EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". (Evangelio del día). Jesús, que formula esta pregunta a los doce, nos la hace, también, a cada uno de nosotros hoy, aquí, con nuestra circunstancia particular y en nuestro momento histórico. Por un lado, para salir del paso, podemos responder con alguna definición académica de Jesús, más o menos acertada. Por otro lado, responder desde el corazón, que es la respuesta auténtica, de entrada es muy fácil decir algo del Señorío de Jesús en mi vida. Pero, cuando la respuesta pide consecuencias en nuestras vidas, te puedes quedar sin respuesta o no te atreves a decirla por las implicaciones que traen. Hoy en día, y aquí no tanto, se está persiguiendo a los cristianos, se están jugando el "pellejo". Y, Jesús nos sigue haciendo la pregunta porque pide autenticidad, nada de tibieza. Jesús nos pide una entrega radical para llevar su Mensaje, para reconocerlo vivo y presente en la Eucaristía, para descubrir su vida en el prójimo, para ser sus apóstoles en medio de este mundo. Reconocer que Cristo es mi Señor es reconocer que Pedro y el Colegio Apostólico me pastorea, –Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia–. Confesar a Jesús es reconocer que el Papa y los Obispos me apacientan y que mi misión evangélica y pastoral tiene que estar sintónica con la Iglesia local –mi parroquia y mi diócesis–. No podemos ir por libre, como francotiradores, sino unidos a un mismo pastor y, sin abandonar nuestros carismas particulares, trabajar unidos por el Reino.
Santa María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
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