Morín regresa. Apenas 24 horas después de que la Audiencia Provincial de Barcelona le absolviera por los 89 abortos que practicó a mujeres en avanzado estado de gestación, el ginecólogo peruano anunció ayer que estudia reabrir sus clínicas y practicar abortos. «No siempre coincide el deseo con el poder. Tengo energía, a pesar de la edad, y los principios intactos», afirmó ayer Morín en durante una entrevista a la emisora Rac-1. «Mi mujer me diría que lo descartase. Yo no pierdo nunca la ilusión», añadió.
«Morín considera que es un hombre rehabilitado. Y el aborto es un magnífico negocio. Su motivación es volver a ganar mucho dinero», afirmaba ayer a este diario Josep Miró i Ardèvol, presidente de E-Christians, asociación que se personó en el juicio como acusación popular. Y es que para Miró, su «trayectoria conflictiva» siempre ha venido marcada por la «ostentación» que siempre ha hecho de sus «avanzadas prácticas clínicas».
No en vano, Morín hizo fortuna en Barcelona gracias a cinco clínicas –TBC, Emece, Ginemedex, CBC y Barnamedic– que, hasta ahora, permanecían precintadas por las autoridades. La Fundación Tomás Moro estimó que los ingresos de estos centros rondaban los 12 millones de euros. De hecho, hace cuatro años, durante la instrucción del caso, Morín declaró que poseía una sociedad patrimonial valorada en 1,7 millones de euros.
¿Ruina o estrategia?
Sin embargo, tal como declaró su abogado a LA RAZÓN al poco de comenzar el juicio, ahora, tanto el doctor como su mujer, María Luisa Durán, están «arruinados»: cobran una pensión de 1.300 euros y tienen una parte embargada. Ambos viven en un piso de alquiler que comparten con la hermana de su mujer. Durán fue tajante: «Tuvimos que venderlo todo y ahora no tenemos propiedades a nuestro nombre», afirmaba. Ahora bien: también es cierto que ambos se refugiaron en la isla de Menorca, en una vivienda de nuevas construcción del Paseo Marítimo de Ciudadela, donde los pisos están valorados en 850.000 euros. En definitiva, no se sabe si la presunta «ruina» de Morín responde a una realidad o a una estrategia.
¿Cómo trabajaba? Por un lado, gastaba mucho dinero en material médico, pero, por otro, no tenía anestesistas para ahorrarse costes, pues un médico generalista podía hacerlo de forma igualmente eficiente. Y en cuanto a las pacientes, el sumario sobre los abortos expone que no emitía facturas de las intervenciones.
El Tribunal Europeo
Ante este cúmulo de irregularidades, E-Christians ya ha anunciado que va a recurrir la decisión de la Audiencia. «Con la ayuda de todas aquellas entidades que quieran colaborar, vamos a organizar una actuación informativa de los contenidos de la sentencia», dice Miró. Según informa Ep, no se descarta incluso elevar la petición al Tribunal Europeo de Justicia.
Y es que, «más que una sentencia es un escandaloso indulto, practicado con una ideología concreta por parte del juez y las dos juezas que la firman», afirma Miró. Algo que se refleja en detalles del texto, como cuando hacen alusión a Santiago Barambio, presidente de la Asociación de Clínicas para la Interrupción del Embarazo (ACAI), como un profesional de «indiscutible prestigio» que ha actuado en el proceso más como un «perito» que como testigo.
Para Miró, la resolución refleja «que el aborto no cuenta con ningún elemento que lo limite», quedando como conclusión que, en nuestro país, «no existe el aborto ilegal».
Así, señalan en E-Christians, la absolución se ha producido a pesar de que la sentencia «ha demostrado que el médico no tenía por qué visitar a la paciente» que alegaba el aborto por cuestiones psíquicas. O que existen «documentos firmados por médicos que no reconocen» su letra. La sentencia tampoco aclara, según Miró, por qué unos fetos extraídos pasaban por una trituradora mientras que otros sí que pasaban por el «cauce legal». Y el propio texto revela «el caos de documentación» que había en las clínicas. «No se sabía quién había practicado el aborto, quién era el anestesista, las documentación... Se incumplieron requisitos médicos y administrativos». Tampoco puede olvidarse, según la asociación, el caso de la testigo que declaró en un principio y, después, «perdió la memoria».
Miró recuerda que la grabación de cámara oculta por parte de una televisión danesa en 2006, y que dio pie a conocer las irregularidades de sus clínicas, no fue la primera que puso en un compromiso al ginecólogo peruano. «Un año antes, el ''Sunday Telegraph'' hizo algo muy parecido, con Morín explayándose sin ningún problema», afirma. El presidente de E-Christians apunta a que «Scotland Yard investigaba por qué una clínica del Reino Unido enviaba a mujeres a abortar en sus clínicas de Barcelona».
Para Miró, el «escándalo en Europa» no se ha traducido en una oleada de indignación en nuestro país. «Las televisiones españoles nunca han mostrado ningún interés en dar a conocer estos informes», asevera. No en vano, permanece asentada «una ideología en favor del aborto».
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