domingo, 1 de junio de 2014

OBRAS DEL PADRE RUPNIK: PARROQUIA DE RAVOLEDO (ITALIA).




Parroquia de Ravoledo
Parroquia de Ravoledo - 23033 Grosio (SO) - Italia

En la tradición de la Iglesia, en la bóveda absidal se representa a menudo a Cristo Pantocrátor, el Cristo que se describe en el himno de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1, 15-20) como el que mantiene todo en la vida, porque todo converge en Él y todo está unido a Él. Cristo es la «forma» de la creación, en el que todo fue creado, y en vista del cual todo fue hecho, el alfa y la omega. La bóveda es el lugar apropiado para esta representación. De hecho, las iglesias eran construidas de modo que la bóveda absidal fuera el punto focal de la luz. Incluso después del atardecer, el oro de la bóveda hacía aumentar la poca luz que aún había, de manera que se podía constatar verdaderamente que la fuente de luz no es el sol crepuscular, sino Cristo, «luz son ocaso».
Panorámica
Parroquia de Ravoledo
Grosio (SO) - Italia
Diciembre 2007

Cristo sostiene en la mano el libro en el que se aluden de modo ilegible las palabras que se escuchan en la liturgia. La mano derecha está bendiciendo, pero el gesto es tan amplio que revela también el abrazo, es decir, el deseo de acoger. La bendición, en efecto, es justo ese don que Dios nos hace capacitándonos para acogerlo y relacionarse con Él.
Para introducir esta intervención musiva en la bóveda, en el espacio de la iglesia ya existente, se ha hecho bajar desde la cornisa por toda la pared del ábside, una cascada de luz, plasmada por movimientos musivos de piedras diversas, mármoles y oro.
El Pantocrátor
Parroquia de Ravoledo
Grosio (SO) - Italia
Diciembre 2007

El rostro de Cristo se debe hacer según algunos criterios dogmáticos y espirituales, para que se le dé una dimensión de misterio, porque es el rostro del Hijo que remite al Padre: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14, 9). Por eso, normalmente, la mitad del rostro tiene una expresión más severa, o en otros casos, más dolorosa, más sufriente, más triste, mientras que la otra mitad tiene una expresión más buena, más misericordiosa, más de vencedor. Del delicado equilibrio de estas dos expresiones depende de hecho la fuerza de un rostro. Esta fuerza también está condicionada por la luz que irradia el oro alrededor de Él. Aquí entra en juego aquí otra relación difícil, a saber, el lugar cubierto por el rostro en la curvatura de la bóveda. Del lugar en donde está el rostro depende mucho la expresión de la mirada Ens., pero también por la luz que caiga sobre el rostro, contribuyendo a darle una expresión religiosa.
El rostro de Cristo
Parroquia de Ravoledo
Grosio (SO) - Italia
Diciembre 2007

Cuando este equilibrio se encuentra bien, la persona que entra en la iglesia experimenta el rostro en base a dos polos: uno es tal como Cristo se representa en realidad, su dimensión objetiva; el otro es cómo una persona lo percibe sobre la base de su disposición, por tanto, la dimensión subjetiva. De esta manera, la persona que entra a la iglesia en un estado de gracia, experimenta a Cristo benévolo, amigo de los hombres, que baja al encuentro. Pero el que entra en un estado abatido, dolorido, lo ve compasivo, encuentra familiar su gesto de tristeza y poco a poco percibe desvelada su fuerza, su luz, verdadera fuente de esperanza. El pecador que entra en la iglesia con la conciencia de serlo, percibe inmediatamente la mirada de misericordia. Y en cambio, quien entra en la iglesia y se considera justo y está cerrado en sí mismo en su convicción de autosuficiencia y perfección, inmediatamente capta la mirada de Cristo severo e irresistible.

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