Quiero vivir hoy en los
recuerdos, recuerdos de una niñez en la Plaza del Carmen, recuerdos de una
familia conformada por 4 hermanos y una madre porque la figura paterna había
desaparecido por una grave y contundente enfermedad.
Recuerdos que cuando cierro los
ojos aparecen y parecen tan nítidos que siento hasta los olores, esos olores
que han rodeado tu vida y que ya rara vez los llegas a percibir con el pasar de
los años.
En mi casa siempre se ha vivido
la fe en Dios y en Su Bendita Madre, especialmente por la advocación del Carmen
pues la teníamos como vecina pared con pared. Personas de Iglesia, de
profundidad y con vocación hacia un apostolado concreto: El cofrade.
De siempre en casa por herencia
familiar dos Hermandades figuraban nuestros apellidos en la nómina de hermanos:
Vera+Cruz y Nazareno. La primera porque mi abuelo materno estaba vinculado a
ella, de la que fue miembro de su Junta de Gobierno, la segunda porque mi
abuelo paterno fue durante unos años Hermano Mayor, muriendo en el cargo, que
entonces estaba unido al de Alcalde.
Los hábitos negros y fajines
amarillos así como los de color morado y cíngulo, también, amarillo reposaban
perfectamente planchados para que mi hermano
se revistiera en la tarde-noche del Miércoles Santo así como en la Madrugá
de esta querida Isla de León.
Las cosas de la vida y de Dios.
Nunca fui, al ser el benjamín de la familia, apuntado ni a una ni a otra. No sé
las razones que llevaron a mis padres a decidir de esa manera, pero la realidad
es que todos mis hermanos lo eran de la Hermandad del Nazareno a lo que se unía
la de Vera+Cruz solamente para el varón mayor que había en la casa.
Desde siempre he respirado el
olor de la fe, de una fe profunda, atestiguada con hechos y no solo con
palabras y nos inculcaron que una forma de llevar a cabo la misma se hacía por
medio de las HH.CC.
Mi padre murió jóven, cuando yo
era un niño que estaba a punto de cumplir los siete años, no recuerdo mucho de
él, vamos no recuerdo casi nada de él. Mis recuerdos son los comentarios, siempre
buenos que hacían las personas que le
habían conocido o tratado, uno puede
perfilar sus recuerdos por medio de palabras y no de experiencias porque no ha
tenido tiempo de vivir las segundas.
Al año siguiente de su muerte,
en 1978, fui a ver las procesiones que salían durante la Semana Santa, me
acompañó mi tía porque para mi madre todavía estaba muy reciente la pérdida de
nuestro padre y su marido y la tristeza embargaba su ser y sus sentidos. Mi
recuerdo de ese año, de todos los años, se materializa en una imagen grabada a
fuego en mi corazón y mi cabeza: Calle Diego de Alvear, ingente cantidad de
nazarenos blancos con fajín rojo así como los hermanos de Junta llevaban unas
elegantes capa de ese mismo color. Al final se acercaba un paso dorado con una
imagen estremecedora: Jesús portando con la Cruz y con el brazo derecho apoyado
en Su Bendita Madre en ese camino de la Amargura que fue la Vía Dolorosa que
caminó hasta llegar al Calvario. Fue, precisamente, esa imagen del Hijo apoyado
en Su Madre la que me embelesó y me enamoró para el resto de mis días.
No sería hasta algunos años
después cuando ingresaría en la Hermandad de los Afligidos, mi primera y la que
quiero como “mi” Hermandad, donde he
vivido toda clase de momentos, donde me he desarrollado como persona, como
cristiano, donde se ha ido alimentando mi fe, donde guardo tantos y buenos
amigos que considero hermanos, una parte de mi familia. Estos queridos hermanos
hemos compartido tristezas y alegrías, enfados y reconciliaciones, como es la
vida misma.
Otros se han quedado en un punto
determinado, las circunstancias han imperado para que fuese así aunque no
descarto que algún día, cuando Dios lo quiera, volvamos a reencontrar nuestros
caminos y, también, la amistad. Dios actúa y sabe lo que hace siempre.
La Institución permanece
siempre, las personas van pasando, según los tiempos, aunque todas ellas dejan
una impronta personal muy necesaria porque una no tendría sentidos sin las
otras.
Sigo con los ojos cerrados, me
lleno de recuerdos, ya está cada vez más próxima la Semana Santa porque hay
muchos carteles, aparte del oficial, que así la anuncian, porque todo el centro
huele a los roscos de la Victoria, porque los escaparates presentan motivos que
nos indican que está próxima esta celebración que en San Fernando y en
Andalucía se vive como una auténtica explosión de fe gracias a la Religiosidad
Popular y todo lo que ello conlleva, porque el Apostolado Cofrade hay que verlo
y sentirlo con su verdadera dimensión e importancia.
Esta Cuaresma está siendo
diferente a las demás, la he encauzado desde una experiencia personal que me
está llevando a lo más íntimo. Las meditaciones se suceden con una oración
sosegada todo ello en medio de la soledad, entre la inmensidad que supone el
estar apartado del mundo, del ruido, de todo cuanto pueda contaminarnos. Estar
con el Señor en una pequeña Iglesia apartada de todo es uno de los privilegios
que Dios me está permitiendo vivir en esta Cuaresma llena de espiritualidad, de
sentimientos encontrados, de poner kilómetros de por medio de todo lo que me ha
rodeado en mi vida personal y de fe. En la soledad y en el silencio alimento mi
alma.
Y como me considero un “cazador
voluntario de soledades” a esto me llevado el vivir las experiencias que
atesoro como oro en paño. Las alegrías y las tristezas, las enfermedades y la
salud, las humillaciones y los honores, que de todo ha habido, han hecho que
sea el hombre que hoy soy. Dios ha permitido todo porque sabe que podía
soportarlo y que, en definitiva, era bueno para mí.
En Villaluenga del Rosario estoy
viviendo la Cuaresma de lo sencillo, la Cuaresma de la fe recia, la Cuaresma
apartada de todo y en este ostracismo en el que me hallo tan a gusto, fuera de
todos los círculos y marejadas, rezo ante el Señor Sacramentado que está
cobijado en el Sagrario de la recoleta y antigua Iglesia de San Miguel, ante
Él, ante Jesús, imploro por mis queridas Hermandades y Cofradías así como a
otros movimientos e instuciones a los que pertenezco: AcdP, Caballeros
Hospitalarios, Comisión del Corpus, para que Dios les ayude y les guié siempre
en el camino correcto, el que lleva a la Salvación. Estos días mis rezos están
dirigidos especialmente por Su Santidad Benedicto XVI así como al Colegio
Cardenalicio, para que Dios los ilumine con Su Espíritu y elijan al nuevo Santo
Padre que dirigirá la Iglesia Católica a partir del próximo 28 de febrero de
este año 2013.
Abro los ojos y los recuerdos
permanecen inalterables en mi mente, en mis sueños, en mi alma.
Un abrazo a todos mis queridos
hermanos,
Jesús Rodríguez Arias
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