El "Respiro" de Jesús resucitado, "llena la vida y los pulmones de la Iglesia": lo afirmó el Papa en la catequesis del miércoles 23 de mayo, con la memoria en la Solemnidad de Pentecostés
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
«El Espíritu Santo nos da la fuerza para ir hacia adelante»
En los días que siguen a la Solemnidad de Pentecostés, el Papa Francisco reflexionó, en la catequesis que impartió durante la Audiencia General, sobre el testimonio que el Espíritu suscita en los bautizados, centrándose en el sacramento de la Confirmación.
Sólo el Espíritu de Cristo nos convierte en la sal y la luz del mundo
El Santo Padre partió de la gran misión que Jesús confió a sus discípulos, a saber, "ser la sal de la tierra y la luz del mundo". Se trata de dos imágenes que según el Papa, "hacen pensar a nuestro comportamiento", porque "tanto la carencia, como el exceso de sal, hacen disgustoso el alimento", y también "la falta o el exceso de luz, impiden ver”:
"Quien puede verdaderamente hacernos sal que da sabor y preserva de la corrupción, y luz que ilumina el mundo, -aseguró el Pontífice- es sólo el Espíritu de Cristo”.
"La confirmación robustece la gracia bautismal"
Por otra parte, en la catequesis que pronunció en español, explicó que el sacramento de la confirmación se llama de este modo "porque confirma el bautismo y robustece la gracia bautismal". "Se llama también crismación, -agregó- porque con la unción del crisma se recibe al Espíritu Santo, para que el cristiano se conforme cada vez más a Cristo y se comporte siempre como hijo de Dios”.
Asimismo, explicó que renacer en la vida divina en el Bautismo es “el primer paso”, pero que además de ello, es necesario "comportarse como hijos de Dios”, y esto lo podemos hacer sólo con la fuerza del Espíritu Santo: “sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada", afirmó. "Es el Espíritu quien nos da la fuerza para ir hacia adelante”.
Así, tras recordar que “Cristo fue ungido por el Espíritu Santo”, y que “toda su vida estuvo animada por el Espíritu”, el Romano Pontífice manifestó que del mismo modo “la vida de la Iglesia, y de cada uno de sus miembros, ha de estar guiada por el mismo Espíritu”.
La tarjeta de identidad de Jesús
El Papa prosiguió recordando que en la Sinagoga de Nazaret, Jesús se presenta como “el Ungido” por el Espíritu: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción» (Lc 4,18). Esta es la “tarjeta de identidad de Jesús”, explicó, y señaló que “el respiro de Cristo Resucitado, llena de vida los pulmones de la Iglesia”. Es por ello que la fiesta de Pentecostés, que celebramos el domingo pasado, para la Iglesia es "impulso misionero para entregar nuestras vidas para la santificación de los hombres y la gloria de Dios":
“El Espíritu descendió con su fuerza sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y recibieron el impulso misionero de entregar sus vidas por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. En la confirmación, Cristo nos colma con su Espíritu y nos consagra como testigos suyos, nos hace partícipes de su misma vida y misión. El testimonio cristiano consiste en hacer todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, dándonos su gracia para cumplirlo”, replicó.
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Con una precisión el Obispo de Roma concluyó su catequesis en italiano: “si en el Bautismo es el Espíritu Santo quien nos sumerge en Cristo, en la Confirmación, es el Cristo quien nos colma con su Espíritu, consagrándonos sus testigos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el designio del Padre celestial”.
Será, por lo tanto, evidente que hemos recibido este don “si cumplimos las obras del Espíritu” y “si pronunciamos las palabras enseñadas por el Espíritu”.
En el final del resumen de la catequesis que pronunció en nuestro idioma, y tras saludar a los fieles y peregrinos de los distintos países, el Santo Padre invitó a que “con el recuerdo todavía reciente de la pasada fiesta de Pentecostés pidamos a la Virgen María que nos ayude a ser dóciles al Espíritu Santo, para que sepamos dar a nuestro alrededor un testimonio vivo de santidad y amor, entregándonos en todo momento al bien de los demás”, e impartió su bendición.
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