domingo, 30 de junio de 2013

EL CREDO DE LA SALUD.

Hermandad del Santo Crucifijo de Jerez.



He pensado Señor, por qué creo en tu figura.

Parece que el silencio te colma, te brinda instantes de sonoridad quieta y no te entregas a las manos que ansían tocarte.

Ensimismado en la mudez torpe de mis labios, rezando sin cesar con los latidos del corazón envuelto en preocupaciones que nada tienen que ver con lo importante, atisbo un credo en cada cosa que hago al pensar.

He preferido decirme muchas veces que la Salud radica en lo que no se ve, en la acción de tu mano izquierda mientras la derecha se hace ciega aparentando normalidad.

Por poner la cruz henchida
En panales de labranza.
Por ponernos tu esperanza
Al servicio de la vida.
Por sanar toda la herida,
Que nos regala este mundo.
Por no dudar un segundo,
De la fe que te tenemos.
Por permitir que soñemos,
Contigo, mi Dios profundo.
Se inicia la oración:

Creo en el amor verdadero, aquel que no se compra ni mendiga, que nace de lo más hondo y se comparte en miradas, gestos y caricias.

Creo en ti, en todo cuanto tiene nuestro nombre, seña y manera, pues eres el que nos da la vida y quién decida llevarnos junto al Padre, llegada la hora.

Creo en la fe, vehículo incalculable de nuestro destino y en el tiempo, guardián de los momentos compartidos, encontrando en el camino, paisajes verdaderos de amistad, que nos revelan la bondad de los hermanos.

Creo en el “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado”, fundamento de la religión que practicamos.

Creo en la risa, en el llanto, en la pena y en la gloria, pues en ellas habitan todo lo realmente conocido y son parte de la vida que nos toca experimentar, aunque a veces se agote el alma y quiera quebrarse sin remedio.

Creo en la unión, la fuerza, el cogerse de la mano y derribar el sufrimiento. En el padrenuestro sumergido en la cabeza tras comulgar a ciegas, tendiendo la mano al horizonte del Sagrario.

Creo en el abrazo, ternura inexplicable hecha milagro, contagio de sensaciones que afloran en la piel del otro.

Creo en la buena voluntad, en no pensar en mí, más que lo justo y necesario, en no ser yo si no eres ante tú. 

Creo en el futuro, en el convencimiento de saber que todo depende de ti y de lo que esperas y anhelas, en el bastión de la Biblia aunque se tuerzan los senderos que escogemos.

Creo en las circunstancias, pues propician lo que nos ocurre y nos ayudan a demostrar que existen las casualidades, si ponemos tu rostro en quién no cree porque no ha conseguido ver.

Creo en sabernos agradecidos y dichosos, en el “gracias” constante, en la revelación de la sonrisa y una buena palabra para el que tenemos delante.

Creo en Dios, como alma de las relaciones, sean del tipo que sean.

Creo en el universo, que conspira día a día, aventurándose el futuro sin más presagio que las horas que marca el reloj.

Por todo eso, Cristo, hay un credo que no termina. Puedo llamarlo oración, rezo, plegaria, canto, letanía, canción o epístola. Sé que al mirarte, estás. Al pronunciarte, te apareces con las llagas abiertas si mi debilidad te ansía. Y si te hablo, me conmueves. Dejas tu Salud, mordiendo lo malo y acrecentando lo bueno. Aireando las banderas del optimismo y el ánimo. Llenando las alcobas que quedaron vacías y las ocupas sin pedir nada a cambio. Salud en la advocación que prefiere morir y reinventarse en nosotros.



Parece que estás dormido
en los ojos de la gente.
Te despiertas de repente
aún en la cruz dolido.
Sacramento sometido
en la verdad de tu cara.
Pues al mirarte se aclara
todo el miedo por quererte
vencedor ante la muerte
que tu boca nos contara.

No he parado de buscarte
donde tu rostro perdía
el color que le ofrecía
la sangre si por llamarte
latía más por quejarte
el corazón sin templanza.
Camino que con bonanza
susurra puertos de mares
poniendo a nuevos lugares
nombres nuevos de confianza.

Abrirte las manos solas

desenclavando la vida
haciendo lo que me pida
tu sangre mientras le lloras
al calvario de mil olas
que te presenta Jerez. 
¡Frontera de todo aquel
que alzando Dios a su hijo
nombrándolo Crucifijo
se arrodilla en San Miguel!



ÁLVARO CARMONA LÓPEZ
Cofrade de las hermandad de la Virgen de Araceli de Lucena y de las de San Benito, Divina Pastora de Santa Marina y Dulce Nombre de Bellavista, de Sevilla.
Ha sido pregonero de diversos eventos, entre otros en la Hermandad del Buen Fin, Semana Santa de San José de la Rinconada, hermandad de los Javieres, Cristo de la Corona, Salteras, etc.


Evangelio

Evangelio según san Lucas 9, 51-62

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: - «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

Mientras iban de camino, le dijo uno: - «Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió:- «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»

A otro le dijo:-«Síguerne.» Él respondió: -«Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó:-«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios. »

Otro le dijo:- «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia. » Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios. »


Comentario

- «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. El deseo de venganza no tiene cabida en el mensaje que trae Jesús, él no viene a perder a los hombres, sino a salvarlos (Cfr. Lc 19,10; Jn 12,47). Los apóstoles aprenden así que el celo por las cosas de Dios no ha de ser áspero ni violento. El cristiano siempre debe actuar con comprensión, misericordia, perdón…

Hoy se ponen de manifiesto las exigencias que comportan el seguimiento de Jesús. Ser cristiano no es tarea fácil ni cómoda; es necesaria la abnegación, el sacrificio, el poner el amor a Dios antes que cualquier otra cosa. Seguir a Jesús es ser su discípulo. Por el sublime hecho del Bautismo todo cristiano está llamado, con vocación divina, a ser plenamente discípulo de Jesús con todas sus consecuencias. El seguimiento de Cristo lleva consigo una disponibilidad total y rendida, una entrega inmediata a lo que Jesús pide, al ritmo que marca el paso de Dios. Cada seguidor de Jesús debe buscar en la oración y en el trato con el Señor cuales son las exigencias personales y concretas de su vocación cristiana.

No se puede seguir a Jesús poniéndole condiciones. El Señor ve en quienes en el Evangelio de hoy se le acercan  poca decisión para seguirle, uno quiere ir a enterrar a su padre, otro ir a despedirse de sus familiares…, es decir han sido invitados a mucho y responden aceptando un poco, algo. Hemos recibido la invitación del Señor a la puerta del corazón, pero no le hemos permitido la entrada, la recibimos a medias, en el fondo sin recibirla, nos conformamos con vivir una entrega a medias, ponemos condiciones. Así no se puede seguir a Jesucristo. El Señor espera una entrega plena: Amarás al Señor tu Dios con toda el alma, toda la mente, todo el corazón… todo el ser.

Nuestra lealtad y fidelidad a la tarea que Dios nos confía debe ser plena, entonces es capaz de superar todo obstáculo, en primer lugar los que surgen de nuestra propia debilidad, de los propios pecados. “No existe jamás razón suficiente para volver la cara atrás [hemos leído en el Evangelio, quien así actúa “no vale para el reino de Dios”]: el Señor está a nuestro lado. Hemos de ser fieles, leales, hacer frente a nuestras obligaciones, encontrando en Jesús el amor y el estímulo para comprender las equivocaciones de los demás y superar nuestros propios errores” (Es Cristo que pasa, n.160)

Pidamos a la Virgen ser todos los días fieles seguidores de Jesús sin ponerle condiciones.

Comentarios: Rvdo. Sr. D. Manuel Gordillo Cañas, Pbro. Párroco de la de San Roque de Sevilla



Pontificia, Antigua y Venerable Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos del Santo Crucifijo de la Salud y María Santísima de la Encarnación

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