lunes, 26 de marzo de 2018

LUNES DE TRIANA Y RÚAN EN SEVILLA


El paso de misterio de la Hermandad de San Pablo por su barrio.
Desde Triana la honda, en el Tardón, se traza cada Lunes Santo un hilo invisible hasta el Polígono de San Pablo. Porque el día más joven de la Semana Santa encierra toda una filosofía de emigración cofradiera, de eso que los flamencos llaman cantes de ida y vuelta.
Se han parado a preguntarse ¿cuánta Triana hay en el Polígono? Cuánta gente nacida y crecida en el arrabal tuvo que ir al destierro y encontró refugio, vida y familia en los bloques del Polígono.
El Lunes Santo tiene un fuerte aire de Triana y no sólo por ese izquierdo por delante que avanza y navega en la majestuosa dulzura del Soberano Poder. Tiene el aire de Triana que germinó en el Polígono y acabó fundando su cofradía.
Un barrio que para buscar por calles anchas la estrechez del centro viene sonando a Tres Caídas de Triana.
No hay nada que vertebre más una sociedad plural que una hermandad, en especial la de barrio, donde nadie te preguntará jamás sobre alcurnia o apellido que avale tu pertenencia. Ni nadie te juzgará por el traje que llevas en la función principal o el apellido que es más historia que la propia historia de la cofradía.
En ese hilo que une el Tardón y el Polígono está una forma contundente de demostrar la fe.
Y la pizca de Triana la pone también la cofradía de las Aguas. Hermandad del viejo templo de San Jacinto que no resistió la lejanía de San Bartolomé y se acercó lo más que pudo a Triana, a la que divisa desde su recoleta capilla del Arenal. Aguas de Triana. Decía Carlos Cano que en ningún lugar tiene tanta música el agua como en Granada. Yo creo que en pocos sitios suena tan a Triana la banda de las Tres Caídas como en las Aguas, porque sus cornetas suenan a nostalgia de San Jacinto y a suspiros de Cava.
Lunes Santo que nos demuestra en el Tiro de Línea precisamente esa fortaleza que supone vertebrar un barrio con el respeto a todos por encima de todo.
Tres puntales de barrio (Tardón, San Pablo y Tiro de Línea) y tres puntales para el triángulo mágico de San Vicente (Penas, Vera Cruz y Museo). Amalgama de ruán y Virgen mujer de tul blanco a la que el pregonero Manuel Toro Martínez besó en la mejilla como se besa a una madre cuando se la visita. ¿Puede humanizarse más a una Virgen sevillana?
Es la jornada más nueva de la Semana Santa, apenas un siglo de existencia, pero viene cargada de vida. Tanta como la que hacen más fácil desde la acción social conjunta de la que fueron pioneras las cofradías de este joven día.
Jornada de luz y de tiniebla, de Caridad bien entendida en su Traslado al Sepulcro a los ojos de Santa Marta.
Caridad de Miguel de Mañara acercando a los acogidos a contemplar de cerca a la Virgen de Guadalupe. No me quiero imaginar cómo tiene que ser este Lunes Santo en ese balcón del cielo cuando Juan Delgado Alba y Pedro Collado echen un mano a mano de tertulia disfrutando junto a la Virgen de sus amores de la cofradía que nos han legado. Si en los libros de texto se estudiara historia de las cofradías habría que dedicar varios capítulos al legado de estos dos grandes cofrades sin los que es difícil entender una parte de la Semana Santa actual.
Este Lunes Santo de 2018 me trae el recuerdo imborrable de Pedro Collado, a quien desde aquí quiero tributar mi reconocimiento. Guadalupe, la Virgen niña, se nos hace mayor con la ausencia de Pedro en la capilla del Arenal.
Este año que el Cristo de las Aguas celebra el 75 Aniversario de que lo tallara Illanes, Collado ha sido llamado al cielo azul de su sevillanía para celebrar la efemérides junto a Él.
Desvelo hoy aquí una anécdota que retrata la humanidad de este gran cofrade. Pasaba la Virgen de la Victoria en la tarde del Jueves Santo de 2006 por la capilla del Rosario y quien escribe estas líneas acompañaba a Pedro -como director de Área de Fiestas Mayores del Ayuntamiento- junto al estandarte de su cofradía. Delante de esa Virgen que también mira a Triana Pedro Collado quitó de su cuello una medalla con la Virgen de Guadalupe y la Virgen del Pilar y me la entregó para que me protegiera en mi nuevo desempeño profesional en Zaragoza.
Hispanidad y humanidad de un gran hombre que en ese momento especial para su cofradía demostró su generosidad. Durante los tres largos años de ausencia de mi ciudad siempre me acompañó esa medalla tan sevillana del Arenal y tan vinculada a su vez a Zaragoza.
Cuando la noche caiga y las horas apunten este año a un Martes Santo distinto sonará Rocío por la calle Santiago y el Lunes Santo que huele y suena a Triana estará poniendo su colofón. Olor a marisma en el centro y olor a azahar en el Barrio León para perfumar el regreso de la Salud Coronada.
Barrios y centro de la ciudad unidos en la misma fe que cada día de la Semana Santa se podrían resumir en los lemas de dos cofradías de la jornada. Porque desde el Tiro de Línea nos llamarán cada Lunes Santo a un mundo mejor y desde Vera Cruz a tomar nuestra cruz y seguirlo.

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