Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3,11-21:
Éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No seamos como Caín, que procedía del Maligno y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran buenas. No os sorprenda, hermanos, que el mundo os odie; nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene de qué vivir y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios.
Salmo
Sal 99 R/. Aclama al Señor, tierra entera
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,43-51
En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme.»
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Reflexión del Evangelio de hoy
El que no ama permanece en la muerte
El hilo de oro que recorre todo el evangelio, hasta el punto de ser su resumen más expresivo, es el amor entre nosotros; viene a ser el carnet de identidad cristiana, nuestro mejor signo como hijos de Dios. Tan es así, que para el autor no pecar significa apostar con decisión por la justicia, o lo que es lo mismo, optar por el amor fraterno, siempre y de verdad. La dualidad de Abel y Caín es una manera de señalar el mundo tanto al estilo del Dios de Jesús como de su contrario. El mundo, que para la comunidad de San Juan es todo lo que se opone al plan de Dios, no sabe soportar la presencia servicial de los Hijos de Dios, y trata de silenciarlos, como si fueran seres apestados e incomprendidos. Lo que hacen los seguidores de Jesús es vivir al modo fraterno, porque así reflejan el amor de Dios, signo del paso a la vida que se da y se entrega. La carencia de este amor es inhumanidad, y más cuando la flecha de nuestro camino apunta a Cristo que da su vida por nosotros. Amor concreto, con fibra, nombre y apellidos, pues su ejercicio nos obliga a compartir y compadecer. El amor de la comunidad cristiana da vida, es fermento de humanidad libre, se ubica en las antípodas del homicida y deshumanizador, y es la mejor alternativa que el seguidor de Jesús ofrece a nuestro mundo, las más de las veces de cortas miradas y compromisos con la verdad liberadora.
Has de ver cosas mayores
Natanael queda descrito como el mejor exponente de la fe cristiana. Ha sido llamado, ha respondido de forma inmediata, y se ha incorporado con decisión al universo ilusionante de las promesas que constata cual realidades ya presentes en Jesús el Señor. Fe que cree, aún más allá de lo que ve, pero que se profundiza con la gracia del encuentro con quien le ha llamado. Cristo Jesús funge como puente entre Dios y los hombres, a los que traslada el mensaje de la gracia para que el hombre viva gracias a su Palabra cordial y salvadora. Para el evangelio, Jesús de Nazaret es el camino de ida y vuelta entre Dios y la humanidad, senda a la que estamos invitados todos los que nos sentimos necesitados del abrazo restaurador de Dios.
Dicen los entendidos que Natanael no era del círculo de los Doce, lo que abona una lectura abierta de la llamada que Jesús hace a los que quiere le sigan. No cabe señalar una serie de requisitos para acreditar eficacia a tal llamada, lo que sí cabe es escuchar y atender la voz del Señor, que la conexión que se establece entre el que llama y el llamado genera suficiente energía y verdad como para hacer cada día más nítida la Palabra, más congruente el compromiso y más convincente la razón de nuestra esperanza: que Jesús el Señor nos incorpora a todos, por su llamada, al proyecto de humanizar este nuestro mundo, en su nombre y para su gloria. Escuchemos con exquisito cuidado la voz del Señor, lo demás se nos dará por añadidura.
¿Agradece la comunidad el singular hecho de ser lugar privilegiado para vivir el amor fraterno y escuchar la voz del Señor?
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