J.M. Sánchez Reyes
Tres cuartos de siglo después de que la actual imagen saliera por primera vez en procesión la Virgen del Rosario sigue despertando el fervor de la ciudad. Los gaditanos vivieron un gran ambiente desde primeras horas de la mañana y se volcaron por la tarde esperando en las calles al cortejo con el paso de la Patrona. 75 años para la talla del sevillano Fernández Andes, protagonista ayer de un nuevo y caluroso 7 de octubre.
La renovación del voto a la Patrona llenaba por la mañana la iglesia de Santo Domingo. La solemne función estuvo presidida por el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, y fue el deán de la Catedral de Cádiz, Ricardo Jiménez, quien se encargó de renovarlo para pedir a la Virgen "no dejar caer en el olvido las oraciones de sus hijos". Asimismo, presentó ante Nuestra Señora del Rosario los sufrimientos y esperanzas de todos los gaditanos, pidiendo en primer lugar el "don de la fe". "Necesitamos creer, cuando un hombre pierde la fe pierde el sentido de su vida", manifestó. El deán se acordó de las familias y las crisis que sufren.
De la misma manera, pidió por los necesitados, los enfermos, los que sufren pobreza y marginación, los inmigrantes, los presos, las personas que no tienen trabajo, las familias que se plantean abortar… Por último, Jiménez Merlo rogó, especialmente, por los gobernantes políticos de Cádiz, "para que busquen nuevos caminos que recuperen nuestra grandeza. Los valores que hicieron grande esta ciudad siempre fueron la libertad, la justicia, el amor a la patria y la fe; que no queden como reliquias del pasado".
El obispo Zornoza destacó la importancia de Nuestra Señora del Rosario durante el Año Jubilar Diocesano que acaba de ser clausurado. "La Virgen ha estado en el centro de este Año Santo. María ha visitado a su pueblo y ella se ha hecho portadora de la Gracia de Dios. Nuestra historia demuestra que su presencia ha sido siempre un auxilio eficaz y un recurso amoroso en todas nuestras dificultades", destacó. El prelado afirmó que "debemos agradecer en esta fiesta todos los bienes recibidos con una gran conciencia de que Dios es bueno con nosotros y que entra a formar parte de nuestra vida". Expresó asimismo que "tenemos una madre que toca nuestras conciencias y renueva nuestra vida. El Señor espera de nosotros una respuesta de discípulos, de santos. Acojamos las armas de la fe y busquemos la protección y la ayuda de Dios". Después de la ceremonia se procedió a la ofrenda floral de la ciudad de Cádiz.
Procesión de alabanza
Poco antes de las seis de la tarde los rezos del prior dominico, Pascual Saturio, se convertían en el preludio de la procesión de alabanzas de la Virgen del Rosario. Mientras, el nutrido cortejo, formado por representaciones de las hermandades gaditanas, se formaba en el patio de convento. Los cofrades desfilaron tras la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario, que abría paso al cortejo. A las seis y media asomaba al dintel de Santo Domingo el paso de la Patrona, dirigido por el capataz Juan Pidre Alonso, mientras la Banda de Música Maestro Dueñas de El Puerto de Santa María, que cumplía una década acompañando a la Patrona, tocaba la Marcha Real desde el interior del templo. Los primeros andares del paso, que estrenaba el plateado de las esquinas superiores e inferiores donado por la cuadrilla de cargadores y realizado en los talleres sevillanos de Villarreal, se desarrollaron a los sones de la marcha Virgen del Rosario, de Germán Álvarez Beigbeder.
En esos momentos, el Compás de Santo Domingo y la calle Plocia estaban atestados de público esperando la procesión. Especialmente emotivo fue el paso del cortejo por la plaza de San Juan de Dios, también repleta de personas. Ya de vuelta, en una exornadísima calle Sopranis, el barrio de Santa María recibía de nuevo a la Alcaldesa Perpetua de la ciudad.
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