Siguen apareciendo escándalos respecto al dopaje que dañan a los deportistas. Parece que eso de «lo importante no es ganar, sino participar» pasó de moda, o que en ciertos deportes el beneficio de ganar es tal que se olvidan los valores por los que el deportista se enamoró de la práctica deportiva y de la competición. Recuerdo cuando en nuestro país vecino se parodió a nuestros deportistas, como si su superioridad se debiera al dopaje. La apuesta por deportistas españoles nos ha llevado a lugares que creímos inalcanzables, y eso despierta recelos insuperables. No dejaremos de valorar a nuestros deportistas, defender su honestidad y creer en los principios meramente deportivos, únicos capaces de conseguir la victoria. España también ha demostrado su superioridad ante otros países en el deporte paralímpico en múltiples disciplinas. Sólo falta que las ayudas a nuestros paralímpicos se igualen a las de nuestros olímpicos. Y todo gracias a los principios que aquí tenemos bien arraigados de la ética y la motivación en el deporte. Debe quedar clara la reconocida y admirada limpieza de los deportistas españoles y el rigor de la legislación contra el dopaje. Mi experiencia en el deporte paralímpico lo corrobora, ya que, no sé si por casualidad, pero en España a las medallistas nos han hecho siempre el test antidoping mientras que en otros países no fue así. Un gran ¡hurra por nuestros deportistas honestos!, y hurra también por quienes prefieren mantenerse fieles a sus principios antes que oscurecer su vida y, reputación por un puñado de euros. No son noticia, pero afortunadamente son más.
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