Hoy salgo con los jóvenes de nuestra diócesis a Fátima dentro del Centenario de las Apariciones a estos sencillos niños, Lucía, Francisco y Jacinta. ¡Qué alegría tan grande poder salir ahora ya a la peregrinación! Ha sido preparada con todo cariño y la Virgen nos espera, nos llama, nos lleva de la mano al Señor. En sus manos, con la sencillez de un niño, con la sana descomplicación de un joven, tenemos que poner nuestras necesidades, las peticiones por nuestros amigos, nuestras preocupaciones. Pedirle ayuda, por supuesto, pero que ilumine nuestro corazón para que, a partir de todas esas dificultades, se muestre en nuestra vida la vida de Dios; es decir, que seamos santos. Llevo vuestras intenciones en mi corazón. Que María nos haga sencillos. Pedid por estos jóvenes.
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