El cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica vaticana y Vicario general del Papa para el Estado de la Ciudad del Vaticano, ha presidido este lunes la Eucaristía de acción de gracias por la canonización de Juan Pablo II. De este «extraordinario discípulo de Jesús en el siglo XX», destacó «el ejemplo de su fe valiente», que se manifestó en su defensa de la familia, de la vida, en su acercamiento a los jóvenes, y en su testimonio de vida sacerdotal y devoción mariana
Especiales web (28-IV-2014)
«Los santos no nos piden que los aplaudamos, sino que los imitemos». Lo aseguró el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica vaticana y Vicario general del Papa para el Estado de la Ciudad del Vaticano, en la homilía de la Misa de acción de gracias celebrada el lunes por la canonización de Juan Pablo II. De él, afirmó que se trataba de «un extraordinario discípulo de Jesús en el siglo XX».
«El 8 de abril de 2005 -recordó- muchísimos de nosotros estábamos aquí en esta plaza para despedir a Juan Pablo II». Su vida «ha sido una continua obediencia al Evangelio de Jesús», comentó, recordando que, el 16 de octubre de 1978, apenas elegido, su saludo fue «Loado sea Jesucristo. Era el grito de su fe, fueron las palabras de apertura de su pontificado».
El cardenal Comastri también citó las palabras de Benedicto XVI cuando, el 3 de abril de 2006, se refirió a su predecesor como «una roca en la fe», una fe «sencilla y firme, convencida, fuerte y auténtica, sin miedos ni componendas». Afirmó que «Hoy estamos aquí para decirles: ¡Gracias! Y sobre todo para recoger la herencia y el ejemplo de su fe valiente».
Manifestaciones de una fe valiente
«Juan Pablo II tuvo el coraje de defender la familia, que es un proyecto de Dios escrito con notas claras en el libro de la vida». Defendió la familia «mientras se estaban difundiendo confusiones y agresiones públicas, en el loco intento de escribir un anit-génesis, un contraproyecto del Creador». En Familiaris consortio, denunció que la familia fuera «objeto de numerosas fuerzas que buscaron destruirla o de alguna manera deformarla». Por eso, mostró su deseo de que el nuevo santo nos ayude a «reencontrar el camino del proyecto de Dios tiene para la familia, que es el único camino que da dignidad a la familia y verdad al amor y futuro a los esposos y a los hijos».
«Juan Pablo II tuvo el coraje de defender la vida humana -y toda vida humana- en una época en la que se está difundiendo la cultura del descarte», como ha seguido denunciando el Papa Francisco. También fue siempre un fuerte defensor de la paz, «mientras soplaban oscuros vientos de guerra».
Liberó a los jóvenes de la cultura del vacío
«Juan Pablo II tuvo el coraje de ir al encuentro de los jóvenes para liberarlos de la cultura del vacío y de lo efímero y para invitarlos a acoger a Cristo, única luz de la vida y único capaz de dar plenitud de alegría al corazón humano». En él, «los jóvenes de todo el mundo ha reconocido un verdadero padre, un auténtico guía, un educador leal». Continuó: «¿Quién puede olvidar el abrazo entre el Papa y un joven que, durante la vigilia en Tor Vergata, superó todos los cordones de seguridad y corrió hacia él para decirle simplemente: ¡Gracias! ¡Te quiero! Es una escena que ha entrado en nuestro corazón y en la historia de la humanidad».
«En el momento difícil de la crisis de vocaciones sacerdotales, tuvo el valor de vivir ante el mundo la alegría de ser sacerdote, la alegría de pertenecer a Cristo y de gastarse totalmente por la causa de su reino».
Por último, tuvo el coraje «de afrontar el invierno mariano, que caracterizó la primera fase post-conciliar», volviendo a proponer «con fuerza y convicción la devoción a María».
M.M.L.
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