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La última levantá de la Virgen de la Merced el pasado 24 de septiembre sería su última para siempre. Aquel último golpe de martillo con el que finalizaría la procesión de una de las devociones del barrio de Santa María sería el final de cuatro décadas al frente de los pasos. Enrique Gómez Freire ha decidido retirarse como capataz, dejar a un lado cuarenta años formando cuadrillas y llevando pasos por las calles de la ciudad.
Lo anunciaba en las redes sociales en la noche del domingo su cofradía de la Merced. Y ayer comentaba el ya ex capataz: "He tenido una trayectoria muy bonita, pero ya estaba cansadete y he decidido dar un paso al lado", destacando además que haya sido en la Merced donde ponga el punto y final a su trayectoria. "Casi empecé con ella y me he retirado con Ella. Lo he disfrutado mucho a lo largo de todos estos años", confesaba.
Fue Las Cigarreras la primera cofradía que le encomendó a Enrique Gómez Freire formar una cuadrilla y sacar a sus titulares. Y a partir de ahí vino una auténtica relación que lo han tenido martillo en mano hasta este 2017. Merced, Prendimiento, Nazareno, La Cena, Ecce Mater Tua, Mayor Dolor de Buena Muerte o Virgen del Rosario. De profesionales a hermanos cargadores; y de los primitivos hermanos cargadores a los de ahora. "Se ha perdido la solera que había entonces, pero todo va cambiando", valora. En todos estos años ha logrado conformar una auténtica familia que se ha forjado debajo de los pasos que ha ido mandando Gómez Freire. "La verdad es que he tenido mucha suerte, la cuadrilla que ha estado tantos años conmigo ha sido prácticamente la misma; y solo tenía que llamarlos y acudían a las reuniones y a todo lo que he necesitado", valora.
De todos los años en los que ha estado golpeando el martillo en distintas maniguetas destaca especialmente este capataz las experiencias en el Prendimiento (donde también sacó la custodia sacramental) y en la Dolorosa de Buena Muerte, "que es uno de los mayores orgullos que he tenido" y cuyo paso se encargaba también de montar cada año. Y la única 'espinita' que confiesa llevarse para siempre es "no haber podido sacar la Custodia del Corpus".
Con aquel último fondo del 24 de septiembre pasado Enrique Gómez Freire se retiró del mundo de la capatacía. Pero el Enrique cofrade permanecerá en activo. De hecho, en la actualidad es miembro de su cofradía de la Merced, responsabilidad que conjuga con su otra gran devoción, el Nazareno, de cuya cofradía es Capiller, teniendo a su cargo la apertura de la iglesia los viernes, entre otros menesteres. "Siempre me han gustado las cofradías, desde que empecé de monaguillo cuando era chico. Me encanta, y este mundo cofradiero me ha dado muy buenos amigos", reconoce este capataz cuya voz característica ya no volverá a sonar delante de un paso. Ahí quedó, Enrique.
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