Si lo juzgas todo con severidad y rigor, conforme a una norma inmutable y estricta, probablemente seas tachado de cruel. Si, por el contrario, todo lo pasas, movido por un exceso de piedad y misericordia, será tenido por un pusilánime facilmente manipulable. Procura, pues, que tus valoraciones estén asentadas sobre los dos pies: Justicia y misericordia, y que sean regidas, a la vez, por la cabeza y el corazón.
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