No temas meditar en tu interior. Adéntrate en silencio en el balneario de tu corazón, déjate atravesar por el viento puro de tus montañas interiores, por la brisa marina de tu espíritu. Solo de la previa reflexión, de la meditación sincera, silenciosa y profunda, estarás en disposición de hacerte responsable de tu vida y de tus actos.
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