domingo, 2 de febrero de 2014

* DESDE VILLALUENGA: VILLALUENGA..., ¡MI HOGAR!

 
 
La verdad es que ya son pocos los que me preguntan el por qué estoy perdidamente enamorado de Villaluenga del Rosario. El tiempo y todos los post que le llevo dedicado y, si Dios así lo quiere, le seguiré dedicando han hecho que donde antes había extrañeza ahora haya no solo aceptación sino un hondo deseo de conocer mi querido pueblo.
 
Sé que muchos han pasado por delante suyo, incluso se han parado en la Fábrica de quesos para comprar alguno, a lo mejor han paseado por sus sencillas y bonitas calles, pero no conocen el alma de la misma.
 
Cuando algún amigo me dice que le encantaría ir a Villaluenga y que cuando yo me encuentre mejor de mis dolencias digestiva va a visitarnos siempre les digo: ¡Encantado, pues os voy a dar a conocer a Villaluenga y sus gentes! El conocer de esta manera a mi bendito pueblo no da para un simple fin de semana sino para mucho más.
 
El otro día comentaba que mi vida actualmente puede considerarse algo trashumante pues duermo en Jerez, trabajo en San Fernando, resido en Villaluenga del Rosario y cuando no estoy en el camino o en el tren puede que esté en Madrid por temas médicos que todos conocéis y que últimamente me hacen ir a la Capital de España al menos todos los meses. Me levanto muy temprano, a las seis de la mañana, mientras me arreglo, me tomo un buen café con leche "sin lactosa", me encamino a la cercana estación y posterior viaje en tren a San Fernando donde de nuevo una buena caminata hasta mi lugar de trabajo. Entre una cosa y otra vuelvo a casa todos los días sobre las cuatro y media de la tarde. Entre comer, descansar algo, actualizar el blog se pasa la tarde y por la  noche cenar algo muy ligero y acostarse que el día empieza pronto.
 
Amo mis orígenes pues soy de San Fernando aunque mi hogar, mi casa, está radicada en Villaluenga del Rosario. Todos tenemos necesidad de un lugar de pertenencia, a donde ir y volver y ese lugar lo he encontrado en este bendito pueblo situado a la falda del "Caíllo" que la protege y la cuida como la cuna a un bebé.
 
Este fin de semana se presentaba lluvioso aunque el sábado cuando salimos de Jerez el sol se hacía hueco entre las nubes. Al llegar a Villaluenga del Rosario el panorama cambió radicalmente pues la niebla densa se hacía presente en el pueblo borrando todo vestigio de horizonte y una fuerte lluvia caía por todos lados.
 
En cuanto llegamos a casa nos dispusimos a encender la chimenea para calentarla. Organizamos todo y nos dispusimos a sentarnos para entrar en calor. Afuera ya no se veía absolutamente nada y hasta las casas de enfrente, hasta la imagen decimonónica que presencio desde mi puerta había quedado borrada por la niebla, las nubes bajas que descargaban agua por doquier.
 
Unos aperitivos y una copa de vino al calor del fuego de la chimenea hizo el resto. La lectura o una buena conversación es el mejor compañero de este viaje en el tiempo que lleva a serenar los ánimos, olvidarse del estrés, las preocupaciones, en definitiva, de serenar el alma.
 
Según pasaban las horas el tiempo iba cambiando a mejor, llegó la hora del almuerzo que hicimos en casa. Almorzar y dormir la siesta es para mí uno aunque debo reconocer que esta vez el descanso fue leve en tiempo pues apenas me dormí una media hora larga. A las cuatro y media ya estaba despierto con un regusto de calor de hogar a mi alrededor.
 
No había salido de casas desde que llegamos aunque me sentía feliz pues en la misma tenía todo cuanto necesitaba. Muchas veces perdemos media vida intentando ser feliz y la felicidad, la auténtica, no se encuentra en las cosas sino en tu interior.
 
A las seis de la tarde fuimos a Misa a la Iglesia de San Miguel, se celebraba la Presentación de Jesús en el Templo, y las niñas y niños que están preparándose para la Primera Comunión fueron los encargados de la Lecturas así como de hacer las peticiones.
 
El Padre D. Francisco Párraga estuvo muy cercano con los chiquillos mientras mi buen hermano José Miguel Calle no perdía detalle para que todo saliese como era debido. Gran labor es la que hace José Miguel y siempre sabe estar en ese lugar donde quiere pasar desapercibido y ahí radica la grandeza que atesora este hombre de corazón noble y sincero.
 
Después de comulgar, como siempre, me fui a rezar al Sagrario pues ese es mi momento íntimo con Dios y también a la Virgen del Rosario que arriba de Su Bendito Hijo que está cobijado en el Sagrario le pedí que me ayudara ante las próximas pruebas médicas que me tienen que hacer a partir del miércoles 5 de febrero, este próximo miércoles, y puse mi vida, mis preocupaciones y mis gratitudes debajo de Su Manto para que Ella, Madre Nuestra y de todos los hombres, me proteja y me libre de todo mal.
 
Salimos de la Iglesia tras saludar a José Miguel, Charo y D. Francisco. En la puerta hicimos lo mismo con Juan que estaba acompañado con un grupo de veteranos Scouts que todos los años, desde hace décadas, organizan un encuentro en Villaluenga del Rosario.
 
Hetepheres se fue para casa pues se encontraba muy cansada por el brote de alergia que la está acompañando durante la última semana y yo me encaminé a dar una vuelta por mi querido pueblo aprovechando los claroscuros de la tarde-noche que hacía que el nuboso cielo cambiara de color según pasaban los minutos. Se podría estar mirando el cielo horas y horas y siempre estaría distinto.
 
Me encontré con Pepe Sellez con el conversé un rato hasta que se despidió asimismo también me encontré con mi buen amigo Juande con el que charlé un rato antes de seguir con mi particular paseo que me llevó de nuevo a ver a los gatitos de Mateo y en especial a "Feíta" que se llama Rufina.
 
El frío se hacía más presente y la noche iba cayendo. Me di la vuelta y mi siguiente para fue en "La Posada" donde pude saludar a Berna al cual hacía mucho tiempo que no veía así como a Adrián. En una mesa estaban las hermanas Moreno, María y Juani, gracias a la última pude contemplar una bonita exposición de cuadros hechos artesanalmente a base de azúcar y café, imperdibles, cera y grapas. Cuatro cuadros que representaban bustos de personas hechos con tan singulares elementos son obra de un verdadero artista.
 
El tiempo pasaba mientras charlaba con mis buenos amigos allí congregados. A eso de las ocho menos cuarto me despedí y me dirigí para casa cosa que hice por el centro del pueblo. Caminar de noche, ya sea la estación del año que sea, por la calle Real, la Alameda, Mártires o cualquier lugar de este bendito pueblo es una experiencia muy aconsejable para todos los que no tienen tiempo ni de mirarse a la cara. En Villaluenga el tiempo se para pues lo importante es importante y lo demás toma carácter de accesorio.
 
Al llegar a casa me recibió mi mujer en un hogar mullido de calor. Me senté en mi butaca y me puse a actualizar el blog, cosa que hice en poco tiempo, para dar paso a leer el buen libro que tengo entre manos y todo ello al lado de Hetepheres junto a una buena copa de brandy que deleitó mis sentidos.
 
Horas de lectura al calor de la chimenea con una copa de un buen brandy cuyo aroma penetraba por los cinco sentidos. ¿Se puede estar mejor?
 
Sobre las diez ya nuestros cansados ojos no podían seguir leyendo por lo que encendimos la televisión para ver cualquier programa que nos pudiera interesar mientras cenábamos. Estábamos tan bien, tan a gusto el uno junto al otro en nuestra casa, en nuestro hogar, que disfrutábamos cada instante.
 
A eso de las once y media de la noche nos acostamos con el firme propósito de seguir leyendo en la cama. ¡Lo intentamos y  no lo conseguimos! El sueño hizo de las suyas y poco antes de las doce de la madrugada ya estábamos plácidamente durmiendo.
 
Dormir toda la noche del tirón, descansando plácidamente solamente lo he conseguido en Villaluenga del Rosario. A diferencia del día a día que suena el despertador, de los antiguos, de los que no se callan nunca, en Villaluenga no suena nada que interrumpa nuestro descanso. Más de nueve horas durmiendo hizo que nos levantáramos pletóricos de fuerzas y que al abrir la ventana un radiante sol entrara, sin pedir permiso, por todos los rincones de la casa.
 
Mientras se hacía el café abrí la puerta para que se airara nuestro hogar y pude comprobar que hacía un viento bastante frío. Después del "cafelito" y de actualizar algo el blog nos fuimos a desayunar a "Los Caños" una buena rebanada de pan con aceite y ajo, un zumo de naranja y un té rojo mientras leíamos el "Diario de Cádiz".
 
Me apetecía dar un buen paseo aprovechando tan buen día. Hetepheres, bastante cansada se fue para casa, mientras yo subía por la carretera hasta el puerto para luego coger la glorieta y llegar al pueblo. Seguí el camino por arriba hasta llegar al Calvario y callejeando llegué a casa.
 
Hoy hemos estado en casa de Antonio Benítez el cual nos ha recibido con los brazos abiertos. Nos sentamos en el salón alrededor de la mesa y en medio de una buena y amena conversación junto con unos suculentos aperitivos que dispuso en la misma y un extraordinario vino que generosamente cuida y mima hasta hacerlo un bien muy preciado pasaron las horas sin apenas darnos cuenta. Es Antonio ese tipo de personas que hablando con ellas aprendes. También tuvimos el orgullo de conocer a su padre que fue a visitarlo. ¡Gracias Antonio por tu generosidad y por ser como eres!
 
Sobre las tres menos cuarto llegamos a casa para almorzar, dormir una placentera siesta y coger, de nuevo, los bártulos para venirnos a Jerez pues tenemos que empezar una nueva semana llena de responsabilidades, obligaciones y de..., ¡Pruebas médicas!
 
El próximo miércoles partimos para Madrid pues en la tarde del mismo empiezan hacerme una serie de pruebas bastante moletas y ciertamente agresivas aunque imprescindibles para tomar la definitiva decisión que hay que tomar.
 
Estaremos en Madrid cinco días con lo cual no volveremos a nuestro pueblo hasta dentro de dos semanas aunque estos días de inquietud y desasosiego que me esperan me reconfortará y mucho el recuerdo del que es mi hogar, el lugar donde me gustaría pasar el resto de mi vida: Villaluenga del Rosario.
 
Recibid, mis queridos amigos y vecinos, un fuerte abrazo y que Dios os bendiga.
 
Jesús Rodríguez Arias
 
 







 
 
 
 
 

 
 
 
 
 

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