Aprendamos a gozar de la vida sanamente. A dar valor a esos pequeños momentos de paz, de placer, de dicha compartida... Disfrutemos plenamente del amor, de la amistad, de la camaradería. No dejemos pasar, como si fuera algo común, uno de esos momentos que por continuados y repetidos nos parecen tontos. ¿Por qué solo hemos de dar importancia a lo malo y recordarlo siempre como si no tuviéramos otros recuerdos? Cada día está signado por un mensaje distinto. Hay días llenos de paz y de luz, y otros sombríos y tristes.
La vida es una larga sucesión de eslabones así marcados para que cada uno de los acontecimientos que vivimos o nos ocurren tengan su dimensión verdadera. Entonces, no magnifiquemos los malos. Ni minimicemos los buenos.
Si hacemos un balance veremos que son más las cosas gratas que no sabemos valorar que las ingratas. Una sonrisa, un amigo, un libro, una esperanza, un logro, aunque pequeñitos, tienen un valor positivo que, si lo vemos con claridad, podría llegar a darnos la fortaleza que necesitamos para vencerlo todo. La monotonía de las cosas repetidas a lo largo de los días hace que no parezcan bellas.
La vida es una larga sucesión de eslabones así marcados para que cada uno de los acontecimientos que vivimos o nos ocurren tengan su dimensión verdadera. Entonces, no magnifiquemos los malos. Ni minimicemos los buenos.
Si hacemos un balance veremos que son más las cosas gratas que no sabemos valorar que las ingratas. Una sonrisa, un amigo, un libro, una esperanza, un logro, aunque pequeñitos, tienen un valor positivo que, si lo vemos con claridad, podría llegar a darnos la fortaleza que necesitamos para vencerlo todo. La monotonía de las cosas repetidas a lo largo de los días hace que no parezcan bellas.
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