Grilex tiene 23 años y es rapero. Rapero vocacional. El éxito le separó de la Iglesia y las circunstancias le han hecho caerse del caballo. Sus canciones no son confesionales. Están abiertas a todo el mundo, con esperanza y optimismo. Y “Camino” es uno de los libros que le alimenta la procesión que lleva por dentro.
Guillermo Esteban es un rapero, de los de rima, jerga, sudadera con capucha, emoticonos de manos, mensajes, y flow. Su nombre artístico es Grilex. 23 años. Madrid.
Voz en off: “Yo no pertenezco al Opus Dei, pero para mí el libro Caminosignifica poder conectarme conmigo mismo y con Cristo, porque tiene bastantes reflexiones que a mí me están ayudando, cada vez más. A medida que voy avanzando tengo más dificultades, y Camino me está nutriendo muchísimo”.
Nutrir. Alimentar. Asimilar. Grilex es joven y le saca jugo a Camino para su vida, para sus letras, para su rap.
Paredes con grafitis, escaleras de cemento y cardos secos. “A veces vamos por la vida como pollos sin cabeza a lo que la sociedad nos dice, sin pararnos a pensar. Poder reflexionar con el santo que escribió Caminoayuda al alma. Yo lo he notado”.
Camino ha cumplido casi 80 años desde su primera edición, y los jóvenes raperos de 23 le siguen sacando partido personal.
Así lo cuenta Grilex, cuyo flow vital no ha sido siempre una rima perfecta.
El ego y la distancia
Su ficha musical resalta que descubrió el rap con 7 años. Le atrajo desde el principio que “tiene muchas palabras, mucho mensaje, y puede transmitir muchos sentimientos más que una canción convencional”. Diez años después empezó a escribir sus primeras letras. Tenía un don. Y le empezó a sacar partido. Y entonces: “Se me empezó a subir el ego, comencé a soltar puyas en mis letras, a meterme con la gente, a escribir letras negativas (…) Crecía mi éxito entre la gente del rap, pero yo, por dentro, me sentía cada vez más vacío”.
Guillermo es el segundo de cinco hermanos. Familia cristiana. De siempre. Pero con el subidón musical entre sus followers vino también alejarse de todo, de sus amigos de entonces, de su parroquia.
Lo cuenta él. Entender que la Iglesia era “un hospital de campaña” para "personas con heridas” le hizo llamar otra vez a la puerta de su casa. Confesión. Descubrimientos. Gratitud.
Sus letras han cambiado desde entonces, porque “siento una llamada para estar en primera línea y hacer pensar a la gente que no cree. A muchos que están como estuve yo”.
Entre sus notas, letras y rimas con sentido, algunos seguidores le han escrito en redes sociales: “Gracias a una canción tuya no me he suicidado”. Y así…
Un mundo para ser libre
Grilex disfruta con su mundo. Entre gente “que puede parecer dejada, y sin embargo mi experiencia es que muchos tienen una profundidad impresionante en sus letras. Hablo con ellos con libertad y respeto. Mi propio productor asume sin problemas mi objetivo de ayudar a evangelizar a través del rap”.
Y entre las muchas cosas que conforman una vida, una biografía, unas letras, un concierto, una gorra para atrás, un estilo, una convicción, una pisada fuerte de autoestima, un gesto de manos, una cadena de libertad, ahí están las páginas de san Josemaría como un camino interesante para crecer, avanzar y madurar en la fe y en la vida. Pasito a pasito. Punto a punto. Con flow.
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