Nunca aprecies a los demás por los favores que puedan concederte. Valóralos por lo que son, no por lo que tienen. Míralos como hijos de Dios Altísimo. Valóralos por su historia, por sus ancestros y familia. Aunque la desconozcas, llevan una gran riqueza espiritual que transmiten en su caminar diario.
Valora a los demás como quieres que te valoren a ti.
El protagonista del Evangelio es un hombre precavido. Le preocupa el mañana y va rezando por la calle yo, yo yo Ha olvidado como muchas veces nosotros olvidamos que somos meros administradores, no somos los amos; se olvida este pobrecito que las necesidades de los hermanos son tan importantes como las suyas.;pero ,sus planes tan ambiciosos como inútiles.sus riquezas, se han de quedar aquí. Nuestra gratitud, nuestra generosidad y sobre todo, nuestro amor a las personas pobres y desamparadas.
ResponderEliminar