos sido insertados en la muerte de Cristo. Pero el bautismo dice también que si morimos con Cristo, con Élse resucita. Y el bautismo se hace precisamente esto: con Cristo se muere y se resucita. 
Juan Bautista
Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos
Pozzoleone Scaldaferro
(Vi) - Italia
Marzo 2006

La tumba vacía y el encuentro con María Magdalena 
Justo encima de Juan Bautista, vemos la tumba, recuerdo inmedaito del paso muerte-resurrección. Vamos hacia esta tumba, hacia la oscuridad. Cristo, una vez que entró en esta oscuridad ve la tumba «de más allá hacia acá». Hay una gran diferencia: desde la óptica humana la tumba es oscura, problemática, dolorosa, doliente; desde la óptica de Cristo vemos el blanco, el rojo -el color de Dios- el oro, la luz, lo que indica la la santidad divina. 
Hay un ángel sentado sobre la roca que le dice a María Magdalena, que ha venido al sepulcro muy temprano en la mañana: «Pero, ¿por qué vienes a la tumba? Deja de ir a la tumba, mire a tu alrededor». 
Ella se da la vuelta y no reconoce de inmediato a Cristo, que le dice: «María». Cuando uno ama y llama al amado por su nombre, éste inmediatamente se da cuenta de quién lo llama, inmediatamente reconoce su voz, incluso si estuviera entre un millar de voces. Aquí María se representa exactamente en el momento en que oye que la llaman por su nombre y se da la vuelta. Lo hace con un gesto dinámico, porque la salvación es adhesión a Cristo, es adhesirse a Él con todo el corazón, es dejar de resistir, esa resistencia que lleva a la tumba. 
María Magdalena se adhiere a Cristo, que nos mira como lohace también la Madre de la Salud, y muestra a quien mira la herida del costado y de la mano. 
El encuentro entre Magdalena y el Resucitado
Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos
Pozzoleone Scaldaferro
(Vi) - Italia
Marzo 2006

La palmera 
La palmera, representada aquí con un montón de dátires, es un símbolo antiquísimo cristiano de la seguridad de la vida. De hecho, en Oriente Medio los dátiles se consumen durante 365 días al año. Quién tiene dátiles tiene la seguridad de la vida, tiene la certeza de no morir de hambre. Aquí, con los primeros cristianos, se quiere subrayar que los que están con Cristo, aunque mueran, vivirán. La VIrgen de la Salud nos ha dado la carne de Dios en el que somos injertados por el Bautismo, a la que somos llamados por la penitencia para lavarnos de los pecados, de modo que aunque muramos, viviremos. Esta es la escena vista desde más allá de la tumba. 
La palma, símbolo de la seguridad de vida
Santuario de la Virgen, Salud de los enfermos
Pozzoleone Scaldaferro
(Vi) - Italia
Marzo 2006

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