Lahore - Asia Bibi, la mujer cristiana condenada a muerte por blasfemia y en la cárcel desde 2009, ha recibido la candidatura para la edición 2017 del prestigioso “Premio Sájarov a la Libertad de Pensamiento” conferido por la Unión Europea. El Premio es una iniciativa del Parlamento Europeo y se concede a individuos o grupos distinguidos por la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Entre los candidatos de este año, además de Asia Bibi, están: Aura Lolita Chávez Ixcaquic, defensora de derechos humanos de Guatemala; Selahattin Demirtas y Figen Yuksekdag, co-presidentes del Partido democrático popular pro-curdo en Turquía; grupos e individuos que representan a la oposición democrática en Venezuela; Dawit Isaak, dramaturgo Sueco-eritreo, detenido en 2001 por las autoridades eritreas; Pierre Claver Mbonospa, activista de derechos humanos en Burundi.
Peter Van Dalen, miembro del “European Conservatives and Reformists Group" en el Parlamento Europeo, quien propuso la candidatura de Asia Bibi, ha explicado que “el caso de Asia tiene una importancia simbólica para otros que sufren por la libertad de religión o de expresión”.“En ella se ve la situación de toda la comunidad cristiana. Su caso es trágicamente indicativo de la inseguridad de todas las minorías en lo que se refiere al respeto de los derechos humanos fundamentales”, señala en un comentario enviado a la Agencia Fides Kaleem Dean, analista intelectual paquistaní. “Si ganara el Premio Sajarov, Asia Bibi recibiría 50.000 euros. Sin embargo, hay algo en juego que vale más que dinero : es decir el reconocimiento de la libertad de religión en Pakistán”, continúa.
“El gobierno - dice - está escondiendo la cabeza en la tierra, para no oír los gritos de las comunidades religiosas minoritarias”. Especialmente su caso pone en evidencia “ley de la blasfemia”: “Las denuncias de blasfemia son un instrumento de lo que se ha convertido en una opresión estatal contra las minorías. Los gobernadores deben tener el valor y la visión de reformar la ley de la blasfemia”, concluye Dean. “El primer ministro pakistaní Shahid Khaqan Abbasi, asistiendo estos días a la 72 Asamblea General de las Naciones Unidas, se ha negado cínicamente ha hablar de la ley de blasfemia en Pakistán, diciendo sólo que el Parlamento paquistaní es el órgano encargado de enmendar las leyes”, informa a Fides Nasir Saeed, director de la Ong CLAAS “Centre for Legal Aid, Assistance and Settlement”, comprometida con la defensa de las minorías religiosas en Pakistán. “Desde hace años”, continúa Saeed, “el tema es tabú, e incluso el primer ministro de Pakistán tiene miedo de hacer comentarios. El papel del primer ministro es también el de asegurar que no se abuse de las leyes, pero desafortunadamente esta ley de la blasfemia se explota regularmente como herramienta de venganza para perseguir a gente inocente. En los últimos años el abuso de la ley sobre la blasfemia ha aumentado. Ahora se considera una manera simple, rápida y barata de resolver disputas privadas y castigar a sus oponentes”.
“La ley de blasfemia - concluye Saeed - no está en línea con las normas internacionales de derechos humanos. Y el abuso plantea nuevas violaciones del derecho internacional. El Gobierno de Pakistán no afronta esta cuestión tan importante, a pesar de que se trata de una cuestión de vida o muerte”.El director de CLAAS recuerda que existen numerosos casos de blasfemia basados en alegatos falsos y en la ausencia de investigaciones judiciales: “Por eso pedimos al primer ministro Abbasi que incluya el tema en la agenda de su gobierno y lo someta al Parlamento” concluye
Peter Van Dalen, miembro del “European Conservatives and Reformists Group" en el Parlamento Europeo, quien propuso la candidatura de Asia Bibi, ha explicado que “el caso de Asia tiene una importancia simbólica para otros que sufren por la libertad de religión o de expresión”.“En ella se ve la situación de toda la comunidad cristiana. Su caso es trágicamente indicativo de la inseguridad de todas las minorías en lo que se refiere al respeto de los derechos humanos fundamentales”, señala en un comentario enviado a la Agencia Fides Kaleem Dean, analista intelectual paquistaní. “Si ganara el Premio Sajarov, Asia Bibi recibiría 50.000 euros. Sin embargo, hay algo en juego que vale más que dinero : es decir el reconocimiento de la libertad de religión en Pakistán”, continúa.
“El gobierno - dice - está escondiendo la cabeza en la tierra, para no oír los gritos de las comunidades religiosas minoritarias”. Especialmente su caso pone en evidencia “ley de la blasfemia”: “Las denuncias de blasfemia son un instrumento de lo que se ha convertido en una opresión estatal contra las minorías. Los gobernadores deben tener el valor y la visión de reformar la ley de la blasfemia”, concluye Dean. “El primer ministro pakistaní Shahid Khaqan Abbasi, asistiendo estos días a la 72 Asamblea General de las Naciones Unidas, se ha negado cínicamente ha hablar de la ley de blasfemia en Pakistán, diciendo sólo que el Parlamento paquistaní es el órgano encargado de enmendar las leyes”, informa a Fides Nasir Saeed, director de la Ong CLAAS “Centre for Legal Aid, Assistance and Settlement”, comprometida con la defensa de las minorías religiosas en Pakistán. “Desde hace años”, continúa Saeed, “el tema es tabú, e incluso el primer ministro de Pakistán tiene miedo de hacer comentarios. El papel del primer ministro es también el de asegurar que no se abuse de las leyes, pero desafortunadamente esta ley de la blasfemia se explota regularmente como herramienta de venganza para perseguir a gente inocente. En los últimos años el abuso de la ley sobre la blasfemia ha aumentado. Ahora se considera una manera simple, rápida y barata de resolver disputas privadas y castigar a sus oponentes”.
“La ley de blasfemia - concluye Saeed - no está en línea con las normas internacionales de derechos humanos. Y el abuso plantea nuevas violaciones del derecho internacional. El Gobierno de Pakistán no afronta esta cuestión tan importante, a pesar de que se trata de una cuestión de vida o muerte”.El director de CLAAS recuerda que existen numerosos casos de blasfemia basados en alegatos falsos y en la ausencia de investigaciones judiciales: “Por eso pedimos al primer ministro Abbasi que incluya el tema en la agenda de su gobierno y lo someta al Parlamento” concluye
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