Judas era pelirrojo. Al menos eso se afirmó y así fue representado durante siglos en la Última Cena, única ocasión propicia, por pintores y escultores en toda Europa. Por supuesto, nada se nos dice en los Evangelios de tan improbable cosa, pero desde tiempos remotos y hasta casi hoy, los pelirrojos eran percibidos como personas de poco fiar, de malas inclinaciones, traidores por naturaleza. Quevedo, en El Buscón, recoge el viejo refrán: "Ni perro ni gato de aquella color". Luego Judas sólo podía ser bermejo.
Me ha llamado la atención que en el reportaje que El Mundo dedica a mostrarnos a Christopher Wylie, el creador de la perversa Cambridge Analytica, se destaque en el titular precisamente eso, que es pelirrojo, aunque más adelante revele que el personaje, canadiense y de 28 años, es también "gay, vegano, millennial, (…) de ojos claros, con un aro en la nariz y otro en la oreja derecha…". O sea, un feliz compendio de todas las tendencias en voga, lo que hace incomprensible para el lector medio que su talento para el análisis electoral y la codificación de información en redes sociales haya podido ponerse al servicio de patronos como los impulsores del Brexito los de la campaña de Trump, presentados siempre como viejos patriarcas heteros. El tipo se defiende como puede de tan terrible cargo: él, en realidad, no hizo nada que no hicieran otras empresas, sólo que lo hizo mejor porque dio en aplicar estrategias y sistemas militares a las redes sociales. Y así Wylie corrige y supera a Clausewitz: la guerra no es ya la continuación de la política por otros medios, sino justamente lo contrario, la política se convierte en otra forma de guerra, una especie de juego de estrategia en la que los electores son "bombardeados" con anuncios personalizados tras "capturar" sus datos disponibles en las redes. Esas cosas no se aprenden en los libros. Desde los 18 años Wylie estaba trabajando en las campañas de políticos liberales canadienses e incluso para Obama en su primera elección.
Wylie dice que desde fines de 2014 no estaba ya en Cambridge Analytica y que, por tanto, no participó en los desastres electorales progres que se le imputan. Eso sí, dejó todo preparado para ello: una base de datos de cincuenta millones de votantes lista para el mejor postor. Traidor y pelirrojo, la progresía mundial ya ha encontrado al responsable de sus tribulaciones. Que se prepare.
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