Cada día amanece. Y gracias a Dios, que no es ajeno para quienes se paran a contemplar el misterio que somos, todos los misterios que nos rodean. Digo que es como el pedalear para no caerse. No abogo por el tonto dinámico, con perdón. Hablo de que siempre hay una Isla en marcha, imparable. Tanto si detenida como en movimiento. Si detenida, en involución, las imágenes se convierten en blanco y negro, y en estampas coloreadas. Y si no, progresión pura, futuro. Del sonido de los discos de pizarra o los cilindros de era a los dispositivos digitales. Ello configura el conjunto de los temas. Los ya plantados que ahora son tallos y hojas, luego flores y frutos. Los por plantar, semillas secas, potencial sin actos. Tengo la suficiente perspectiva para observar lo que digo. Y por eso confieso que vi en la ciudad de mi infancia la ciudad del siglo XIX, que por cierto me encantaba en muchos aspectos. Porque no me gustaba nada la Isla especulativa que asomaba sus garras por el horizonte, una ciudad que permitiría destruir parte de su patrimonio, fundamentalmente entonces en el retranqueo de la calle Real, la demolición de la ciudad esplendorosa para la erección de la ciudad impersonal, anodina, de oficios iguales, el manchón de tinta fea sobre la blancura de aquella ciudad de almenas y monteras, y la elevación de Medina Sidonia en la lejanía, o la ermita de Santa Ana en la vecina Chiclana. Y, por supuesto, la geografía de caños, de esteros, salinas, veredas y pirámides blancas.
¿Tienen un listado en algún sitio, aunque sea sólo para recordatorio y repostaje? Si no, que no lo creo, deberían ponerse en ello. El mundo volverá a empezar -municipalmente hablando-dentro de algo más de un año. En el que habrá que refrenar con las urnas este tiempo que va veloz a su consumación. Como se prepare el recordatorio de lo heredado y lo realizado, habrá que preparar con antelación lo que no se hizo, el por qué no se hizo y a quién habrá que demandar por ello. Podríamos hacer el listado, sería muy entretenido. Es la carga de servidumbre sobre los hombros de quienes han recibido el encargo de gobernar la ciudad. Pero sin esa carga, sin esa responsabilidad, ¿cómo se puede entender el servicio público en una democracia? No se entendería.
Entramos en noviembre, este año se acaba… Entre sobresaltos, preocupaciones y miedos pero se acaba. Vendrá el que viene como se fueron los que se fueron. 2018 va a ser decisivo. Nos va a condicionar. En todo lo que queda por hacer y en todo lo que no se debe hacer, que también.
Volver a ser lo que fuimos siempre es un verso imposible, porque hemos sido todo, bueno y malo, para entendernos, y nadie quiere volver a lo malo, lo triste, lo funesto. Pero hay ese listado de cosas que los vecinos sabemos, y el gobierno también es vecino, todas las cosas…
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