lunes, 8 de octubre de 2018

* EL ENTROMETIDO




¿Quién no conoce a un entrometido? ¿Quién no reconoce a uno tanto en el mundo cofrade como en otros lugares que con su solo comportamiento se descubren solos?

Seguro que pones a más de uno, seguro que como buen entrometido es más que insoportable...

Pues de eso y de esos hablo hoy en Información San Fernando porque ellos también merecen tener su "sitio" para que luego no me digan que los ignoro.

Lo advierto para evitar soponcios innecesarios: Cualquier parecido con la realidad NO es pura coincidencia.

¿Y tú conoces a algún entrometido?

Jesús Rodríguez Arias 

Nota: Lo mejor es que ya muchos le han puesto y nombre a este artículo según me han ido comentado en mensajes privados...


EL ENTROMETIDO


Dícese del hermano de una hermandad que es un poco “maestro liendres” pero que en este caso concreto “ni sabe ni entiende”. El entrometido existe en todas las cofradías y quién diga que eso no se corresponde a la realidad miente como un bellaco. El entrometido se cree imprescindible en su corporación y por eso intenta no solo asistir a todos los actos cultuales, culturales o de cualquier índole que se organice aunque nunca esté satisfecho y siempre encuentra imperfecciones si él no ha colaborado directamente en la organización pues un buen entrometido tiene que estar dando la vara si o si…

El entrometido es ese hermano que es muy versado en todos los campos que maneja la hermandad en cuestión y lo mismo sabe de las competencias del hermano mayor, de la secretaría, tesorería, mayordomía, formativas, culturales y todas las que hagan falta. Por supuesto, no hay ni que decirlo, que él lo haría todo mucho mejor si le dejasen claro está porque un buen entrometido siempre se queja de que los “cargos” no le hacen caso en sus siempre “acertados” consejos sobre la forma de gestionar esto o aquello.

Un buen entrometido es un experto en la Semana Santa de Sevilla y se conoce todas las bandas de músicas, todas las marchas procesionales que se estrenan este año, todos los estrenos, todas las juntas de gobierno de las principales hermandades y los hermanos mayores de Pasión, Gran Poder, Esperanza Macarena o de Triana de los que se jacta decir que conoce, al menos los habrá visto en los periódicos, y de tener cierta mano por su buen hacer. En cambio en el lugar donde tiene su sede la querida hermandad de sus amores y entretelas se dice conocedor de todos los problemas que acucian a las restantes cofradías, no se fija en sus aciertos, no se fija en el buen hacer, no se fija que los hermanos se sientan como tales, sino en los dimes y diretes que escucha en el bar de siempre mientras charla con otros entrometidos pues el serlo une.

El buen entrometido debe llevar siempre un gesto circunspecto, caminar con la cabeza gacha como si estuviera pensando continuamente y es indefectible que debajo del brazo lleve una carpeta-dossier en cuero negro o en su defecto marrón oscuro donde dice llevar toda la documentación necesaria que piensa es indispensable para la buena gestión de su hermandad. Antes algunos llevaban maletines de cuero pero parecían antiguos vendedores de enciclopedias que nunca lograban encajar ninguna en las casas que visitaban.

El entrometido es un sufridor nato pues le “duele” todo lo que le pase a su hermandad, le “molesta” todo lo de su hermano mayor y miembros de junta de gobierno si no le hacen caso al dictado, le “encoleriza” que cuando se están celebrando los cultos, los besamanos o la función principal de instituto no se lleve a cabo el “itinerario” que ha escrito y diseñado de su puño y letra. Su mal gesto a la vista de todos es una prueba de que no está contento con el desarrollo del acto, que está habiendo fallos por culpa de los otros porque para un buen entremetido los éxitos son suyos y los fracasos siempre de los demás.

No hay nada más insoportable para un hermano mayor, para los miembros de la junta de gobierno y para los hermanos más cercanos que la figura del entrometido pues siempre está dando por saco con esto, con aquello, que si habría que hacer eso o que es imperdonable que nos hayamos olvidado de lo de más allá porque un buen entrometido que no se entromete no hace honor a su nombre.

Y claro aunque un buen entrometido suele durar años por el carácter propio que tienen las hermandades al final estos a la larga más que a la corta suelen salir fuera de la misma con el 44 en la espalda además de bastante dolidos por el trato que le ha dispensado a tantos años de entrometimiento, perdón servicio, a la hermandad de sus amores. En algunos casos se van a sus casas y en otros empiezan a caminar por la itinerancia cofrade hasta terminar fuera de las mismas sin importar mucho porque siempre queda el último recurso, el sacar a la calle una “procesión” laica donde el entrometido en cuestión sea el principal valedor y protagonista.

Jesús Rodríguez Arias

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