En un tajante comunicado ante el avance de la caravana de migrantes, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos ha asegurado que «buscar asilo no es delito» y ha instado a todos los gobiernos involucrados «a respetar el derecho internacional y las leyes que protegen a quienes buscan un refugio seguro» y a «garantizar que todos los que regresan a su país de origen sean protegidos y repatriados de manera segura».
La declaración contrasta con el anuncio del Pentágono de EEUU que el mismo día del comunicado de los obispos ha anunciado el despliegue de 5.200 soldados en la frontera con México ante el avance de los migrantes, tal y como había pedido el presidente Donald Trump.
Asimismo, los obispos han pedido actuar con compasión hacia aquellas personas que emigran al norte para buscar refugio de la violencia y la pobreza. «Como cristianos, debemos responder a la llamada de actuar con compasión hacia los necesitados y trabajar juntos para encontrar soluciones humanas que honren el estado de derecho y respeten la dignidad de la vida humana», ha pedido la USCCB a través del presidente de su Comisión de Migración, el obispos Joe S. Vásquez.
Por otro lado, la USCCB ensalza las «continuas inversiones de los Estados Unidos para abordar las causas subyacentes de la violencia y la falta de oportunidades» en América Central. «Nuestra presencia en todo el continente americano nos ha convencido de que la migración es un problema regional que requiere una solución integral y regional. Un enfoque de solo cumplimiento no aborda ni resuelve las causas principales que causan que las personas huyan de sus países en busca de protección».
«Seguirán saliendo, esto no se va a detener»
Desde la otra parte de la frontera, Andrea Villaseños, directora del Servicio Jesuita a Refugiados México, explicó el martes en una videoconferencia organizada por Entreculturas que actualmente son 6.000 las personas que forman parte de la caravana de migrantes, dado que en las últimas semanas algo más de 1.000 personas han decidido volver por cansancio o desánimo y han solicitado retornar de forma segura. Además, «no hay una sola caravana, sino que hay varios grupos dispersos caminando por detrás del contingente principal», asegura Villaseños, que desvela asimismo que «en estos grupos pequeños ha habido detenciones, separaciones familiares y deportaciones».
En la misma videoconferencia, el padre jesuita Ismael Moreno, padre Melo, que dirige en Honduras los proyectos de comunicación ERIC y Radio Progreso, señaló que las causas que han motivado el éxodo de hondureños son «el resultado de una olla de presión que ha ido creciendo en la última década, debido a un desarrollo basado en la acumulación de riqueza en manos unas pocas familias y una privatización de los bienes públicos».
Explicó asimismo que «de nueve millones de habitantes que tienen Honduras, seis están fuera de los círculos de la economía formal, y cuatro padecen el desempleo», una situación agravada por la actitud de Estados Unidos, «que impulsa este régimen productor de exclusión y avala la corrupción, la impunidad, el fraude electoral y la represión militar».
Para el padre Melo, «todo esto ha encendido el fuego de la olla, y no va a parar. Los hondureños seguirán saliendo porque este un éxodo masivo y no se va a detener».
Con todo, el padre Melo entona un mea culpa en relación a la actitud de las instituciones eclesiales, dado que «hemos estado tímidos, nos hemos movido en el nivel de acogida y acompañamiento, en lugar de pedir con fuerza que se atajara este modelo de desarrollo. Tenemos que seguir cuestionando este modelo. No se trata solo de acompañamiento y de misericordia, sino también de tocar de frente las políticas de los gobiernos locales y de Estados Unidos».
J. C. de A./J. L. V. D-M.
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