“Vivimos la Semana Santa, pero mantenemos también el peso del Viernes Santo y de las divisiones de los cristianos". Lo ha declarado a ZENIT, su beatitud, el patriarca Fouad Twal, en vista del viaje del Santo Padre a Tierra Santa, añadiendo que "la conversión de los corazones ayudará a romper los muros que dividen Jerusalén".
¿Cómo se vive en Jerusalén la Semana Santa en espera del Santo Padre?
--Fouad Twal: Este año estamos contentos de poder celebrar la Santa Pascua junto a los cultos orientales. Yo mismo intenté el año pasado hacer un primer intento y, después de algunas resistencias, ahora hay un protocolo preciso y establecido. El domingo, hemos empezado la Semana Santa con la gran Procesión de Ramos, hasta el corazón de Jerusalén. Es bello ver la participación de todos los párrocos y los parroquianos, los jóvenes, los scouts... Ha sido una presencia cristiana en este mundo, el nuestro, un poco agitado.
Nosotros cristianos, entre otras confesiones, debemos ser "la sal de la tierra", que da sabor y otro tono, respecto a la violencia y el ansia. Esta semana en Jerusalén, para los peregrinos que viene aquí una vez en su vida, es una gran gracia. Nosotros, que vivimos en los lugares santos, debemos estar a la altura de la gracia que el Señor nos da.
No puedo olvidar que, junto a la Resurrección hay una situación que no es bonita: la violencia en todo Oriente Medio, los refugiados. A través de Zenit, quisiéramos lanzar también un llamamiento, para que se respeten las normas internaciones. Estamos viviendo, de hecho, la Semana Santa, pero sentimos también el peso del Viernes Santo, del Vía Crucis y de la división de los cristianos.
Usted ha escrito un libro titulado Jerusalén, capital de la humanidad. Esta ciudad es un mosaico de culturas y de pueblos, pero tal riqueza puede también transformarse en conflictos o ser fuente de incomprensiones. ¿Cómo puede el cristianismo dar por tanto esperanza, teniendo en cuenta una situación internacional así de compleja?
--Fouad Twal: Según el Evangelio no hay límites para la acogida, para el perdón, el amor y la sencillez. Quisiera que Jerusalén tuviera estas características, que sea una capital para la humanidad, para todas las religiones. Jerusalén debe ser un Iglesia madre, que acoge a todos los creyentes del mundo.
Pero hay un misterio en esta ciudad: Jerusalén une a todos los creyentes pero al mismo tiempo los divide. ¡Este es el misterio que no conseguimos entender! Todavía debemos aceptar no entender y confiar nuestro destino al Señor. Bajando el domingo pasado del Monte de los Olivos no podía no recuerdar que Jesús mismo ha llorado en esta ciudad. Él ha sido el primero que ha querido reunir a los hijos de Jerusalén. Ahora nos toca a nosotros rezar y esperar por el destino de este ciudad.
Es innegable que los muros reales e ideológicos dividen Israel...
--Fouad Twal: El muro de la vergüenza: así lo llaman los italianos, que tienen sentido del humor. ¡Y estos muros se ven! Y nosotros también hemos sido un poco olvidados por la prensa internacional, que se concentra preferiblemente sobre otros temas actuales. Pero en mi opinión, los muros físicos son fáciles de derribar. Es más difícil derribar los muros que están en el corazón del hombre, que se llaman odio, miedo, injusticia. Comenzamos ahora a utilizar una palabra cristiana, que se llama "conversión de los corazones". Esta es la clave para derribar los muros del corazón del hombre, el miedo y el odio.
Comenzando quizá por nosotros cristianos... ¿Cómo considera los pasos de acercamiento del Santo Padre a la Iglesias Orientales?
--Fouad Twal: Una de nuestras cruces aquí en Tierra Santa es también la división entre los cristianos: tenemos tres grandes familias, la católica, la ortodoxa y los reformistas. En total somos trece iglesias, cada una con su administración. A través de nuestras instituciones, la Iglesia católica ha roto estas divisiones, porque aceptamos a todos los cristianos.
Delante de Dios y de la historia, me siento responsable de toda la comunidad cristiana en Tierra Santa, prescindiendo del rito. El rito puede ser una riqueza, pero no puede ser nunca fuente de división. Con la llegada del Santo Padre que quiere conmemorar el encuentro de 1964 (entre el papa Pablo VI y el patriarca Atenagora, ndr) espero que de nuevo este movimiento ecuménico tome una nueva vida y esperanza.
¿Ha tenido ocasión de tratar directamente con el papa Francisco?
--Fouad Twal: Hemos preparado ya el viaje y lo he visto unas cinco veces en Roma. Esta es una visita pastoral para la unidad, pero es difícil no considerar también el impacto político. A cualquier discurso le corresponde necesariamente una situación real de la vida social y política, de cada día. La gente olvida fácilmente los discursos. A menudo se detiene sobre el aspecto exterior del encuentro con el Santo Padre y es una pena. Muchos cristianos, sin embargo, tomarán de la persona misma del Papa el mensaje, esta cercanía, esta humildad en su comportamiento, la cercanía la pueblo, que lo caracteriza.
Traducido del italiano por Rocío Lancho García
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