Trump es tan zafio, tan gritón, tan básico, tan gordo, tan rubio y Melania es tan guapa… O (perdonen ustedes que yo sea tan frívolo; no quiero caricaturizar sus críticas) Trump ejecuta políticas tan equivocadas, hace gala de un latente racismo, es analfabeto, peligroso para la paz mundial y una amenaza para el discurso de lo políticamente correcto… Sus críticas (sinceramente) yo las entiendo. Bastantes podría compartirlas.
Aconsejaría, sin embargo, que no se queden en remarcar sus defectos. Ése suele ser el defecto (¡precisamente!) de los críticos profesionales, que así pintan de negro el fondo sobre el que terminan destacando más las virtudes de la persona contra la que arremeten. Si de verdad se quiere desmontar una figura política (o cultural o privada) o superarla en buena lid, resulta imprescindible reconocer sus virtudes. No sólo por virtud, por táctica.
Donald Trump ha bajado los impuestos, produciendo empleo y haciendo que las grandes empresas vuelvan a invertir en suelo americano. No es moco de pavo. Aunque eso, por suerte, lo defienden más políticos, al menos antes de llegar al gobierno. Trump también defiende la vida de todos, nacidos o a punto de nacer. Ha acudido a la Marcha de la Vida y ha nombrado 22 de enero Día Nacional de la Santidad de la Vida Humana, diciendo esto, nada menos: "Enfocamos nuestra atención en el amor y en la protección que cada persona, nacida y no nacida, merece independientemente de su discapacidad, género, apariencia o etnia. Gran parte del sufrimiento más grande en la historia de nuestra nación -y, de hecho, en la historia de nuestro planeta- ha sido el resultado de desvergonzados intentos equivocados de deshumanizar a clases enteras de personas. […] Debemos estar especialmente atentos a salvaguardar las vidas más vulnerables entre nosotros".
El zafio ha enarbolado la bandera más noble. Casi en solitario, con la esplendorosa excepción de Polonia. Si nadie se suma, Donald Trump pasará a la historia como un político visionario y humanista que, cuando los otros se entretenían con otras cosas (fundamentalmente en atizar a Trump), echó sobre sus hombros la causa imprescindible.
Si muchos se ponen a defender al niño por nacer, podríamos volver a hablar de lo bruto que es Trump y de lo malísimo que es el populismo. Mientras lo dejemos liderar en solitario la defensa de la vida, están ustedes, señores críticos, perdiendo el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario