Javier Gómez-Arroyo y Pilar López de la Osa (de pie) son voluntarios de la Hospitalidad de Lourdes de Madrid. Acaban de pasar cinco días en el santuario mariano para ser las manos, las piernas o los ojos de los enfermos o personas con discapacidad que quieren ir a ver a la Virgen. Como Covadonga Sanz, que tras cuatro meses en coma y perder una pierna en un accidente hace casi siete años, acaba de conocer a la Virgen de Lourdes, la Jefa, como ella la llama. Y sí, ha habido milagro
¿Javier, qué hace un chico como tú en un lugar como Lourdes?
Javier Gómez-Arroyo: Porque la Virgen quiere. Piensas que vienes buscando algo, pero es la Virgen la que nos llama para ser las manos, los pies y los ojos de otros. La primera vez que vine fue hace siete años y ya no dejé de hacerlo.
Javier acompaña, entre otros, a Cova, que acaba de regresar de su primera visita a la Virgen de Lourdes. Su historia cambió con un accidente.
¿Qué te pasó?
Covadonga Sanz: Hace seis años tuve un accidente de coche. Íbamos cuatro jóvenes de camino a la biblioteca. Dos fallecieron y yo estuve en coma cuatro meses, me amputaron una pierna y me reconstruyeron la otra. Los médicos no apostaban por mí, pero aquí estoy.
Y te agarraste a Dios…
CS: Desde que salí fui a convivencias y en cada una de ellas descubrí que el Jefe –así le llama a Jesús– estaba conmigo y me empujaba. Luego una amiga me comentó la posibilidad de venir a Lourdes y este año di el paso. Ha sido maravilloso; he conocido a la Jefa Lourdes. Ahora sé que está a mi lado y a partir de ahora la iré conociendo más.
¿Cómo es el ambiente?
JG-A: Más que una relación entre camillero o enfermera y enfermo, lo que hay en realidad es un grupo de amigos. Unos andan y otros no. Nosotros les damos nuestras manos, nuestros brazos, nuestros ojos… pero aprendemos cosas maravillosas de los enfermos.
¿Qué os dicen en vuestro entorno cuando les decís que vais a Lourdes?
JG-A: La gente flipa y las respuestas que te dan son de lo más variopinto. No se dan cuenta de que es un planazo, de que lo que vivimos aquí es la alegría 24 horas, un chute de energía que se prolonga durante todo el año. Es mejor que cualquier fiesta, porque las de Lourdes duran 24 horas durante cinco días.
[Pilar López de la Osa, veterana, se suma a la conversación]. Nosotros hablamos del espíritu de Lourdes, de ese espíritu de alegría, de energía, donde existe la amistad, el encuentro, la alegría… Pero, permíteme que sea un poco brusca: ¿realmente los enfermos piensan que van a salir andando? El milagro que se produce en Lourdes es el de salir con las fuerzas renovadas, con una energía que permite seguir adelante. El milagro de Lourdes no es salir de aquí andando, es curarte por dentro y salir renovada.
¿Tú has experimentado esto, Cova?
CS: Lourdes hace milagros. Me decían mis amigos antes de venir que si me iba a crecer la pierna. Acabo de salir de la piscina y no, no me ha crecido la pierna, pero ha habido milagro. El milagro es que he conocido a la Virgen de Lourdes, que está con nosotros. La he conocido y sé que puedo contar con ella. Y solo hace un rato que lo sé.
Impresionante…
JG-A: Yo digo siempre que estamos en plena borrachera espiritual y que la resaca es larga, justo hasta que volvemos el año que viene.
PLO: Es droga de la buena. Cuando llegan novatos les comento que tengan cuidado, que esto engancha.
¿Cómo es la vuelta?
JG-A: Cuando volvemos tenemos cara de tontos de haberlo pasado tan bien. Y no paramos de hablar de ello. Sale incluso cuando estoy de copas y acabas haciendo un apostolado inocente, porque lo haces de forma muy natural.
PLO: Cuando oyes a los jóvenes que han venido por primera vez hablar al final de la peregrinación, te das cuenta de que merece la pena. Reconocen que muchas veces se quejan por tonterías, que viven en una burbuja hasta que se dan de bruces con la realidad de otras personas.
Sois jóvenes y estáis entre jóvenes. La Iglesia está en un proceso de reflexión que culminará en un Sínodo. ¿Cómo veis a la juventud católica?
JG-A: Quiero reivindicar que no somos pocos y que no se nos cae la cara de vergüenza por decir que creemos en Dios. No sabes cómo de increíble es llegar a la gruta donde está la Virgen a cualquier hora y ver a jóvenes rezando, adorando al Santísimo, ayudando a un enfermo.
Fran Otero Fandiño
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