lunes, 15 de abril de 2019

* ROSARIO


Es mi artículo de Lunes Santo el que dedico a mi particular visión de la Semana Santa.

Hoy es un día muy especial para mí pues soy cofrade de Afligidos y lo seré hasta el día que me muera.

Este año se repite la historia y no podré estar en La Isla, detrás del imponente paso de misterio de Afligidos y Amargura por cuestiones de salud. Seguiré a mi Hermandad en la distancia, en mi particular Atalaya, en Villaluenga del Rosario.

Rosario...

Y hoy he querido plasmar mi vivencial forma de ver la Semana donde Jesús Padece el Martirio, Muere y Resucita con la visión puesta en la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Doloroso, la Señora de la madrugada del Sábado Santo según San Fernando. En esa Virgen de blanco luto plasmo mis sentimientos más profundos.

Hoy mi semanal tribuna de Información San Fernando se llama así: Rosario...

Jesús Rodríguez Arias


ROSARIO
Foto Antonio Atienza

Sin Ti, sin tu Nobleza, sin tu Fe, sin tu mansedumbre a la hora de fiarte del ángel del Señor, no se habría producido la Anunciación, ni el Nacimiento, ni la Pasión, Muerte y Resurrección de Tu Hijo Jesús porque simplemente no nos habría nacido al mundo. Sí María, fuiste el primer sagrario de nuestro Redentor, quién lo acunó nada más nacer en aquella gruta de Belén, la que se quedaba admirada de su sabiduría siendo tan pequeño, la que guio su vida mientras crecía, la que estaba muy cerquita de Él cuando empezó a predicar que el Reino de Dios estaba cerca, tan cerca como mirar sus ojos, seguir sus pasos, vivir su modelo de vida. Sí, María, tu fuiste el último consuelo a la hora de expirar, quién lo abrazó estando ya muerto, porque era tu Niño, tu Hijo, quién aguardó con Esperanza que se cumpliera la gran promesa de la Resurrección.

Y en María bajo la advocación del Rosario, en la cofradía de penitencia cuyos orígenes se cimentan en el Barrio del Parque, más concretamente en la Iglesia de San José Artesano, y que ahora es venerada en la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo donde fue acogida cuando tuvo que marchar del barrio sencillo y humilde donde nació, puedo ver y sentir lo que es la Semana Santa en un ámbito más amplio y general así como el más íntimo y personal de nuestro bendito pueblo.

La Hermandad de Penitencia de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos no se atiene a los cánones de lo que son las hermandades y cofradías que pululan por nuestra Andalucía, pues su recia austeridad choca de frente con ese estilo barroco que tanto nos gusta a los cofrades de aquí. Choca pero no es chocante ya que nos mete de lleno en lo que es la autenticidad de la Pasión y Muerte de Cristo. En la mirada anhelante de esa Virgen sencilla y guapa salida de la genialidad y de la gubia de Alfonso Berraquero podemos comprobar en persona ese hálito de Esperanza que nos anuncia en el silencio de la madrugada del Sábado Santo que la promesa de Jesús se cumplirá y que Resucitará al tercer día.

Y ante la imagen de esta Virgen de blanco luto puedo entender mejor todo el misterio pasional de Cristo desde la Entrada Triunfal en Jerusalén encima de un pollino,  su Última Cena, donde nos instauró la Eucaristía, la Oración en el Getsemaní impregnada en sudor y sangre, el Prendimiento, su peregrinaje condenatorio hasta llegar a Pilatos que lo sentenció a muerte sabiéndolo inocente de todo cuanto se decía, de la flagelación, coronación de espinas, de su caminar con la cruz a cuestas, de su encuentro con su madre y las  mujeres que lo acompañaban, de sus tres caídas, de los insultos, de los latigazos, de los escupitajos, de tantas traiciones… Sí, en la imagen de esta Virgen humilde, sencilla y austera, puedo ver a Cristo llegar a Monte Calvario, puedo ver a María a sus pies junto a las mujeres y Juan, su discípulo amado que nunca lo abandonó. Jesús es Cristo clavadito a la Cruz y allí nos perdonó, nos amó sin límites, nos regaló misericordia a tantos Afligidos que caminamos sin caminar por nuestra Amargura. Veo a ese Jesús Expirando mientras nos exhalaba su Esperanza, su descendimiento, el Amor de la Madre con su Hijo que lo sostiene en sus brazos porque no sabe cómo despedirse de Él, su entierro y la marcha de sus fieles y de la Madre que no quiere separarse de su Hijo por siempre amado. Sí, en la Hermandad del Rosario puedo ver y sentir lo que es el sentido de la Semana Santa, ver y sentir que la austera penitencia no es incompatible para concebir otras formas de mostrarla donde los bordados, cuidados cortejos, marchas procesionales  adornan  tan bellos misterios pasionales.

Para mí la Virgen del Rosario, Señora de la madrugada del Sábado Santo isleño, siempre será la desterrada porque al igual que en los tiempos de Jesús tuvo que huir por culpa de los hijos de la soberbia y encontrar cobijo entre los fieles al mensaje de Amor de Jesús que la recibían a corazón abierto, que la recibían como su Madre.

Jesús Rodríguez Arias




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