sábado, 20 de octubre de 2018

MONS. ABELLA: "EN JAPÓN, EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO ES UN CAMINO OBLIGADO"





Josep Maria Abella, misionero claretiano, ha desarrollado su labor pastoral en Japón durante más de 20 años en dos etapas distintas desde los años 70. En medio, en Roma, tuvo responsabilidades en la curia de los Misioneros Claretianos, de los que llegó a ser su superior general entre 2003 y 2015. Tres años después de su vuelta a Japón, el Papa Francisco le ha sorprendido nombrándole obispo, cuya ordenación recibió el pasado mes de julio en Osaka. De visita en España, atiende a Alfa y Omega para hablar sobre las dificultades y retos de la evangelización en Japón
¿Es difícil la evangelización en Japón?
La verdad, no creo que sea  difícil. Se trata simplemente de ser testigo del Evangelio, de vivir con alegría y esperanza el camino que nos ha indicado Jesús y compartir la propia experiencia de fe con gozo y humildad. Otra cosa es cuando se quiere evaluar la evangelización desde criterios numéricos; pero esto no es algo que nos preocupe mucho. Ciertamente constituye una alegría acoger cada año en la comunidad cristiana a algunas personas que piden recibir el sacramento del  Bautismo, pero esto es fruto de un proceso que requiere tiempo y, normalmente, una consulta familiar por parte de quienes se sienten llamados a formar parte de la comunidad cristiana. Por lo demás, dificultades las hay en todas partes y surgen de circunstancias varias: los procesos de secularización experimentados en algunas partes del mundo, el contraste entre los sistemas de valores, las restricciones impuestas por ciertos gobiernos, etc.
¿Es el diálogo y la escucha  el único camino para la evangelización en Japón?
Lo es en Japón y en todas partes. Quien no se abre a la realidad concreta del otro no puede acompañarlo en la búsqueda de respuesta a sus inquietudes. Nosotros lo hacemos desde el Evangelio. Los discursos y los documentos pueden suscitar preguntas o incluso ofrecer algunos flashes que ayuden en las búsquedas. Pero lo fundamental es el encuentro y el diálogo. Acoger la vida y la experiencia del otro y compartir la propia es el camino de la evangelización.
Decía el exprepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, que «no hay evangelización posible sin alianzas con el budismo o el sintoísmo». ¿Qué opina?
El diálogo interreligioso es un camino obligado en Japón y en todas partes, cada vez más también en el contexto de Europa. El mundo globalizado nos ha introducido en una nueva dinámica de encuentro con la diversidad de culturas y tradiciones religiosas. En Japón lo vivimos en tres niveles distintos.
Hay un diálogo interreligioso que se da a nivel institucional, entre representantes y especialistas de las diversas tradiciones religiosas. Hay otro diálogo que se da a nivel más parroquial; se trata del encuentro entre las diversas iglesias o grupos religiosos en una determinada zona. Y hay otro tipo que se da en el ámbito familiar, pues es  frecuente que en una familia no todos pertenezcan al mismo grupo religioso. Saberse respetar y aceptar, apoyar el camino de fe de los otros miembros de la familia que no pertenecen a la misma tradición religiosa es algo fundamental para mantener la armonía del núcleo familiar. No podemos ignorar las grandes tradiciones religiosas que han sido vehículo de la experiencia de Dios para muchas personas y que han ayudado a configurar aquellos valores sobre los cuales se ha ido construyendo la historia de los pueblos. Hemos de saber apreciarlos y valorarlos.
¿Valoran los japoneses la presencia de la Iglesia?
Numéricamente somos pocos los católicos. Esto hace que la repercusión pública que pueda tener la Iglesia católica como institución sea muy limitada. Sin embargo, a través de las instituciones educativas y de otro tipo nuestra presencia alcanza a muchas personas. Ahora bien, creo que se puede decir que la mayoría de los japoneses valoran positivamente la presencia de la Iglesia en Japón. Hay que tener presente que tenemos una larga historia, desde el año 1549 cuando llegó san Francisco Javier.
En líneas generales, ¿en qué prioridades o sectores trabaja la Iglesia católica en Japón?
Por una parte, hay que cuidar el acompañamiento de la comunidad cristiana que debe vivir gozosamente su fe en un contexto cultural en el que sus miembros son y se sienten minoritarios. Y, por otra parte, hay que estar dispuestos a salir hacia afuera, ya sea para acompañar la búsqueda de muchas personas, ya sea para que en nuestra sociedad y nuestro mundo se afiancen y crezcan el respeto a la dignidad de cada persona y el compromiso por construir unas relaciones más fraternas y solidarias.
Hay expectación en el país por la posible visita del Papa Francisco el año que viene. ¿Qué esperan?
Se ha creado una gran expectativa. Esperamos poder vivir una experiencia fuerte de comunión con la Iglesia universal y sentir el apoyo del Papa a nuestro caminar como iglesia misionera. Estamos también seguros de que va a tener una resonancia fuerte en toda la sociedad japonesa que podrá descubrir una fuerte llamada por el respeto a la dignidad de cada persona y el compromiso incansable por la paz, la justicia y el cuidado de la naturaleza, que surgen de la fe.
¿Cree que la visita de Francisco puede aportar positivamente a la causa de la paz y del desarme nuclear?
Es casi seguro que el Papa Francisco incluya en el itinerario de su visita las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Lo hizo ya san Juan Pablo II en su visita el año 1981. Desde allí dirigirá probablemente un mensaje a todo el mundo y un llamado especial a los dirigentes de los pueblos en orden a comprometerse en la construcción de la paz y a promover, concreta y urgentemente, el desarme nuclear. Este mensaje va a alentar también el compromiso de la Iglesia católica y de otros grupos que, en Japón, trabajan para que se mantengan los principios pacifistas de su Constitución.
Fran Otero

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