miércoles, 28 de marzo de 2018

BREVE RESEÑA HISTÓRICA EN TORNO AL LIBRO DE ACTAS DE LA HDAD. DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO Y MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES; POR CARLOS J. GARCÍA

Miércoles Santo y ya estamos en capilla para vivir de forma intensa un nuevo Viernes Santo donde todo Grazalema vivirá los Dolores de Padre Jesús.

Hoy os comparto un artículo publicado en "Raíces de Grazalema" por nuestro siempre querido, siempre recordado, Diego Martínez Salas y que viene a colación con lo que estamos recordando, lo que estamos celebrando y que no es otra cosa que la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Breve reseña histórica en torno al libro de actas de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores que es obra de Carlos J. García, hermano y costalero de Padre Jesús y que espero disfrutéis.

Sirva esta publicación como homenaje perpetuo a nuestro querido Diego Martínez Salas, a su extraordinario equipo de colabores que hizo tanto bien en este sitio web de "Raíces de Grazalema".

Sirva esta publicación como muestra de admiración y cariño perdurable a su viuda, hijos, madre, familia, amigos así como a todo el Pueblo de Grazalema y los grazalemeños estén donde estén.

Recibid todos un abrazo con sabor a eternidad,

Jesús Rodríguez Arias 


raicesdegrazalema.wordpress.com

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Por Carlos J. García, hermano y costalero de Padre Jesús

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Viernes Santo. Negra túnica morada color Nazareno. Dolorosa Virgen. La tradición de un pueblo. Esfuerzo recompensado. Recuerdo. Es fe; es fidelidad hermana. Hay silencio en la parroquia, nazarenos en silencio. Tres golpes; rechinar de sandalias; un enorme cerrojo abre paso al Cielo. Grazalema. Grazalema cofrade. Es fe; es fidelidad hermana. Es la tradición de un pueblo.

No siempre fue en Viernes Santo. Ni hubo únicamente veneración por Padre Jesús. Me contaba hace días el amigo y querido Melchor Sánchez, quien tuvo la suerte de hablar con quienes recordaban la más vieja pero aún reciente Semana Santa de nuestro pueblo, de la importante veneración que existía a principios de siglo hacia un buen número de imágenes en Grazalema, algunas al parecer con tradición inmemorial. Como hoy, la primigenia hermandad de Nuestro Padre Jesús tenía su sede canónica en la parroquia de la Encarnación, donde radicaba una imagen que fue destruida durante la Guerra Civil; existían otras dos hermandades de Pasión con sede en San Juan, la del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz y Sangre y la de María Magdalena y San Juan, de tradición también muy arraigada entre la feligresía local. En la ermita del Calvario presidía el altar una imagen de la Virgen con la advocación de María Santísima de la Soledad. Hasta el Calvario se celebraba además un Via Crucis cuyo punto de partida era la propia parroquia. Y en la ermita situada en plena sierra existía también la imagen de un Niño Jesús que salía a las puertas del hoy derruido templo cada Domingo de Pascua, cuando las familias acudían con sus niños y con hornazos para festejar la Resurrección del Señor.

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Antigua imagen de Jesús Nazareno desparecida en 1.936.
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Lo que nos ocupa en esta breve reseña histórica es, sin embargo, la historia más reciente de la hermandad conocida popularmente como la de Padre Jesús, a partir del libro de actas que se conserva en la Parroquia, un extraordinario documento de anotaciones manuscritas que permite no sólo conocer algunas de las decisiones que llevaron a conformar la hermandad que hoy conocemos sino que revela cómo era la Grazalema desde el 18 de enero de 1940, fecha en que se reunieron una serie de hermanos “para ver en las condiciones [en] que se encuentra dicha Hermandad y nombrar nueva Junta”, según reza literalmente en el folio número 7 de dicho libro, que curiosamente es el segundo de los que se conservan en el volumen por haber desaparecido las cinco primeras hojas. Los desvelos y preocupaciones de aquellos hermanos, como ocurre hoy día, reflejan a través de sus decisiones el contexto histórico y social de nuestro pueblo.

Aquella primera reunión se celebró a las nueve de la noche. Era jueves, en pleno invierno. Por unanimidad de los veinte hermanos presentes, convocados por el capellán don José Antonio Segovia, fue nombrado hermano mayor el reconocido Vicente Narváez Bajón, siendo vocales de aquella junta Juan Heredia Vázquez, Fernando Castro Sánchez y José Antonio Vázquez Dorado; fue nombrado secretario José Romero Jiménez y, tesorero, Manuel Lerena Ruiz, quien se hizo cargo de cincuenta y seis pesetas y cincuenta céntimos en metálico que obraban en poder de la Hermandad, así como veinticuatro recibos pendientes de cobro. Los hermanos acordaron “un poco de más celo y actividad” para que la hermandad no decayese, “prometiendo la nueva Junta hacer todo lo posible porque vuelva a adquirir el explendor [sic] que siempre tuvo”, aludiendo aquella primera acta a los estragos de la recién acabada guerra sobre el patrimonio de la Hermandad.

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Procesión del Cristo de la Veracruz en los años treinta del S. XX.
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Hubo de pasar todo un año, hasta el 30 de marzo de 1941, para que se celebrase una nueva junta general ordinaria de hermanos, cuyo resultado también quedó reflejado en el libro de reuniones. Se produjeron dos cambios en esa Junta de Gobierno; Fernando Heredia Mateos sustituyó al hasta entonces secretario, y ocurrió lo propio con José Ruiz Fernández, que se convirtió en nuevo tesorero. La hermandad contaba entonces con 167,65 pesetas y por ello se pidió a los miembros de la Junta que desplegasen “su mayor actividad e ingenio” para que un año más tarde la hermandad pudiera procesionar una nueva imagen de Nuestro Padre Jesús; su coste era de 3.000 pesetas; un donante se comprometió a pagar la mitad de ese dinero, 1.500 pesetas. Se aconsejó por parte del párroco dirigir peticiones “a las personas piadosas y a la vez más solventes” del pueblo, reclamando más donativos. Así, se nombró hermano honorario a don Gabriel Mateos Díaz, residente entonces en Jerez, “persona de quien esperamos, por ser muy piadosa, nos ayude a conseguir nuestros deseos”.

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Vicente Bajón. Hermano Mayor de Nuestro Padre Jesús en 1.940 y bajo cuya mayordomía se talló la actual imagen.
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Las actas no revelan el encargo que la Hermandad, en efecto, había hecho a un importantísimo escultor español, el sevillano Antonio Castillo Lastrucci, formado desde finales del siglo XIX en la escultura, y especializado en imaginería religiosa, autor de varios cientos de imágenes en toda Andalucía para restituir aquellas otras que fueron destruidas durante los sucesos que tuvieron lugar al inicio de la Guerra. Entre otras, suya es la imagen que hoy día conocemos de Nuestro Padre Jesús Nazareno. De extraordinaria belleza; de dolor sumamente contenido. Así son todas sus imágenes, y así es su Cristo grazalemeño, similar curiosamente al que, con el mismo nombre, procesiona en Ronda la noche de cada Jueves Santo. En la ciudad del Tajo es ésta la imagen de mayor devoción, conocida de hecho como ‘El Señor de Ronda’ entre la docena de imágenes de Cristo que salen cada Semana de Pasión. Podremos hacernos una clara idea del prestigio de Castillo Lastrucci si anotamos ahora también que es el autor del misterio del paso del Señor de la Sentencia, de la popular Virgen de la Macarena, en Sevilla, entre otras muchas imágenes de la Semana Santa sevillana.

Una reunión de la Junta de Gobierno celebrada el 29 de enero de 1942 y cuyo desarrollo también aparece anotado en el libro de actas, da cuenta del avanzado proceso de tallado de la nueva imagen en la capital hispalense. Se decidió entonces preparar un altar para la misma, así como una Cruz para cuando debiese salir en procesión. La hermandad seguía por entonces sin reunir los fondos necesarios para hacer frente al pago de esa imagen. Se acuerda, de este modo, seguir reclamando donativos.

Semanas después, el 12 de marzo, el capellán informó en una reunión ordinaria de la junta que para la Semana Santa de ese año, que se celebró entre los días 29 de marzo (Domingo de Ramos) y 5 de abril (Domingo de Pascua), la nueva imagen del Nazareno de Grazalema podría lucir una túnica del Señor del Gran Poder, de Sevilla, “habiéndosenos otorgado dicha túnica por mediación de don Carlos Jiménez de la Iglesia”, director que fue del Banco de España en la capital andaluza. El Jueves Santo de 1942 salió por primera vez el Cristo que hoy conocemos en nuestro pueblo.


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Antonio Castillo Lastrucci, autor de la imagen de Nuestro Padre Jesús de Grazalema y quizás el imagninero más afamado del S. XX

Algunos cambios menores en la Junta de Gobierno o el establecimiento de un besapiés al Señor cada primer viernes de mes son algunas de las otras decisiones adoptadas aquellos años. Se procesionó entonces, como se ha revelado, cada Jueves Santo y, en 1954, tras acceder al cargo de Hermano Mayor Mariano Muñoz, fue cuando la Hermandad tomó el nombre que hoy día sigue manteniendo, al añadirse a su denominación la Virgen de los Dolores. Nada aparece en las actas, sin embargo, sobre cómo fue que se adquirió la actual imagen de la Dolorosa de Grazalema. En la única inscripción de aquella Junta de Gobierno en el volumen que nos ocupa, sólo aparece reflejado ese cambio en la denominiación así como la decisión tomada para pedir permiso al Obispado para trasladar la imagen del Señor hasta la Iglesia de San Juan, con el objeto de realzar el culto teniendo la Hermandad una capilla propia a modo de sede canónica.

El libro de actas, al fin, da un salto temporal hasta 1995 cuando se retoma la actividad de la Hermandad por parte del párroco don Juan Jacinto del Castillo, quien a la postre sería convertido en Hermano Mayor honorario en la Junta de Gobierno que conformaría Francisco Troya. Del puño y letra del entonces párroco aparecen decenas de anotaciones; en la primera de ellas, sin fecha fija, señalada entre “el otoño de 1994 y la primera de 1995”, se marca el repetido objetivo histórico: “Reavivar la devoción” a los Sagrados Titulares de la Hermandad. Troya se convirtió entonces en tesorero, cargo que ocuparía hasta su ascenso a Hermano Mayor. Aparecen una serie de nombres que se relatarán en lo sucesivo que ciertamente originaron un revulsivo en la entonces apagada devoción a los Sagrados Titulares de nuestra Hermandad.

El 26 de enero de 1996 se acordó que las imágenes volvieran a procesionar en la Semana Santa de ese año. Y en febrero se encargó la realización de la conocida túnica de terciopelo que durante años tuvo el Señor tras ser donada la tela. Aquel Viernes Santo del año 96, un 5 de abril, Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores se reencontraron con los grazalemeños. La lluvia deslució la procesión, que se celebró pese a todo. En las actas se hizo un balance positivo del acto penitencial pese a la mala meteorología.

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En todas estas decisiones encontramos el precedente más directo de la Hermandad de nuestros días, que aquellos años tuvo como protagonistas a conocidos nombres de Grazalema. Anotados en el libro aparecen los siguientes, algunos de los cuales se repiten reunión tras reunión, otros de ellos en alguna que otra junta. Sin discriminar entre unos y otros, la totalidad de esos nombres recogidos son: María Menacho Palma; María Pérez Menacho; Flora Cordón Medinilla; Teresa Fernández Vázquez; Carmen Barea Barroso; Francisco Salas Organvidez; Francisco Troya Becerra; José González Valle; Juan Gómez Lerena; Isabel Gómez Aguilar; Teresa Zarzuela Menacho; Teresa García Borrego; Ana Rosa Calvente Cañas; Rosario Diánez Guerrero; Rafael Barea Chacón; María Sánchez Narváez; María C. González Ruiz; Francisca Chacón Badillo; Jorge de Miguel Román; Amparo Menacho Barea; Ana Rosa Calvente Cañas; Amelia Pérez Soto; Antonia Fajardo González; Silvia Ramírez; Josefa Fernández Román; Sergio Gutiérrez Nieto; y, en las últimas anotaciones, también el cura Juan Manuel Sotelo Maestre.

La última acta del libro está fechada el 10 de marzo del año 2000. Recogida en la página 49 de las 87 de que dispone el viejo volumen, refiere un último acuerdo anotado: la celebración de un triduo durante aquella Cuaresma, los días 12, 13 y 14 de abril. Cuando aún había pesetas, se anotó que con un buñuelada celebrada aquel primer día de Andalucía del nuevo milenio, se recaudaron 32.350 pesetas para la Hermandad.

Ahora, se escribe otro presente esplendoroso. La Hermandad al frente de la que hoy están David Ramírez y Antonio Borrego, junto a Cristo González Ruiz, María Pérez Menacho, Francisca Castro García y Juan Gómez Lerena, prosigue el reciente camino iniciado hace ahora 70 años, con proyectos de una evidente envergadura histórica, cultural y religiosa.

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