jueves, 25 de abril de 2019

ENTREVISTA A PEDRO LUIS LLERA

Marchando Religión

Entrevista a Pedro Luis Llera -MarchandoReligion.es

Los laicos estamos llamados a alzar la voz. En estos momentos y con nombre propio, destaca en nuestro panorama eclesial, Pedro Luis Llera, ¿Quieren conocerlo un poco más a fondo?

“Entrevista a Pedro Luis Llera”, realizada por Sonia Vázquez

Pedro Luis Llera no necesita presentación, su defensa por la Fe le ha llevado a ocupar un lugar propio dentro del actual panorama eclesial. Asturiano y afincado en estos momentos en Puerto Real, donde dirige el Colegio Juan Pablo II, de la Fundación Educatio Servanda. En esta entrevista nos vamos a adentrar en estos aspectos de su vida, la enseñanza católica, su vida de Fe y también, como no podía ser de otra manera, hablaremos de la situación actual de la Iglesia, su implicación como laico y sus artículos en su blog, Santiago de Gobiendes, que a día de hoy, podemos decir que han dado la vuelta al mundo.

Agradecemos a Pedro Luis esta entrevista que nos concede y su amistad y cariño para nuestra página, que es su página.

Pedro Luis, bienvenido una vez más a tu casa, Marchando Religión, espero que te pongas cómodo para la entrevista porque no vamos a dejar nada en el tintero, nuestros lectores tenían ganas de hurgar en tu interior y les vamos a dar esta satisfacción.

Hace cinco años empezaste un blog llamado “Santiago de Gobiendes” y tu primer post fue dedicado a la Iglesia Prerrománica situada en Asturias que lleva dicho nombre, ¿Pensabas hablar de arte o sólo fue una pequeña “trampa” para captar la atención del lector y lanzarte a la contienda por la defensa de la Fe? ¿Qué te llevó a abrir un blog en el paraíso digital?

P.L: Antes de nada, gracias por esa introducción tan cariñosa. Pero dejemos las cosas claras: yo no soy nadie. Y si algo valgo, no es mérito mío, sino pura gracia de Dios. Así que alabemos al Señor: sólo al Señor.
El primer artículo en InfoCatólica, efectivamente, lo dediqué a mi Parroquia de referencia, a mis raíces. Pero nunca se me pasó por la cabeza escribir sobre arte, aunque me apasiona el tema. Ese primer texto era una declaración de intenciones. Nuestra fe tiene raíces. Nosotros hemos recibido la fe de nuestros antepasados. Los modernistas pretenden hacer tabla rasa y empezar una iglesia nueva, prescindiendo de la tradición. Como si nosotros fuéramos dueños de la fe y de la Iglesia y pudiéramos cambiar el depósito de la fe y la esencia misma de la Iglesia. Pero la Iglesia vive cada día lo que el Credo llama “la comunión de los santos”. Hay una Iglesia militante, que es la que peregrina hoy en este mundo. Pero hay una Iglesia triunfante, que es la de los santos en el cielo; y hay una Iglesia Purgante[1].
En definitiva, mi primer artículo (el anglicismo “post” lo detesto) era una reivindicación de la santa tradición. Nosotros hemos de vivir nuestra fe en comunión con los santos, que nos enseñan el camino de la salvación. Son quienes nos han precedido en el camino de la fe y el ejemplo que debemos seguir para vivir unidos a Cristo y llegar a ser santos, que es lo único que importa.
Antes de abrir el blog en InfoCatólica, ya llevaba muchos años escribiendo en otros portales digitales: Análisis Digital, Camineo.info, Catholic net, Forum Libertas… En un momento dado, Luis Fernando me invitó a abrir un blog en InfoCatólica. Y acepté porque me parece que InfoCatólica es uno de los portales de referencia en España y en medio mundo en lo que se refiere a la información religiosa. Mi único objetivo es ser testigo de Jesucristo y anunciar la alegría de la salvación y la necesidad de conversión. El blog – y yo diría que toda mi vida – tiene como fin fundamental llevar almas a Cristo para que se salven.
Y la verdad es que no escribo por gusto o por vanidad. He tenido la tentación muchas veces de dejar de escribir. Mucha. ¿Qué necesidad tengo de complicarme la vida? ¡Ninguna! Escribo porque el Señor no me deja tranquilo y, de alguna manera, me fuerza a escribir. Seguramente porque no soy nadie y a Él le gusta escoger a personas insignificantes… Pero viviría mucho más tranquilo si dejara de escribir. Pero no puedo… Hay una especie de fuego que arde por dentro y no se consume nunca que me abrasa…

En tus artículos has hablado de los enemigos de la Iglesia y has señalado con el dedo a “los herejes que tratan por todos los medios de destruir la Iglesia desde dentro”. No obstante, también has mencionado en otro artículo que si el Papa fuera hereje, tú no lo dirías: “Yo desde luego, si llegara a pensarlo (que no lo pienso), no lo diría en ningún caso públicamente”. Te pregunto entonces, ¿Quiénes son esos herejes? Aunque tú no lo digas, hay personas que señalan abiertamente al Romano Pontífice, ¿Está libre de pecado o es que hay un obligación cristiana de tapar sus errores?

P.L: Los enemigos de la Iglesia, por una parte, son los impíos, los apóstatas, los comunistas, los liberales; los que propugnan la ideología de género… Los que proclaman que “Dios ha muerto” y viven y legislan al margen de Dios y contra Dios. Son los que se ríen de nosotros o los que nos señalan con el dedo y nos acusan de “homófobos”, de machistas y de fascistas. El siglo pasado asesinaron a miles de católicos, simplemente por serlo. Pero la excusa era que no los mataban por su fe, sino por ser “facciosos”. Poco han cambiado las cosas. Gracias a Dios, de momento no nos matan.
Otros enemigos son los yihadistas fanáticos que se están dedicando a asesinar cristianos en todo el mundo, aunque los medios muchas veces lo silencien. Los islamistas son otro peligro más que evidente.
Pero todavía hay otro enemigo peor que está dentro de la propia Iglesia: son los modernistas. Los modernistas son los quintacolumnistas que buscan destruir la Iglesia desde dentro. No creen en Dios. Su doctrina es puramente inmanentista. Para ellos Jesús es una figura histórica, una persona admirable que luchó contra los poderosos de su época y fue asesinado por sus doctrinas “revolucionarias”. Pero no creen que Jesús sea Dios. Son neo-arrianos. No creen en la resurrección, ni en los milagros, ni en los dogmas de la Iglesia: no creen en la virginidad de María, no creen que sea la madre de Dios; no creen en la transubstanciación, no creen en la presencia real de Cristo en la Santa Hostia. No creen en nada. Quieren convertir el catolicismo en una suerte de religión universal filantrópica, en una ONG que sirva a los propósitos de un nuevo orden mundial con un gobierno global. Los modernistas no creen que Cristo sea el único Salvador ni que no hay salvación fuera de la Iglesia. En realidad, todas las religiones son igualmente válidas para estos herejes. Dios quiere todas las religiones por igual. No hace falta hacer proselitismo… ¿Para qué? Todos van a ir al cielo igualmente… No hay infierno: es un mito, un cuento. Para los modernistas todo son metáforas y símbolos. Nada más.
Por eso las apariciones marianas, como Fátima, les molestan sobremanera, porque la Virgen les muestra a los pastores el Infierno y les insiste en la necesidad de sufrir y de rezar por la conversión de los pecadores.
En cuanto al Papa, yo no soy nadie para condenarlo ni para declararlo hereje. Eso sería una barbaridad y una verdadera necedad. En realidad, creo que nadie puede en este mundo hacer una cosa así. Y si alguien puede señalar errores en el Santo Padre, serán los obispos y los cardenales. El Papa es el Papa. Y no es impecable. Y puede caer en errores. El Papa solo es infalible cuando habla Ex Cátedra para fijar alguna verdad de fe. Y los papas hablan ex cátedra muy pocas veces. Pero el Papa no es infalible cuando da entrevistas, por ejemplo. El Papa no es el dueño de la fe. No puede cambiar el depósito de la fe. Nuestra fe es la misma que la de los apóstoles, la misma que la de los santos y doctores de la Iglesia; la misma fe que tenían los Padres de la Iglesia. Lo dijo Benedicto XVI: el Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley. El Papa es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad. La papolatría es pecado: es idolatría. Nuestro único Señor es Jesucristo.

Una de las frases, buque insignia del Papa Francisco es “hagamos lío en la Diócesis”, Pedro, ¿Tú también te has propuesto esta frase como bandera o es fruto de la casualidad el lío que están causando tus artículos?

P.L: No sé si mis artículos causan ningún lío. Yo más bien pienso que no sirven para nada… Yo me veo predicando en el desierto… Pero Dios sabrá… En cualquier caso, el único lío que quiero es que todos se conviertan a Cristo. Si uno solo de mis lectores se convierte, lo doy todo por bien empleado. Yo no escribo sobre mí ni sobre mis opiniones o mis ideas: yo escribo llamando a la conversión. A mí me gustaría que todos se convirtieran y todos se salvaran. Pero yo no puedo salvar a nadie con mis artículos: solo Cristo salva. La fe y la salvación son gracias de Dios. Yo nada puedo: soy causa segunda. El que puede todo es Cristo. Miradlo a Él: es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Eso lo resume todo.
“La doctrina de la Iglesia tiene como ley suprema la caridad. Los católicos como yo no discriminamos a nadie por su identidad de género ni por su raza ni por su religión (o su ateismo). Nadie quiere ni pretende ninguna clase de discriminación injusta contra nadie. Ni nadie juzga ni condena a nadie. Yo combato ideologías que se me quieren imponer a mí y que yo no puedo ni quiero aceptar”

Hablas sin pudor sobre las conductas homosexuales, has defendido públicamente al Obispo Reig Pla y te has puesto en el punto de mira de determinados colectivos, ¿no tienes miedo de que ciertas masas radicales vengan encima de ti? Y te pregunto también, ¿no es lamentable que un laico tenga que decir lo que la mayoría de los Sacerdotes no predican en sus homilías? ¿Se puede decir que estamos ante un clero acobardado por el mundo civil que tiene miedo de predicar el pecado?

P.L: No tengo miedo alguno. A lo único que le tengo miedo es a no ser digno hijo de María Santísima. Lo demás me importa todo un bledo. Mi fama, mi carrera, mi propia vida… ¿qué valen? Nada. Todo lo estimo basura. Para mí, vivir es Cristo. Y ningún discípulo es más que su Maestro. Si a Cristo lo mataron en la cruz, ¿no vamos a esperar nosotros la persecución? Es lo normal.
Un católico no puede decir que lo que es pecado es virtud. La verdad no es nuestra. No podemos enmendarle la plana a Dios. Eso sería un pecado horrible. Somos testigos de la Verdad, que es Cristo. Y la Verdad no gusta en un mundo que prefiere la mentira. La Verdad es molesta porque a nadie le gusta que le digan que vive en pecado mortal.
San Luis María Grignion de Montfort, en su Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen escribía lo siguiente:
  • Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable hostilidad, que durará y se intensificará hasta el fin.Y es entre María, su digna Madre, y el diablo;entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. De suerte que el enemigo más terrible queDios ha suscitado contra Satanás es María, su santísima Madre.
  • Dios no puso solamente una hostilidad, sino hostilidades, y no sólo entre María y Lucifer, sino también entre la descendencia de la Virgen y la del demonio. Es decir, Dios puso hostilidades, antipatías y odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y esclavos del diablo: no pueden amarse ni entenderse unos a otros.
  • Los hijos de Belial (Dt 13,14), los esclavos de Satanás, los amigos de este mundo de pecado –¡todo viene a ser lo mismo!– han perseguido siempre, y perseguirán más que nunca de hoy en adelante, a quienes pertenezcan a la Santísima Virgen.
  • Pero la humilde María triunfará siempre sobre aquel orgulloso, y con victoria tan completa que llegará a aplastarle la cabeza, donde reside su orgullo. María descubrirá siempre su malicia de serpiente, manifestará sus tramas infernales, desvanecerá sus planes diabólicos y defenderá hasta al fin a sus servidores de aquellas garras mortíferas.
Los Hijos de María no deben tener otra intención que la de procurar siempre la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Y el rastro que debemos dejar tras nosotros es el de la caridad, porque no hay Verdad sin Caridad. El amor al prójimo y el amor a Dios van de la mano. La caridad está por encima de todo. Y la mayor caridad es enseñar la senda estrecha de Dios en la pura verdad, conforme al santo Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarnos por nada ni hacer acepción de personas; sin temer a ningún mortal por poderoso que sea.
En este sentido, el Cardenal Müller acaba de decir en una reciente entrevista lo siguiente: “una cosa es cuidar de las personas que tienen tendencias homosexuales, y otra es respaldar la falsa antropología de género. En esto, incluso públicamente, hay que ser muy claro, no se pueden dar señales falsas. La Iglesia católica no puede aceptar la ideología de género, de ninguna manera, porque esto va en contra de la naturaleza, contra la voluntad de Dios, contra el bien de la familia, contra el bien de las personas individuales, del hombre y de la mujer, de los niños. La Iglesia debe ser muy clara, no debe temer a la prensa internacional y a las organizaciones que quieran introducir esta falsa antropología que destruirá a toda la humanidad”.
Hay muchos laicos que están dando hoy un testimonio valiente de fidelidad a Cristo: Josef Seifert, John-Henry Westen, MaikeHickson, Roberto de Mattei, Aldo María Valli, Virginia Coda Nunziante, Michael Hichborn, Marco Tosati… En español destacaría a Germán Mazuelo-Leyton, a Virginia Olivera, a María Arratíbel, a Maricruz Tesies-Riva, a Luis Fernando Pérez Bustamante, a David González Cea (Alonso Gracián), a ti… Vosotros jugáis en Primar División: yo estoy en Regional Preferente… Y si no habláramos nosotros, hablarían las piedras.
Pero también hay sacerdotes, obispos y cardenales que hablan claro. Tú misma citabas a Monseñor Reig Pla. Pero hay otros, como Mons. Athanasius Schneider, el cardenal Müller, los cardenales Burke y Brandmuller…
Cada uno es dueño de sus palabras y de sus silencios. Pero una cosa es segura: que todos tendremos que presentarnos ante el Altísimo, más pronto que tarde, y dar cuentas de nuestros actos. También de nuestras cobardías. Debemos tener “temor de Dios”: no del martirio. Ahí nos jugamos todos la vida eterna.

De unos años para aquí han surgido todo tipo de etiquetas para encasillarnos a los que antes simplemente éramos católicos: neocon, tradis, sedevacantes, progres… ¿Tú te identificas con alguna de ellas o más bien te molesta que te cuelguen el letrero? Una curiosidad, ¿Cuál es la que más te han aplicado?

P.L: Los idiotas disfrutan poniendo etiquetas. Todo se simplifica y así están más cómodos creyendo entender lo que ignoran por su necedad. Yo no me identifico con ninguna de esas etiquetas simplificadoras. Soy católico y punto. Pero el mundo ya no sabe lo que es ser católico porque ha apostatado y su ignorancia llega a límites difíciles de creer.
A mí, la etiqueta que más me han aplicado es la de “ultracatólico”. Supongo que será porque creo de verdad y no a medias o solo la parte que me viene bien… O por lo menos lo intento con la ayuda de Dios…
S: Me gustaría más estar haciendo esta entrevista sentada contigo y acompañados de nuestros peludos, mientras podríamos degustar un Albariño, pero dado que no puede ser por la distancia que nos separa, sí que me gustaría que fuera igual de cálida que si estuviéramos juntos. 
Yo no soy periodista de carrera, así que espero que la sencillez de las preguntas responda al deseo de nuestros lectores de conocerte en profundidad.

“Yo hablo, escribo y vivo como católico. Aunque algunos lo puedan pensar, no hay incoherencia entre lo que escribo y cómo intento vivir cada día. Y si hay incoherencias, es por mis pecados”.

Después de esta cita que corresponde a unas frases tuyas, te pregunto¿Cómo es un día a día para ti, eres católico a tiempo completo o parcial?

P.L: Los que me conocen creo que piensan, en general, que soy “buena persona”, lo cual no me consuela, porque yo no quiero ser “buena persona”, sino un verdadero discípulo de Cristo. Pero cuando leen lo que escribo se extrañan. Piensan que escribo cosas muy duras, que digo “barbaridades”… Y me resulta imposible que entiendan que yo trato de vivir como escribo y que escribo como intento vivir. Me resulta imposible que vean que hay coherencia. Cuando me leen creen que soy una especie de Torquemada intolerante, juzgando y condenando a cuantos viven en pecado… Pero luego me ven en el día a día y no les cuadra… Yo creo que tengo a bastante gente desconcertada. Porque yo intento amar y servir a todos siempre. Por supuesto que aborrezco el pecado, pero no me dedico a ir juzgando o condenando a nadie. Hay que odiar el pecado; pero hay que amar al pecador. Y yo soy el primer pecador… Estoy yo bueno para condenar o juzgar a nadie… En mi colegio, como en casi todos los colegios, hay de todo: creyentes, no creyentes, bautizados, no bautizados (también tengo un chico musulmán al que quiero mucho y que me quiere mucho); divorciados, casados por la Iglesia, por lo civil, parejas de hecho… Hay de todo. Pero no es mi misión juzgar ni condenar. Yo no estoy aquí para eso. Estoy aquí para amarlos, para darles mi vida, para servirles… Y si no los amo más es por mis pecados y mis debilidades. El único juez es Cristo: no yo. Y Dios quiere que todos se salven. Para eso se hizo hombre y para eso murió en la cruz. Por eso me habrá traído aquí: para que alguno se salve… supongo…Yo solo soy un instrumento. Soy un simple criado. Intento hacer lo que me pide el Señor, que es el que manda… Aunque la verdad es que soy un criado bastante desastroso.
Con toda humildad, intento querer a los niños del colegio como si fueran mis propios hijos. Intento ayudar a las familias en todo lo que está a mi alcance. Intento apoyar a los profesores, animarlos, facilitarles el trabajo… Hago lo que puedo con la ayuda de Dios. Y rezo por todos: por los que sufren enfermedades, por los que están en el paro, por los que están pasando por el trance doloroso de la separación o el divorcio… Y le pido al Señor por la conversión de todos… El lenguaje del amor lo entiende todo el mundo… Lo que no entienden es que ese amor brota del Sagrario, de rezar de rodillas ante el Santísimo. Sin Cristo no soy nada.
Un problema añadido es que amar implica sufrir. Y amar mucho implica sufrir mucho. Y eso es cansado. Muy cansado. Mi cruz es también la de mis hermanos. Y a veces la cruz pesa mucho y desfalleces. Y dices: “Señor, no puedo más…”.
La escuela católica debe formar guerreros narnianos. Tenemos que procurar que los ciegos vean, que los sordos oigan, que los paralíticos que se pongan en pie, que el veneno de la Serpiente no nos mate. Y para eso hay que transmitir la fe. Tenemos que bautizar a todos para que todos sean hijos de Dios. Tenemos que poner a los niños ante el Señor en el Sagrario.”

Son palabras muy fuertes, Pedro, “poner a los niños ante el Sagrario” cuando muchos colegios que se llaman católicos, renuncian al Mes de María para no ofender la sensibilidad de los que no creen. Ciertamente me impresiona ver esa entrega tuya en el colegio Juan Pablo II, cuando uno te ve con los niños es inevitable pensar que aún quedan “maestros católicos” ¿Qué es la Fundación Educatio Servanda y en qué lugares estáis?

P.L: La Fundación Educatio Servanda es una respuesta a la “emergencia educativa” que señalaba con tanto acierto Benedicto XVI. Queremos que nuestras escuelas sean lugares de encuentro con Cristo. Nuestro centro es el Sagrado Corazón de Jesús, realmente presente en cada sagrario, en la Santa Eucaristía. Cristo es el único Maestro. En una escuela se enseñan matemáticas, lengua, idiomas, historia… Pero hay algo que no se enseña en todas las escuelas: que Dios es amor, que solo el amor de Dios da sentido a la vida. Que nuestro destino es el cielo y que la felicidad es la santidad. El mayor milagro es ver a los niños acercarse al sagrario de la capilla a rezar, sin que nadie les obligue ni les diga nada… Ellos saben dónde está Narnia y por donde se accede…
La Fundación tiene tres colegios en Madrid (Alcorcón, Parla y Guadarrama), un colegio en Almería y tres en Cádiz (Cádiz capital, La Línea y Puerto Real). Además tiene centros de formación profesional en Alcorcón, Toledo y Cádiz.
La Fundación Educatio Servanda es una gracia de Dios. Y da buenos frutos y los seguirá dando, si permanece fiel al Maestro.

Me ha llamado mucho la atención que no os limitáis a un modelo único de enseñanza, tenéis un amplio abanico de propuestas: colegio mixto, enseñanza diferenciada y dual pero por encima de todo sois un colegio Católicoque estáis en el punto de mira de los políticos, ¿Sobreviviréis a la situación actual de España en la que no se augura un futuro fácil para los colegios que enseñáis cosas tan terribles como rezar?

P.L: Nuestros colegios son mixtos unos y de educación dual otros. Algunos, como el que dirijo en Puerto Real son mixtos. Otros apuestan por la enseñanza dual, que implica que en determinadas etapas educativas, las clases son solo de niñas o solo de niños, aunque en los recreos o en las actividades no académicas estén juntos chicos y chicas.
Nosotros, más que enseñar a rezar, queremos enseñar a amar. Y a amar se enseña amando, amando mucho: enseñando al que no sabe, consolando al que llora, corrigiendo al que se equivoca, dando consejo al que lo necesita, perdonando, sufriendo con paciencia los defectos del prójimo… Y también vistiendo al que no tiene dinero para comprar la ropa o dando de comer a quien no tiene ni para eso… Rezar es otra forma de amar. Cuando no puedes hacer nada, siempre puedes rezar por quien lo necesita. Porque Él lo puede todo.
Lo de sobrevivir a la situación actual, dejémoslo en manos de Dios. Tenemos que estar preparados para el martirio.

Una curiosidad, uno viendo la publicidad del colegio se imagina que hace falta un alto presupuesto para acudir a uno de vuestros centros, ¿Hay lugar para familias desfavorecidas económicamente o es un colegio elitista?

P.L: En nuestro colegios hay familias de todas las clases sociales. No somos colegios elitistas. Desgraciadamente, en colegios como el que yo dirijo hay familias que están pasando muchas penalidades a causa fundamentalmente del paro. Dios no hace distingos entre ricos y pobres. Y si los hace es para ponerse del lado del pobre. ¿Vamos nosotros a hacer algo diferente a lo que manda Nuestro Señor? Nosotros queremos que todos tengan acceso a la mejor educación. Y a quien no puede pagar las actividades extraescolares o las complementarias, lo intentamos ayudar.

¿Qué está fallando para que los niños dejen de acudir a la Santa Misa después de hacer la Comunión? O es más, ¿Qué está sucediendo para que padres que fueron educados en la religión católica no bauticen a sus hijos?

P.L: Hay una apostasía generalizada en España. Decir lo contrario sería mentir. El mundo ha perdido la fe. El hedonismo y el nihilismo lo han invadido todo. Lo único que cuenta es “disfrutar” de la vida. Hasta que llega la vejez o la enfermedad o la muerte… Entonces la vida deja de tener sentido… Dios ya no es relevante. Hacer la primera comunión se ha convertido en muchos casos en un mero acto social, en una excusa para hacer una fiesta y regalarle un móvil al niño o llevarlo a Disneylandia. Para eso vale más no hacer nada… Por lo menos no usarán el nombre de Dios en vano.
Pero la culpa de que la gente se haya alejado de la Iglesia no es solo de la secularización y de las ideologías que quieren acabar con la civilización cristiana (la única civilización que merece tal nombre). Mucha culpa es de los pastores. La catequesis se ha devaluado durante muchos años. No se enseña la fe. La doctrina es mala. La liturgia se ha desacralizado en buena medida. La moral se ha despreciado. Falta santidad en la Iglesia. Es la santidad la que atrae a los alejados. La crisis de la Iglesia tiene tres causas: mala doctrina, liturgia protestantizada y desacralizada y la inmoralidad insoportable dentro de la propia Iglesia. No culpemos a las ovejas descarriadas de las culpas de sus pastores. Falta pasión por Cristo y por la salvación de las almas

Leyendo tus artículos uno te imagina de una pieza, un bloque sólido, ¿Has tenido alguna crisis fuerte de Fe, o siempre has sido macizo y robusto como ahora? Si es que se puede preguntar y si te apetece contestar a la pregunta.

P.L: A mí me educaron los jesuitas en los años setenta y ochenta del siglo pasado. Pero mi verdadera educadora en la fe fue mi abuela. Ella me enseñó a creer y a rezar. A San Ignacio le debo los Ejercicios Espirituales. Yo, de joven, leí a Hans Küng y a los teólogos de la liberación. Pero el Señor me fue conduciendo y me fue apartando de los errores modernistas. Me hizo ver que no es verdad que haya una iglesia de los pobres y una iglesia de los ricos: solo hay una Iglesia. Y es la Iglesia de Cristo. No hay un Jesús histórico distinto del Cristo de la fe: hay un solo Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre… La teología liberal y la marxista son puras mentiras que atacan los dogmas y las verdades de la fe. Pero el sarmiento que se aparta de la Vid está llamado a morir: no sirve para nada.

Pedro, el otro día un hombre eutanasiaba a su esposa, en espera de que los políticos de turno aprueben la ley. Mi padre, al igual que tú, era un enamorado de aquella película de Frank Capra, “qué bello es vivir”. Hoy en día,  al ángel de la guarda de George Bailey lo mandarían al paro o le reasignarían sus tareas. Vamos a mirar hacia atrás, la abuela Eloísa, tu abuela ¿qué pasaría si los médicos hubieran decidido aplicarle la eutanasia? ¿Ya no tiene sentido la súplica a Dios? ¿Dónde está la Cruz de Cristo ante el sufrimiento? ¿qué está pasando en nuestra sociedad para que un hombre decida poner fin a la vida de su mujer y le llame a esta locura “un acto de amor”?

P.L: Hoy, en vez de evitar el suicidio, se vende como caridad y compasión el hecho de ayudar al suicida a que se quite la vida. Es una locura. Un pecado horrible que se disfraza de compasión y de amor. La eutanasia es una manera de ahorrar dinero en pensiones, en sanidad, en ayudas a la dependencia, en medicamentos… Y lo llaman “muerte digna”. Como llaman “interrupción del embarazo” al aborto. Y cuando se apruebe la eutanasia, el siguiente paso será poner fecha de caducidad a al vida. Algunos ya están pidiendo que a partir de los 70 años no se opere a los enfermos o no se les preste la debida atención médica. Y llegará el día en que a los 70 o a los 80 se celebre una fiesta para matarte y quitarte de en medio. Espero no vivir para verlo.
Un enfermo o un anciano lo que necesita es que lo quieran, lo cuiden, lo escuchen… Necesitan que les des un beso, que les digas que los quieres y que les des la mano en su agonía cuando llegue el momento. Necesitan que recemos por ellos y con ellos. Eso hice yo con mi abuela en su agonía. Quien ama a alguien no quiere que lo maten. Yo amaba a mi abuela. Y la sigo amando. Y confío en poder volver a besarla cuando el Señor me llame también a mí a su presencia. A ella, a mi abuelo y a tantos familiares y amigos que ya están esperándome y a quienes deseo volver a abrazar y a besar.
Pero el homicidio no es amor. El fin no justifica los medios. Para evitar el sufrimiento no puedes quitarle la vida a un ser humano. No somos animales. La dignidad del ser humano no depende de su “utilidad social” o de sus edad o de su enfermedad. Eso es una barbaridad. Y un pecado mortal que hay que combatir.
Pero la gente no quiere sufrir. Los tabúes de hoy son el dolor y la muerte. El mundo no entiende que se puede ser feliz a pesar de la cruz. Que el sufrimiento tiene sentido desde la cruz. Que Cristo sufrió y murió. Pero resucitó. Lo que pasa es que el mundo no cree en la vida eterna. No cree más que en sus garbanzos y no ven otra felicidad que sus estómagos llenos o sus deseos materiales o sexuales satisfechos. Es el resultado del materialismo ateo.
La gran epidemia silenciada en España y en Europa es la del suicidio. No hay sentido. La vida es algo vacío. No hay esperanza. Por eso es tan importante restaurar la civilización cristiana: la cristiandad.
Para nosotros la vida tiene sentido: venimos de Dios, que nos da la vida. Y caminamos hacia Dios. Si vives sin Dios, la vida, efectivamente no tiene ningún sentido. Pero nosotros vivimos con los ojos puestos en el cielo. Y para llegar al cielo hay que pasar por la cruz y, antes, por Getsemaní. La vida está llena de momentos de angustia, de dolor, de sufrimiento… Pero nosotros podemos ofrecer nuestro sufrimiento y hasta nuestra muerte al Señor por el perdón de los pecadores para que se conviertan. Y en reparación por nuestros propios pecados…

Me dijiste en una ocasión que tus lectores leían todos tus artículos hasta el final, me ha quedado grabado, así que no me preocuparé aunque nos pasemos de “largo”. Por cierto, tu mujer no te lee, lo has dicho, ¿le pedirás, por favor, que lea esta entrevista? Lo digo porque ahora te voy a preguntar por ella. En septiembre cumpliréis 26 años de casados, ¿Cómo se logra esa cifra sin morir en el intento o sin divorcio, no temes que os expulsen de la Iglesia por no necesitar acompañamiento?

P.L: Mi mujer no tiene falta de leerme. Me conoce mejor que nadie en este mundo. Sabe cuáles son mis pecados, mis debilidades; y también mis virtudes. Es verdad eso de que no somos dos, sino una sola carne. El amor lo puede todo. Mi mujer es el mejor regalo que el Señor me ha hecho. Las hay más guapas, más atractivas, más listas, más simpáticas… Pero, parafraseando a Pedro Salinas, entre todas las gentes del mundo, solo ella es ella. No hay nadie como ella. Hemos compartido muchas penalidades y muchas alegrías. Y hemos educado y sacado adelante a tres hijos maravillosos que nos ha dado Dios.
Cuando celebramos la bodas de plata, mi mujer y yo escogimos el evangelio de la misa: ese que dice que la casa hay que construirla sobre roca y no sobre arena. Si construyes una familia bien asentada sobre esa roca que es Cristo, pueden pasar los temporales y los huracanes; las lluvias y las olas de calor; que la casa resistirá. Nuestro matrimonio es una gracia muy grande de Dios. Y Dios nos ha acompañado siempre. Nunca nos ha abandonado. Siempre ha estado ahí. Nunca nos ha faltado nada de lo necesario. Tampoco nos ha sobrado nunca nada… Dios es providente. Y ha sido bueno con nosotros. Muy bueno. El amor de verdad es Dios. Y Dios lo puede todo. Incluso que mi mujer me haya aguantado tanto tiempo, que no es fácil…

Tú eres un gran defensor de la familia, pero la realidad está ahí, la familia está en crisis, ¿crees que tiene salvación o que en unos años, las pocas que haya, serán piezas de museo? ¿qué ha pasado para los matrimonios se acaben en apenas unos años y la gente en vez de casarse, conviva?

P.L: La culpa principal de la crisis de las familias es el individualismo liberal. Ese individualismo exalta tus derechos y tus libertades. Tienes derecho a ser feliz. Tienes derecho a disfrutar de la vida. Tienes derecho a realizarte personal y laboralmente. Y todo eso, aparentemente, es bueno. Pero el amor no entiende de derechos. El amor es sacrificio, es entrega generosa. El amor es poner la felicidad del otro por encima de tu propia felicidad. Consiste en estar dispuesto a gastar tu tiempo y tu vida con tal de que los demás sean felices. Si uno prefiere ir de fiesta y pasarlo bien a quedarse en casa con su mujer y sus hijos, no hay nada que hacer. Si tu derecho a la felicidad pasa por acostarte con quien te apetezca cuando te apetezca, no hay fidelidad. Y sin fidelidad, no hay amor de verdad.
Se nos ha dicho que el amor para toda la vida no existe. Y es otra mentira más. Claro que existe. Pero no es el amor “romántico”, puro sentimentalismo barato. El amor de verdad empieza por conocer a la persona amada y por tomar decisiones. Y si juras amor y fidelidad, lo jurado hay que cumplirlo. Y se puede cumplir con la gracia de Dios. Para eso está la confesión y, sobre todo, la santa misa. Nos unimos a Dios para poder amar como Dios quiere que amemos: con todo el entendimiento, con todo el corazón y con todo la voluntad.
Ahora bien, si para ti lo primero eres tú mismo; si lo primero es tu carrera profesional; si lo primero es que tú lo pases bien; entonces no amarás nunca. Y serás infeliz toda tu vida. Si no vives en gracia de Dios, estás condenado a ser un “des-graciado”. Y el mundo está lleno de desgraciados. Pero creen que así se realizarán como personas y tal vez lleguen a lo más alto en sus carreras. Para llegar alto y pasarlo bien (al estilo de este mundo), la familia es un estorbo. Por eso es mejor no casarse ni tener hijos. Un revolcón de vez en cuando y sin compromisos… Por eso la enfermedad de nuestro tiempo es la soledad.

Pedro, te voy a hacer una pregunta fuerte, puedes contestarla abiertamente o evadirla ¿Qué opinas del Papa Francisco, está aquí para destruir la Iglesia o para mostrarnos la verdadera primavera eclesial?

P.L: El Papa Francisco también es una gracia de Dios. Es el Papa que necesita la Iglesia para que los católicos dormidos despierten. Mi fe es ahora mucho más sólida que antes. Nunca pensé que iba a leer tantas encíclicas en mi vida como las que he leído en los últimos años: la Pascendi de San Pío X, la Libertas de León XIII, la Quas Primas y la Divini Illius Magistri de Pío XI, la Humani Generis de Pío XII…
Nadie puede destruir la Iglesia porque el Señor dijo que el poder del infierno no prevalecerá. La Iglesia ha sufrido mucho a lo largo de su larga historia y aquí está. Porque quien la sostiene es Cristo. La Iglesia no depende de que el Papa sea mejor o peor, más santo o más pecador. La cabeza de la Iglesia es Cristo. Y quien la sostiene es el Espíritu Santo que suscita santos en cada tiempo para renovar su Iglesia.
Ya no podemos ser católicos por accidente o por tradición. Ahora tenemos que ser católicos por convicción. Ha llegado el tiempo de ver quiénes son verdaderamente de Cristo. En este pontificado todo el mundo se está retratando: papólatras, sedevantistas, herejes, cismático, fieles… Y el Señor sabrá separar el trigo de la cizaña cuando llegue el momento.

Cuánta suciedad en la Iglesia”, para mi uno de tus mejores artículos: “Imagínense ustedes que un profesor o una profesora abusara sexualmente de un niño de mi colegio: le faltaría campo para correr… Yo mismo iría con los padres del niño a poner la denuncia pertinente y ese profesor quedaría inmediatamente despedido”, palabras tuyas, ¿Cómo se explica lo que ha ocurrido dentro de la Iglesia, la cúpula está podrida, dormida o no hay director?

P.L: ha explicado muy bien Benedicto XVI en su reciente publicación. Comparto su análisis. Y el del cardenal Sarah también. Como señalé antes, la crisis de la Iglesia es una crisis de fe con tres vertientes: la doctrinal, la litúrgica y la moral. La homosexualidad dentro de la Iglesia es una verdadera lacra. Dice el Cardenal Sarah: la crisis que vive el clero, la Iglesia y el mundo es radicalmente una crisis espiritual, una crisis de la fe. Vivimos el misterio de la iniquidad, el misterio de la traición, el misterio de Judas.
Pero donde abunda el pecado, sobreabundará la gracia. Dios sabrá suscitar santos hoy que sabrán reconstruir su Iglesia. Debemos mantener la esperanza. Como señalaba recientemente Roberto de Mattei en una entrevista, “a nuestros adversarios los une el odio al bien, y nosotros debemos unirnos en torno al amor al bien y a la verdad. Eso sí, debemos amar un bien perfecto, íntegro y sin transigencias, porque Aquél que nos sostiene con su amor y su potencia es infinitamente perfecto. En Él y nada más que en Él debemos volver a cifrar toda esperanza. La virtud de la esperanza es la que más debemos cultivar, porque nos fortalece y nos ayuda a perseverar en la batalla que libramos”.

Vamos acercándonos al final, podríamos seguir toda una vida, pero temo que tus lectores no sean tan fieles como puedas creer, en cualquier caso, no los pondremos a prueba. Has hablado de política y de políticos en tus artículos, ¿te has planteado formar parte de algún grupo político? ¿Crees que los Católicos tenemos que votar? ¿Tú piensas que hay algún partido verdaderamente católico? ¿Podemos votar al mal menor, cuando ese mal menor lleva implícito el asesinato de bebés, lo que llaman “aborto”?

P.L: Cuando era joven milité en partidos y organizaciones de izquierda: comunistas y anarquistas. Siempre me sublevó la injusticia. No soporto las desigualdades, la opresión que sufren los pobres… Nunca soporté el mal y sigo sin soportarlo. Y pensaba que la política era la solución: la lucha, la revolución… tal vez podrían cambiar el mundo. Hasta que me di cuenta de que la política y las ideologías no solucionan nada, sino que forman parte del problema.
Es puro pelagianismo pensar que nosotros podemos acabar con el mal por nosotros mismos, sin la ayuda de Dios. Sólo Dios nos puede salvar del mal, que es lo que nosotros llamamos pecado. Y solo los santos cambian el mundo: no los políticos. Y si los políticos pueden cambiar algo, será porque sean santos. Si no, no harán más que empeorar las cosas.
La política será buena en tanto en cuanto reconozca que solo Dios es Dios. Un católico no puede bajo ningún concepto aceptar leyes inicuas como el aborto, que es un pecado abominable. Ni puede aceptar la eutanasia. Ni podemos aceptar el divorcio. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Y el mal – el pecado – hay que combatirlo siempre. Porque el pecado provoca sufrimiento y muerte siempre.
Un católico claro que puede votar. Pero debe votar en conciencia. Y no debe traicionar a su único Señor, que es Cristo. Yo no lo voy a traicionar.
Hoy no hay ningún partido verdaderamente católico. Se puede votar o no votar. Pero hoy España vive momentos muy difíciles. Y amar a la patria forma parte del cuarto mandamiento. Debemos honrar, primero a Dios. Cristo es nuestro único y verdadero Rey. Y después a nuestra Patria.
Me siento como don Quijote luchando todos los días y a todas horas contra molinos de viento. Anuncio tu Amor y predico la conversión y lo único que recibo son golpes y humillaciones; incomprensión y rechazo. Y estoy cansado, Señor. No puedo más. Llévame contigo. Yo no soy de este mundo. Yo soy tuyo y quiero ser más tuyo. Refúgiame en tu Corazón, que el mío está roto de tanto amarte” 
¡Basta ya, Señor!

Última pregunta, querido Pedro, ¿Veremos tiempos mejores o estamos en el final? ¿Aguantaremos la lucha, venceremos, o moriremos en combate?

P.L: Cristo vencerá. Ha vencido ya con su muerte y su resurrección. El P. Hoyos recibió una gran promesa del Sagrado Corazón: “reinaré en España y con más veneración que en otras partes”. Y la Santísima Virgen María nos prometió en Fátima que al final, su Inmaculado Corazón triunfará.
Nuestra única esperanza es Cristo. No hay otra esperanza fuera de Él. Si vivimos que sea por Cristo; y si morimos, que sea también por Él. Nuestra vida está en manos de Dios. Lo que tenemos que pedir es vivir y morir en gracia de Dios. Que el Señor perdone nuestros pecados y nos conceda morir en su gracia. Y perseverar hasta el final. Todo es gracia.
Nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia; donde ya no haya más injusticias ni más enfermedades ni más muerte. Por eso pedimos “que venga a nosotros tu reino” y que “nos libre del maligno”. El mundo solo cambiará cuando Cristo viva en el corazón de cada uno de nosotros. Sólo Dios basta.
Terminamos con nuestro agradecimiento a Pedro Luis y con unas frases suyas que nos pueden servir a todos para llevar una vida coherente. Gracias por tu amistad y tu ejemplo para todos nosotros.
Soy tan radicamente de Cristo cuando amo como cuando escribo. Lo del amor lo entiende todo el mundo. Lo que escribo ya no. Pero son las dos caras de la misma moneda. Si no escribiera lo que escribo, no amaría como amo. Y si no amara como amo, no escribiría lo que escribo. Porque el mayor amor es querer que todos se salven. No hay mayor amor que el amor por la Verdad, que es Cristo. Porque todo es obra de la gracia: todo es de Cristo. Lo que pasa es que esa verdad de Cristo no les gusta a muchos. Por eso lo crucificaron




[1]“El Purgatorio es el lugar (o el estado) en que acaban de purificarse las almas de los justos que lo necesitan antes de entrar en el cielo”.
“Van al Purgatorio las almas de los que mueren en estado de gracia pero con culpas veniales o penas temporales todavía no expiadas del todo en este mundo”.
“Las almas del purgatorio pueden ser aliviadas con los sufragios, satisfacciones, limosnas y obras buenas de los vivos y también con las indulgencias; pero sobre todo por el santo sacrificio de la misa”.
ROYO MARÍN, ANTONIO, La fe da la Iglesia, BAC, Madrid, 1996, Quinta edición.
Esperamos que hayan disfrutado de esta entrevista a Pedro Luis Llera 

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