En el congreso de la Fundación Caballero Bonald que se ha celebrado en Jerez, varios ponentes han afirmado que las columnas periodísticas son un marco perfecto para publicar microrrelatos, como hacen muchos maestros, a los que loaban. Para un asistente curioso habrá sido una información interesante. Yo no sabía dónde meterme. Todos los días escribiendo columnas, todos, y nada, ni un pequeño microrrelato con el que cumplir con "la narratividad escondida en los intersticios de la prensa".
He salido dispuesto a colarles a ustedes un microrrelato como sea. El problema es que la actualidad no da un respiro. La realidad sería otra cosa, porque la realidad ama la ficción, que la completa y la intensifica. Y viceversa: cuanta más realidad tenga una ficción mejor. Es un amor correspondido. La actualidad, en cambio, es muy celosa y, por tanto, solitaria. Le afea a la realidad su amor por las minucias y su falta de instinto para detectar un titular. Y tiene contra la ficción su amor por una verdad que no coincide palmo a palmo con los hechos, sino con el alma.
Lo difícil de la actualidad es huir de ella. Más en estos tiempos de continuas noticias escandalosas. Y ojo: importantes. No caeré yo en el tópico de decir que hablamos demasiado de Cataluña. Sin duda, hablamos demasiado poco de otras cosas también muy importantes, pero Cataluña nos preocupa lo justo, porque es un golpe de Estado que amenaza a una vieja nación, que resulta que es la nuestra. Lo ideal sería tener tiempo para hablar lo mismo y mejor de Cataluña y, además, de tantas otras cosas.
Y que aún sobrase para un microrrelato… Eso me ha dado una idea. Me he quedado leyendo artículos sobre Cataluña hasta las dos. Como es sábado, me puedo permitir este lujo. Me ha ido entrando sueño, pero ha resistido, y, a las dos en punto, me he puesto a escribir un artículo-microrrelato. Cuando lo he terminado, eran, de nuevo, las dos en punto de la noche, y he vuelto a preocuparme de Cataluña como si nada. Le he dado un esquinazo a la actualidad.
"Pero esto no es un microrrelato", se quejarán ustedes, con razón. Cuando esta mañana he ido a releer mi microrrelato, había desaparecido, como la hora de más que nos han restado. Cuando nos ajusten las cuentas por primavera, aparecerá en el ordenador, en el paso instantáneo de las dos a las tres. Se recuperará entonces el orden del universo. ¿Me pillará hablando todavía de Cataluña?
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