J.L.
Jordan Peterson está en la primera línea de batalla de la “guerra cultural” que vive el mundo actual. Este profesor canadiense se ha convertido en un referente de un movimiento que se rebela contra ideologías que cercenan la libertad de expresión y que pasan por encima de las verdades científicas. Y lo hace con conferencias o directamente echándose a la calle.
Su alineamiento contra la “dictadura de lo políticamente correcto” le está granjeando grandes problemas personales y laborales pero gracias a su implicación se ha convertido en la voz de millones de personas que se sienten silenciados y atacados por la ideología de género y el neomarxismo cultural.
Sus planteamientos están teniendo gran repercusión
Prácticamente sin buscarlo, sus vídeos en Youtube superan los 150 millones de visionados, en un canal en el que tiene más de 400.000 suscriptores. Y todo ello a pesar de que ha tenido que vencer la censura que ha sufrido este canal de vídeos y de Google.
Aunque no tiene miedo y está presente en grandes frentes, el más grande es el del género, en el que además su enemigo es el más fuerte. Peterson es licenciado en Ciencias Políticas y doctor en Psicología. Tras ser profesor asociado en Harvard ahora es titular en la Universidad de Toronto.
Peterson, durante una intervención en la calle a favor de la libertad de expresión, amenazada por la dictadura de género.
En esta universidad está en la actualidad en la cuerda floja. Ha sido dos veces advertido por escrito de que sería despedido tras anunciar que se negaría a usar los pronombres de género para dirigirse a estudiantes y profesores que no se identifican con su sexo biológico y que ahora es obligatorio por ley en Canadá tras la aprobación de la ley C-16.
No hay que ceder a los "neomarxistas posmodernistas"
Él defiende su libertad de expresión y no teme las consecuencias: “No voy a ceder el territorio lingüístico a los neomarxistas posmodernistas”, afirma en una entrevista en The Spectator.
De hecho, él no está en contra de los transgénero, tal y como le acusan, sino de la imposición de una ideología que vulnera sus derechos. El propio Peterson asegura que él no tendría problemas en utilizar el pronombre de una persona en particular, pero si se lo pide esa persona, no por imposición del Estado.
Hombres y mujeres son diferentes
Grupos de izquierda, feministas y LGTB le tienen en su punto de mira precisamente porque afirma en primer lugar que hombre y mujer son diferentes. Y por otro lado por su oposición al principal argumento de la ideología de género, de que el “sexo” es una construcción social que no tiene nada que ver con la biología.
Este mediático experto asegura que las mujeres difieran sistemáticamente de los hombres en la mayoría de los cinco grandes rasgos de personalidad identificados por los investigadores psicométricos y que son apertura, neuroticismo, conciencia, extraversión y tolerancia.
Estos rasgos tienen definiciones técnicas más precisas que el significado que se suele dar a ellos ocasionalmente. Para Peterson, “estos rasgos no son socioculturales. La evidencia es muy clara”. Afirma, por ejemplo, que las mujeres destacan más en la tolerancia- intentar que todos se lleven bien, evitar el conflicto, la compasión, la educación y el auto-sacrificio así como en el neuroticismo.
Defender estas tesis le ha causado grandes problemas, también en el mundo académico. “Las humanidades en las universidades se han vuelto incomprensiblemente superficiales y corruptas de múltiples maneras”, afirma.
En su opinión, en la sociología “enmascaran su completa ignorancia de la ciencia al afirmar que la ciencia es sólo otro modo de conocer y que es privilegiada dentro de la estructura del patriarcado eurocéntrico opresor. Es espantoso, no estamos teniendo una discusión inteligente, estamos teniendo una discusión ideológica”.
La locura de lo políticamente correcto
“Los estudiantes, en vez de ser ennoblecidos en la apropiada, los últimos vestigios de estructura son despojados de ellos por el postmodernismo y el neomarxismo, que lo define todo en términos de relativismo y poder”, agrega.
"Las universidades en los Estados Unidos incluso organizan policía del pensamiento bajo la forma de 'Bias Response Teams [Equipos de respuesta a denuncias de discriminación]' que informan y llevan a cabo 'evaluaciones de impacto' cuando hay un 'incidente discriminatorio' (que puede ser 'intencionado o no intencionado'). Esto ha ido demasiado lejos. Hay que pararlo antes de que sea imposible hacerlo", afirmaba en otra entrevista.
Y en su opinión, lo que está ocurriendo es parte “de la locura de lo políticamente correcto que amenaza con engullir nuestra cultura".
Su defensa de la libertad tiene un precio. Insultos, grandes discusiones, amenazas de activistas trans. “Estoy muy disgustado por las críticas, muy, muy molesto. Pero sé cuáles son las consecuencias de no involucrarme en el conflicto y esas consecuencias son peores”.
Viendo las estadísticas de su público en Youtube entiende a quien está protegiendo de la ideología de género. El 90% de su audiencia son varones. “Los niveles de estrés de estrés de estos hombres son muy altos. Les estoy diciendo algo que necesitan desesperadamente escuchar”.
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