El II Congreso Internacional de la Cátedra Scholas Occurrentes de la Universidad Católica de Valencia tuvo como gran protagonista al cardenal Ravasi, quien aseguró que la pérdida de la identidad cultural y moral es el caldo de cultivo perfecto para nacionalismos, populismos, soberanismos y fundamentalismos
«Para que haya pacto educativo, el mundo adulto se tiene que poner de acuerdo en que el bien común es el único bien que quieren los jóvenes». Esta frase de José María del Corral, director mundial de Scholas Occurrentes, resume el tema central del II Congreso Internacional de la Cátedra Scholas Occurrentes de la Universidad Católica de Valencia, que se celebró entre los días 10 y 12 de abril. Porque si algo recorrió todas las intervenciones de los distintos ponentes fue la necesidad del diálogo y de consenso a la hora de abordar cómo debe ser la educación del futuro.
Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, lo dejó claro, sobre todo en el ambiente electoral en el que estamos inmersos: «[Los dirigentes políticos] no deben actuar aisladamente, sino ser capaces de escuchar al resto de las voces implicadas en la educación, entre las que se encuentra la Iglesia. Es evidente que hace falta un pacto global en el que entren todos los agentes educativos pero sin aceptar, de forma ingenua, el cambio cultural y antropológico que se está produciendo; hemos de buscar puntos de referencia seguros».
En este sentido, el purpurado advirtió ante «la erosión de las identidades culturales, morales y espirituales y la fragilidad de los nuevos modelos éticos sociales y políticos, que desquebrajan los cánones de identidad y los códigos éticos, así como propician los fundamentalismos, nacionalismos, populismos, soberanismos y localismos».
El arzobispo anfitrión, el cardenal Cañizares, ahondó en la necesidad de un gran acuerdo en materia educativa: «Si hay partidos y grupos sociales en contra de un pacto es porque no educan. Nosotros agradecemos que este pacto educativo sea también para la ciudadanía global, para el cambio cultural y para llevar a cabo, sencillamente, la renovación de nuestra sociedad: una humanidad nueva hecha de hombres y mujeres nuevos».
Esta renovación que se propone desde la Iglesia supone, en palabras de Yolanda Ruiz, directora de la Cátedra Scholas Occurrentes, «una concepción del ser humano integral, no solo intelectual». Y añade, en entrevista con Alfa y Omega: «Scholas no se centra en la búsqueda de un ser humano productivo y rentable, sino que busca formar personas y para ello utiliza herramientas didácticas potentes como el arte, el deporte, el juego y la tecnología».
Ruiz defiende el pacto educativo como «una referencia de gran valor para construir a largo plazo un sistema basado en el bien común». De hecho, cree que para alcanzarlo tiene que haber una preocupación por este bien común: «Si solo es el bien de un partido, de la mayoría o de la suma de minorías, sean las que fueren, no habrá pacto».
En su opinión, los grandes desafíos actuales de la educación tiene que ver con el mundo digital, pues tanto redes como nuevas tecnologías «condicionan el planteamiento educativo»; con lograr que familias, profesores y sociedad tengan un mismo horizonte; con el desarrollo de metodologías inclusivas «en las que nadie esté descartado o excluido y metodologías que ayuden a introducirse en el sentido de la realidad», y con el fomento de un espíritu crítico educando para la virtud y la casa común.
Para Ruiz, el congreso celebrado en Valencia se puede resumir en cuatro conclusiones. La primera, que educar no se debe confundir con instruir o formar y que, por tanto, «se necesitan educadores con sentido y para el sentido». En segundo lugar, continúa, los educadores deben ser «servidores de esperanza» para el cambio. En tercer lugar, señala la necesidad de profundizar en el pensamiento de la Iglesia y del Papa Francisco, conociendo las implicaciones educativas. «El cuidado de la casa común plantea la vuelta a nosotros mismos y al sentido relacional con los otros y con el otro». Y, finalmente, hay que mantenerse alerta ante el riesgo de que se intente en la práctica «suprimir el artículo 27 de la Constitución Española, que garantiza la libertad de educación y nos impulsa a un pacto educativo apartado de intereses partidistas e ideologizantes».
José Calderero/F. O
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