MADRID, 25 Jun. 14 / 02:31 am (ACI/EWTN Noticias).- El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, presidió el domingo la Misa por la celebración del Corpus Christi y conmemoración del 775° aniversario de la catedral de Córdoba, donde recordó que no es el odio el que cambia la historia, sino el amor.
El Prelado ha recordado que la fiesta del Corpus es un eco del jueves santo, “cuando Jesús, en el marco de la cena pascual judía, instituyó el sacramento de la Eucaristía”. Por eso durante la homilía ha precisado que “Dios está aquí. Su presencia suscita en nosotros la adoración. Una adoración que nos libera de la idolatría y nos hace libres”.
“Cuando el hombre no es capaz de adorar a Dios, es porque adora otros ídolos que le esclavizan, como pueden ser el dinero, el placer, el poder, etc.,” y precisamente la fiesta del Corpus es “reconocimiento de una presencia, que nos acompaña en el camino de la vida” y ha recordado que esta celebración es también la fiesta del amor cristiano.
“Todavía hoy, hay quienes tienen miedo a la caridad cristiana, como si la caridad fuera una rémora para la justicia”, afirmó en la homilía y ha recordado unas palabras del filósofo Karl Marx en las que decía que “la caridad impide que los oprimidos se rebelen”. Sin embargo el Obispo de Córdoba ha explicado que “la historia ha demostrado que esa ideología, el materialismo dialéctico, ha conducido a un fracaso estrepitoso. Los países que han llevado a la práctica dicha ideología han experimentado un retraso notable en el progreso, que otros países y regiones han alcanzado, libres de dicha ideología”.
Mientras que ha subrayado que “la caridad cristiana, por el contrario, está al lado del que sufre, sea por la razón que sea. No le pregunta al pobre por su ideología ni busca su voto, sino que sencillamente se acerca a cada persona e intenta sanar las heridas que la injusticia propia o ajena le han producido”.
Y ha recordado que “todas estas personas, pobres que sufren, son atendidas por Caritas sin más condiciones que su propia pobreza” y precisó que el año pasado han sido casi 200.000 las personas atendidas por Cáritas diocesana y por las Cáritas parroquiales de Córdoba.
Se trata de una caridad impulsada por “la Eucaristía vivida como fuente de un amor nuevo”. Mons. Fernández ha explicado que en la Eucaristía “nos hacemos hermanos unos de otros”, “el sacramento del amor fraterno, porque nos da un Padre común, que es Dios” y la ha definido como “una fisión nuclear del amor, que produce una expansión atómica capaz de regenerar el corazón de cada persona y la historia de la humanidad. Es el amor, nunca el odio, el que cambia la historia”.
“El amor cristiano, la caridad, es la única capaz de restituir la dignidad humana perdida, porque es capaz de amar sin solicitar nada a cambio. Aunque todo funcionara perfectamente, en una sociedad bien organizada, la caridad cristiana seguiría siendo necesaria para llevar a todos el amor y el cariño que la persona demanda”, afirmó el Prelado. “Si buscamos sólo la justicia, nos quedaremos siempre cortos. El amor cristiano va siempre mucho más allá, incluyendo la justicia y rebosando misericordia”, dijo.
En el día del Corpus se celebra también el Día de la Caridad. Por eso el Obispo de Córdoba agradeció la labor que realiza Cáritas en el país. “Hay quienes han afirmado que, si no fuera por Cáritas y su inmensa labor social, a estas alturas se hubiera producido un estallido social de consecuencias incalculables”, dijo.
Junto con la fiesta del Corpus Christi y el día de la Caridad, la diócesis de Córdoba celebra un día muy especial y es que es el 775 aniversario de la Catedral de la ciudad. “Todos reconocemos que este templo precioso, atractivo para tantas personas que vienen hasta Córdoba para disfrutarlo, uno de los lugares más solicitados del mundo”, dijo en la homilía, “fue construido por los musulmanes para el culto de su religión, durante el esplendor del Califato de Córdoba”. Pero ha recordado que en ese mismo terreno “anteriormente existía la basílica visigótica de San Vicente, que fue derruida para construir sobre la misma el templo actual, muchas de cuyas columnas sonexpolia del templo anterior”.
De esta manera, el Obispo explicó que “en el año 1236, cuando el rey Fernando III el Santo conquistaba la ciudad, la antigua mezquita alhama fue salvada de la destrucción por las buenas artes del rey santo” y una vez conquistada la ciudad, “el rey entregó este precioso templo a la Iglesia católica, que lo consagró en templo cristiano”. Y en 1239 fue consagrado el templo por el nuevo Obispo de Córdoba Mons. Lope de Fitero como obispo de Córdoba.
“Pero es indiscutible que la comunidad católica, que recibió este precioso legado y que lo ha conservado intacto y mejorado a lo largo de los siglos tiene derecho a tener su propia Catedral”, ha afirmado y donde todos pueden acudir al culto católico desde hace casi ocho siglos.
Por eso la Catedral de Córdoba “tiene sus propias raíces y asume todo lo bueno de sus constructores para convertir este templo en un lugar sagrado, en el templo principal de la diócesis de Córdoba, en la Catedral de Córdoba, sin anular ninguno de sus elementos arquitectónicos anteriores”.
El Prelado recordó que también existen basílicas cristianas que actualmente son utilizadas para el culto de otras religiones, como es el caso de la basílica de San Juan de Damasco, convertida en la Mezquita de los Omeyas en el siglo VII, o la catedral de San Nicolás de Chipre, en la ciudad de Famagusta o Santa Sofía en Estambul, que ha sufrido distintas adaptaciones y que son utilizadas como mezquitas.
“Todo ello demuestra que la historia es una realidad viva, y por tanto no es ningún atropello que un templo construido en su origen para un tipo de culto, cambie de culto si sus habitantes han cambiado de religión. La Catedral de Córdoba, antigua Mezquita y antes aún Basílica, es un caso típico en el mundo”, precisó.
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