MCL Oswaldo Payá
Sitio wb del Movimiento Cristiano Liberación
“Tengo miedo, pero ese miedo no va a poder conmigo.” Es lo que ha dicho Rosa Maria Paya en su discurso del 5th Geneva Summit for Human Rights and Democracy este año. Se refiere al miedo real que paraliza a muchos cubanos hasta tomar control sobre sus propias vidas.
Ella no se deja paralizar por ese tipo de miedo aunque hoy vive en medio de una dictadura que es intrínsecamente perversa, que asesina y acosa a individuos y familias indefensas hasta ahora con la mayor impunidad y en algunos casos la complicidad de gobiernos de países democráticos que guardan y pactan silencio con tales desaforados. Una dictadura que por el terror paraliza y somete a los individuos, a las masas.
No se trata de una expresión altanera ni arrogante. No es así Rosa María. Ella sabe lo que la fuerza bruta es capaz de hacer, el daño físico y psicológico que los soberbios pueden hacer a personas pacificas e indefensas. La referencia le ha venido de muy cerca, desde el día en que nació. Ella lo ha sufrido en carne propia, ella lo sabe porque durante sus 25 años de vida el terror de toda una maquinaria criminal del Estado ha ido a por su familia y sus amigos. Y han ido, hasta el extremo del crimen.
Ella sabe que un sistema inhumano como el que esta entronizado en la isla es capaz de someter o anular a sus detractores por la fuerza y pueden hacer esto no solo porque la mayoría de los mortales solemos evitar el roce con los psicópatas sino porque también no faltan supuestos psiquiatras que al paciente tratan su incontrolable instinto bruto con la benevolencia del laissez faire…
Pero el miedo que no podrá con Rosa María, el miedo que no ha podido en más de medio siglo de terror con muchos cubanos es ese miedo propio, ese egoísmo del cual se nutren los que insisten en tratarnos como no personas. Rosa regresara a Cuba, su patria, en unas pocas semanas más.
Allá quedan su madre, su hermano, sus tías y abuela. Quedan nuestros líderes y activistas del Movimiento Cristiano Liberación, quedan sus amigos y también una nación enfrentada consigo misma y enferma por el odio. Rosa será ella y sus circunstancias como cada uno de nosotros.
Con su fragilidad humana y la fuerza de su verdad esta pequeña niña de ojos melancólicos es ahora nuestra responsabilidad. Es nuestra referencia, nuestro desvelo. Si tan solo pudiéramos evitarle un segundo de dolor, si tan solo pudiéramos cambiarnos por esta niña nuestra y ocupar allí el sitio!
Si, Rosa Maria Paya sabe que a los asesinos de su padre les es muy fácil poder detenerle sus pasos. Yo temo por ella, todos tememos junto a ella porque sabemos de lo que es capaz la tiranía. A ese régimen brutal le es muy fácil impedir que hoy podamos reunirnos todos en nuestra isla amada para trabajar por lo bueno y útil para nuestro pueblo.
Pero ese terror, ese miedo interior al que nos hemos sometido los cubanos por nuestros egoísmos y por el odio nunca le paralizara este donde este, el miedo nunca impedirá que ella, como todos nosotros, dejemos de soñar un país mejor y a caso ver desde el malecón habanero o el de la Ermita, nostálgicos, el amanecer de la liberación.
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