«Necesitamos hermanos y hermanas expertos en los caminos de Dios, para poder hacer lo que hizo Jesús con los discípulos de Emaús: acompañarlos en el camino de la vida y en el momento de la desorientación y encender de nuevo en ellos la fe y la esperanza», les decía el Papa a comienzos de 2017 los participantes en la Plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. En las últimas décadas ha caído en desuso la dirección espiritual, recomendada por el Concilio. Empieza a popularizarse, sin embargo, una alternativa que parte de un planteamiento menos clerical y más horizontal, de igual a igual, una propuesta que encaja mejor con la mentalidad contemporánea. El acompañamiento espiritual no gira en torno a la confesión sacramental ni la sustituye, sino que se plantea como un recurso que permite confrontar la propia vida con otras personas, testigos de la comunidad eclesial, que, en un diálogo de discernimiento, ayudan a la persona a vivir su vida con más coherencia e intensidad, particularmente en momentos de toma de decisiones importantes.
Alfa y Omega
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