viernes, 2 de marzo de 2018

UN VIERNES NOCHE DISTINTO



Dios tiene un modo de hacer las cosas que no coincide con el nuestro. Uno podría pensar que de Luces en la ciudad –el evento que reúne este viernes a jóvenes de la diócesis con diferentes comunidades de vida consagrada– lo más deseable sería que una chica pidiera la admisión en una comunidad al día siguiente. Pero Dios tiene sus propios planes…
«Resulta que una chica que tenía una inquietud vocacional se apuntó el año pasado acompañada por otras amigas religiosas, para que pudiera conocer algunos carismas y quizá decidirse por alguno de ellos. Pues al final no ha sido así: lo que hizo fue pedir entrar en la comunidad de las religiosas que la estuvieron acompañando ese día. Y ahora hace con ellas un proceso muy bonito de discernimiento», desvela Juan Carlos Merino, responsable de la Delegación de Pastoral Vocacional, que junto con la Deleju, la Vicaría de Vida Consagrada y la CONFER, organiza cada año esta iniciativa que tendrá lugar en la tarde-noche de este viernes, con la vigilia de oración de los jóvenes con el arzobispo en la catedral como colofón.
Ama hasta que te duela
También se podría pensar que esta iniciativa quedaría solo como una actividad para jóvenes y religiosos o religiosas, pero no es así, va más allá, incluso a los pobres. Hace dos años, después de la primera edición de Luces en la ciudad, sucedió algo que ha empezado a cambiar la vida de muchas personas de la calle. Durante el encuentro con las Misioneras de la Caridad, Javier, un joven estudiante de Magisterio, recibió como recuerdo una medalla de madre Teresa de Calcuta. «Siempre me había llamado la atención e incluso tenía una foto suya en mi agenda de la universidad. La admiro por lo que hacía y también por su interioridad, por cómo amaba a Dios a pesar de estar metida en las miserias del mundo».
Pero ese regalo de las religiosas no se lo quedó mucho tiempo; hablando un día con su amiga Elisabeth ella le confesó: «A mí también me encanta». Y la medalla cambió de manos… Él entonces se encontraba dándole vueltas a un proyecto «para mejorar la vida de la gente» y se lo comentó a Elisabeth, quien le confió: «Imagina trabajar con personas de la calle para que se expresen por medio del arte». Pero Javier ya se lo había imaginado: «Yo le dije que esa idea la tenía desde hacía cuatro años, cuando se me ocurrió durante unos Ejercicios espirituales. E inmediatamente ambos pensamos: esto no es una coincidencia, ¡tenemos que hacerlo!».
Y así nació Amaqtedú, acrónimo de una de las frases más conocidas de la Madre Teresa: «Ama hasta que te duela».
Lienzos vitales
«Lo que hacemos es dar a personas que no tienen hogar una formación en artes plásticas, sobre todo en pintura realista y abstracta», dice Javier. Con esos cuadros montan exposiciones en las que venden la obra de estos artistas. Pero la cosa no se queda en un mero intercambio económico: «Junto a cada cuadro entregamos a los compradores un cilindro con un papel en su interior en el que pueden encontrar la historia de la persona que lo ha pintado, escrita por ella misma. Por eso los llamamos lienzos vitales. Y además invitamos a los que adquieren el cuadro a vivir en el mundo según el consejo de la Madre Teresa: “Ama hasta que te duela”», señala Javier.
Hoy Amaqtedú involucra a cerca de 20 voluntarios que trabajan con las personas acogidas en una residencia de Cáritas de Alcalá de Henares. «No solo hacemos pintura, también hacemos teatro, poesía, fotografía, y junto a ellos hemos grabado programas de radio y hemos escrito artículos en alguna revista».
Un milagro
Entre las personas de la residencia han encontrado una gran acogida: «Están muy contentos. Luego cada uno reacciona de una manera. Algunos casi sin conocernos nos contaron toda su vida, cómo estuvieron a punto de suicidarse, o cómo era su vida en la calle, sus problemas, sus adicciones… Y a otros les cuesta más abrirse, pero nosotros no forzamos a nadie».
Después de varias exposiciones, ya tienen pendientes otras citas, como la de la presente edición de Madrimaná –han participado en el encuentro en el que se ha emitido el documental Pobreza S.A.–, la Feria de Asociaciones Otra Forma de Moverte de Alcalá de Henares el 4 de marzo, o la próxima edición de Viaje a Narnia que la diócesis de Getafe organiza el 20 de abril.
«Para nosotros es un milagro todo lo que está pasando. Solo queríamos darle una oportunidad a la gente que lo pasa mal. Ha tenido muy buena acogida todo lo que hacemos, y todo lo que íbamos necesitando nos iba saliendo fácilmente poco a poco», concluye Javier.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Rompiendo estereotipos
Javier y Elisabeth (en el centro), con otros voluntarios y algunos cuadros. Foto: Amaqtedú
Más de 600 jóvenes recorrerán desde las 18 horas de este viernes las calles de la ciudad para encontrarse con decenas de comunidades religiosas, «en un gesto de comunión muy hermoso en el que estamos participando diferentes instituciones relacionadas con la juventud, los consagrados o la pastoral vocacional», dice Juan Carlos Merino, delegado d Pastoral Vocacional. El recorrido finalizará a las 22 horas con la tradicional vigilia mensual del arzobispo con los jóvenes en la catedral de la Almudena.
«Lo que queremos que conozcan qué es eso de la vida religiosa», afirma Inma Ureña, de las esclavas del Sagrado Corazón, que se disponen a abrir su casa este viernes para recibir a los jóvenes. Lo hacen porque «muchas veces no conocen más que la vida de su parroquia o de su grupo, y se pierden toda la riqueza que tiene la Iglesia ahí fuera».
No es la primera vez que participan en esta iniciativa. El año pasado organizaron un taller de los sentidos como método para dar a conocer su carisma: reparar y dar a Cristo para la adoración de los pueblos. Así, dispusieron un espacio para el gusto en el que daban a probar diferentes sabores y pedían a los jóvenes que reflexionaran acerca de qué cosas daban gusto a su vida; o el tacto, en el que las religiosas dieron a cada joven un pedazo de arcilla y les pidieron que dieran forma a su relación personal con Dios a través de una figura.
Lo que choca a los jóvenes
«A mí me encantó y me hizo reflexionar», confiesa Isabel, una estudiante de psicología de 23 años que participó el año pasado y que también se ha apuntado a la iniciativa este año. «Por ejemplo, en la parte de la vista, me llamaron mucho la atención las imágenes de personas necesitadas, para tomar conciencia del sufrimiento que hay por ahí, y en el que apenas nos fijamos».
Montse, otra de las religiosas, afirma que «a los jóvenes les llama mucho la atención nuestra forma de vivir, porque vienen con el estereotipo de la monja mayor y ven que en nuestra casa, por ser una casa de formación, todas somos jóvenes como ellos. Eso les choca mucho».
En este sentido, Isabel reconoce que «conozco algunos nombres de órdenes religiosas y tenía la idea de que son buenas personas, pero en realidad no sabía qué es lo que hacen y cuál es su forma de vida, su día a día. Es una buena iniciativa porque te rompe los estereotipos que traes».
En cuanto al aspecto vocacional, reconoce que «alguna vez me lo he planteado, pero de momento, aunque estoy abierta a ello, no veo que vaya por ahí mi camino». Eso sí, a la hora de hacer balanza, tanto Montse como Isabel coinciden: «Nos hemos quedado con ganas de más. Quizá sería bueno que durante el año hubiera una continuidad para que jóvenes y religiosos nos conozcamos mejor».

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