Trata a la gente con respeto, con la debida estima y reconocimiento de su especial valía, incluso con admiración por lo que significan para ti o aportan a tu vida, y siempre con humildad. Pero no consientas que se pongan en un pedestal por ello, ni los pongas tú en altares inalcanzables. No dejes que te dominen ni te exijan adoración o adhesión sin fisuras, no permitas que te humillen, que te ridiculicen, que te traten con desdén, indiferencia, desprecio.
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