miércoles, 3 de abril de 2019

TOS Y TÓS; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Guillermo Marco Remón (Madrid, 1997) se ha marcado un primer poemario, titulado, Otras nubes, que, en estos tiempos de sequía, nos llena de esperanza en la poesía y en la juventud. Hay una rompedora apuesta por una actitud humilde, lenta, natural: "sólo necesitamos esa perspectiva: vivir/ a la altura de la hierba". Es la actitud de quien pierde un reloj en un río y, en vez de remover el fondo, se para a considerar la razón que tenía Heráclito al hacer del río su metáfora del tiempo en el que nadie se baña dos veces.

Otras nubestambién las tiene tormentosas: las del desamor. "Por favor, no mientas con los ojos cuando estoy hablando", se titula un poema. Otro, "Adiós", termina con estos versos: "Mi beso ha sonado en ti/ como suena una piedra en el fondo de un pozo". A pesar de todo, cuando el poeta se autorretrata, se pregunta: "¿Por qué recuerdo/ a mis antiguas novias sólo sonriendo?"

Esa sonrisa sencilla, misteriosa y salvadora es la firma del poemario. En "La historia es injusta repartiendo eternidades", nos cuenta que en una grabación de un poema de Borges en 1977 se escucha la tos de un señor del público que ha quedado, por tanto, inmortalizada. Es una idea -juego de espejos- muy borgiana. Y un espejo aparece, no por casualidad, en el mismo poema. La tos lleva a Guillermo Marco a reflexionar sobre el inextricable tejido de la sociedad donde alguien fabricó el pincel con el que se pintaron Los girasoles y, todavía más, donde la obra del artesano de espejos culmina cuando lo compra un guapo. La trama del mundo se teje entre la tos y la voz, de modo que el poeta, romántico al fin y al cabo, concluye con un saludable deseo: "Aunque no lo merezca,/ déjame toser cuando converses de tu vida".

Yo, mucho mayor, veo que en esa tos que puede ser de tós (permítanme el apóstrofe por el gusto de toser) radica el secreto, el revés del tapiz, las redes de causas y efectos como vías tomistas en un jardín de senderos que se bifurcan. Miguel d'Ors escribió un poema titulado "Himno", que lo es, y donde lo que parecen sólo ruidos, ruidos, ruidos, «"escuchados/ a la vez, constituyen/ purísimos acordes, y es el Himno/ de las Galaxias: 'Al que está en el trono/ y al Cordero, alabanza, honor, gloria y potencia"». Más en minúsculas, Guillermo Marco Remón nos invita, a la altura de cada uno, o sea, la de la hierba, a entrar en la eternidad, como es nuestro destino, aunque sea tosiendo.

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